25. Romance de un pecador arrepentido y deseoso de
servir a Dios con perfección, recompensando las ofensas con grandes obsequios,
y ordenar su vida a una muerte preciosa delante del Señor, cuya mano no está
abreviada, y puede hacer de las piedras hijos de Abraham, y sacar miel de la
piedra durísima.*
'Todo se puede en Dios", dice san
Pablo; y Jesucristo, nuestro maestro, dice: "Sed santos como yo soy
santo". Más puede la gracia que
la naturaleza. Una valiente resolución acomete grandes dificultades y las
vence: Los ánimos afeminados y viles son los que se retiran de las grandes
empresas; los valientes y esforzados emprenden las acciones heroicas. Mucho se
había de afrentar un varón fuerte, de que una tímida y frágil mujer tuviese más
magnanimidad de ánimo, más valentía se hallase en el sexo a que es vinculado
todo lo débil, flaco y quebradizo.
Ea, ánimo, que el Reino de los Cielos a los
esforzados se promete y se niega a los pusilánimes, holgazanes y miserables,
tibios, haraganes y perezosos que, por no sacar las manos del seno y llegarlas
a la boca, se dejan morir de hambre.
Hasta
aquí mi afecto. A las dos de la noche, que escribo este romancillo.
Si arrepentido y confuso,
también confiado vengo
que he de hallar en vuestras llagas,
de las mías, el remedio;
y si son grandes
mis males 5
y mis torpezas sin cuento,
de tu justicia, Señor,
a tu gran clemencia apelo.
Para llorar mis delictos
dos mares fueran pequeños, 10
y es tan grande mi dureza
que enternecerme no puedo.
No merezco yo tener
la dulzura y el consuelo
que dan lágrimas vertidas 15
por tan soberano intento.
¡Oh infelicísimos años,
días y horas que fueron
gastados en vanidad
teniendo de Dios desprecio! 20
¡Oh miserables deleites,
oh gustos, qué tristes fueron
siempre, y qué amargos los fines
pues son de arrepentimiento!
¡Oh fingidas hermosuras 25
que ocasionaron mis yerros,
que negociaron mis males
y mis bienes impidieron!
¡Oh vanísima locura,1
oh indecible desconcierto, 30
vil prisión de la memoria,
ceguedad de entendimento,
de
sentidos y potencias
ejercicios sin provecho,
del
libre albedrío encanto, 35
de la voluntad tormento!
Adoré
los dioses falsos
de bellezas que mintieron,
si en lo aparente también,
¿qué será en lo verdadero? 40
A ídolos asquerosos
di culto, como indiscreto,
y fealdades veneré,
sus altares erigiendo.
Asentéme por soldado 45
del pecado, y fui siguiendo
sus banderas a mi costa,
sin ventajas y sin sueldo.
Alevosamente fui
deicida que ofendiendo 50
su majestad soberana,
a Dios
maté en el afecto.
Esta fue mi vil hazaña,
éste mi triunfo y trofeo,
que con este blasón honra 55
la milicia del infierno.
Borré, Señor, vuestra imagen
de mi alma, y en su centro
puse la de mi enemigo2
para tenerle contento. 60
Destruí vuestra heredad3
y profané vuestro templo,
vuestra casa descompuse,
violé vuestro casto lecho.
Que todas aquestas cosas 65
es el alma que tan presto
lo pierde por el pecado
con solo un mal pensamiento.
En fin, Señor, he pecado
tan sin rienda y tan sin freno, 70
que compararme a los brutos
me parece no merezco.
Mas no he de desconfiar,4
que es muy cierto que con eso
os hago mayor injuria 75
que en los pasados excesos.
Porque mirando que estáis5
con los brazos siempre abiertos
pienso que, para abrazarme,
hacéis apercibimiento. 80
Y pues vengo cual me veis,
contrito y con pensamiento
de no volver a mancharme
y antes morir que ofenderos,
dadme, Señor liberal,
85
la indulgencia que espero,
que yo me ofrezco a serviros
con lealtad, como a mi dueño.
Asiguro no me trae6
sólo temor del Infierno, 90
porque al filial amor,
no al servil, es al que afecto.
Si tantas obligaciones
son, Dios mío, las que os tengo,
a vuestra piedad os pido 95
os obligue lo que os debo,
que
sois de tal condición,
que los beneficios vuestros
galardonáis en nosotros:
tanto amáis nuestros aumentos. 100
No me contento, Señor,
con salir del
cautiverio
de la culpa, que por vos
mayores cosas intento.
Dadme, mi Dios, vuestras gracias 105
para que con grande afecto
os busque, os ame y os sirva
como merecéis y os debo.
Que,
si bien es imposible
llegar en este destierro7 110
a esto con el obrar,
quisiera con el deseo.
Señor, parece que ya
siento que me voy rindiendo
y que tiene más calor 115
este heladísimo pecho.
Ea, Señor, no haya más,
seamos amigos luego,8
pues queréis que el pecador
viva y no muera en sus yerros. 120
Dadme, por vuestra piedad,
tierno llanto y blando afecto
para que muestre el dolor
el amor que hay en mi pecho.
Renovad mi corazón, 125
dádmele de carne, os ruego,
y quitadme el que de piedra
ha tanto tiempo que tengo;
después os le pediré
de
espíritu y aun de fuego, 130
cuando vaya aprovechando
más en el servicio vuestro.
Despojad esta memoria
de tan vanos pensamientos,
inflamad la voluntad, 135
dad luz al entendimiento.
Quitad de mí los cuidados
de los humanos contentos,
de inútiles amistades
que nos roban tanto el tiempo. 140
En fin, os pido, Señor,
que me deis que, con afecto,
busque agradaros en todo,9
siendo en todo muy perfecto.
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