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José Luis Cortés López Carlos I y el comercio de esclavos IntraText CT - Texto |
La introducción ilegal
Desde muy pronto comenzaron las entradas ilegales de esclavos, cuya cantidad irá aumentado a lo largo del siglo según se acrecienta su demanda, la subida del precio de las licencias y la intervención extranjera. Hasta 1518, el contrabando esclavista es raro y anecdótico. A partir de la concesión al gobernador de Bresa, es cuando van tomando cuerpo la especulación y la introducción clandestina, utilizando dos formas diferentes. pasarlos sin registro alguno o introducir un número mayor del que permitían las licencias, como el de esos genoveses que, en 1526, llevaron de Cabo Verde a Cuba 154 negros, cuando sólo tenían permiso para ochenta, lo que motivó una controversia entre Ayuntamiento e Iglesia92. Estas operaciones llegaron al conocimiento del monarca, que escribió al presidente y oidores de la Audiencia de La Española:
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«...sepades que nos somos ynformados que muchas personas syn thener de nos licencia y facultad para ello han pasado y pasan a esa isla muchos esclavos negros secreta e ascondidamente, e otros so color de algunas licencias nuestras que tienen, pasan muchos mas de los conthenidos en las dichas licencias yendo y pasando contra lo que por nos esta proybido y mandado cerca de lo suso dicho por nos defraudar los derechos que dellos se nos deven...»93. |
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Para evitar esto, el rey decretó que los negros que pasasen sin licencia se dieran por «perdidos».
En esta primera parte del siglo, el peso mayor del contrabando recayó en genoveses, portugueses y, en menor medida, en castellanos. Pero fueron los primeros los que más sobresalieron en estos procedimientos irregulares, y las denuncias no se hacían esperar, como el caso que nos relata el alcalde Bernardino de Quesada y Andrés de Duero, en una carta dirigida a la Audiencia de La Española, en la que se quejan del escándalo promovido por Gonzalo de Guzmán para detener a un genovés que introdujo en un barco varios esclavos sin licencia. Aunque era notorio que Guzmán cooperaba con estas irregularidades, sin embargo, persiguió al genovés porque no quiso fiarle ningún negro; éste se refugió en la iglesia y de allí le sacó Guzmán a la fuerza, originando un gran escándalo94.
Pasado este primer período, el protagonismo genovés disminuyó un poco, pero no desapareció del todo95. Ante la reiteración de casos semejantes, se volvió a insistir en la necesidad de la licencia, de forma que los negros introducidos sin registrar pasaran directamente al fisco; si se trataba de un esclavo no apto para el traslado, el mismo capitán que le llevó tenía que regresar con él a la Península y entregarlo a los jueces de la Casa de Contratación, reservándose penas especiales a los que pretendían introducir moriscos.
Los oficiales de S. Juan, en carta dirigida a la Reina en 1532, exponían en uno de los puntos la cantidad de irregularidades cometidas con estas palabras:
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«Hablan de muchos fraudes hechos por los mercaderes que tienen licencia para llevar negros, que con licencia de ciento llevan trescientos...»96. |
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Seis años más tarde, los oidores de la Audiencia de La Española denunciaban esto mismo al indicar cómo se doblaba el número permitido por las licencias:
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«Muy poderoso señor. El veedor Astudillo pretende haberse defraudado a Vuestra Majestad en meter negros, e pide las razones desde el año 26, en que se dio licencia general a los vezinos para meter 1400 negros. Dicen que por la licencia de 100 que se dio despues a ciertos particulares, se han metido doblados. Que mas en particular, Diego e Alonso Caballero, hermanos, han metido muchos sin licencia alguna. Todo esto es verdad en parte, e Vuestra Majestad proveerá». |
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Los oidores proponían que, una vez hecha la cargazón en África, se volviera a Sevilla para su control, obligación que no se impuso en ciertas licencias, por lo que el riesgo de fraude era mucho mayor97.
El tráfico clandestino de los portugueses había sido atacado duramente en una provisión real de 1540, que permitía la apropiación de negros y mercancías transportados sin licencia. Al ponerla en práctica los oficiales de S. Juan, fueron recriminados y multados por la Audiencia de Santo Domingo, lo que les llevó a quejarse delante del Emperador. Su defensa se basó en dicha provisión que«mandó que si algún navío portugués por acá pasase lo tomáramos por perdido, y todas las mercaderías que trajese aunque fuesen súbditos de V.M. Por eso tomamos ciertas naos con negros, la Audiencia de La Española lo llevó a mal, V.M. lo verá y proveerá. Los portugueses se atreven a mil fechorías y no conviene vengan por acá...»98
La repetición de estos actos indujeron al Emperador, en 1550, a una nueva ley para dar por perdidos a esclavos y mercancías introducidas sin licencia99.
La persecución del contrabando no solamente se realizó en el Nuevo Mundo, como final de la operación, sino que, con frecuencia, se procuraba neutralizarlo en sus comienzos, cuando se tenía conocimiento de que alguna acción de este tipo se estaba poniendo en marcha. El rey escribía a la Audiencia de Panamá para ponerle al corriente que, a través del embajador español en Inglaterra,
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«tenemos auiso que Bartolome Bayon, portugues, esta aprestandose en aquel Reyno con un nauio para lleuar cantidad de negros a las Nuestras Yndias y vender y rrescatarlos en ellas con otras cosas, sin Nuentra licencia; y porque a Nuestro seruicio y exarcion de Nuestra justiçia combiene que el susodicho sea preso y embiado a estos Reinos, vos encargo y mando que luego que esta vehais, con todo el secreto, cuidado y diligencia posible, os informeis y separeis particularmente si esta en esta tierra o a hido alla el dicho Bartolome Bayon, o a donde y en que parte esta, y allandole, le hagais prender y prendais el cuerpo, y secrestar sus bienes, libros y escripturas, e preso y a buen recaudo lo embiareis luego a estos Reinos en los primeros nabios que a ellos bengan, juntamente con los dichos sus bienes, libros y escripturas...»100 |
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Finalmente, habría que hablar de la introducción de esclavos empleando métodos violentos. Generalmente, esta práctica fue realizada por franceses, ingleses y otros corsarios, entre los que no faltaban bastantes españoles; todos estos se dedicaban a robar esclavos en ciertas partes para venderlos en otras; o a introducirlos directamente desde Guinea, después de intimidar a las autoridades para que permitieran su venta. Hay momentos en que a la acción de intimidar se unía el soborno, o sólo existía éste. La Audiencia de Santo Domingo se quejaba en una relación de esto:
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«importa muncho mas, sin comparacion, lo que roban, especialmente con este nuevo modo de robar, ques que vienen con mercadurias e esclavos, fasta traer moros, e entran en los puertos desta Ysla, e thoman por fuerza la moneda e cueros e azucares que allan, a trueque de las dichas sus mercadurias, e a veces se las daran de buena voluntad...»101. |
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