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Literatura Conventual Femenina
Sor Marcela de San Felix
Hija de Lope de Vega
Sor Marcela - Obra completa

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  • 5. ROMANCES
    • 26. Otro. A un afecto amoroso
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26. Otro. A un afecto amoroso*

 

             Hermoso dueño mío,

      gloria que me da pena

      por no poder servirte

      cuanto el alma quisiera,

      ¿por qué, dulce Señor,     5

      la tienes tan sedienta

      de esas divinas aguas

      donde anegarse intenta?

             Bien lo que me amas,

    bien lo que me celas,   10

      bien que no te obligo

      con mi correspondencia.

             Pero el fuego amoroso,

      que activo me penetra,

    presume subir tanto         15

      que llegue hasta su esfera;1

             no permite que el alma

      pueda estar satisfecha

      menos que transformada

    en la mayor grandeza.      20

             No cesarán, bien mío,

      las amorosas quejas,

      las abrasadas ansias

      porque obligarte puedan.

      Yo le digo al Amor2   25

      que reparar pudiera,

      que el alma, donde vive,

      es vil, ingrata y fea.

             A esto me responde

    que tiene ya licencia        30

      para atreverse a tanto

      del dueño que desea,

             y que, para no ver,

      tiene en los ojos venda,

    que amor que es muy mirado 35

      no tiene mucha fuerza.                                         

             Pero tú, desdeñoso,

      te retiras y alejas

      dejándome cual sabes,

    de amores casi muerta.    40

             Bien sabes que te pido

      que se rompa la tela,3

      y acabe de gozarte

      en posesión entera.

      Tantas veces, Señor,4   45

      que el alma se ve cerca

      de conseguir sus dichas,

      la dejas que padezca

             en la dulce agonía

    que tanto la recrea;          50

      piensa que ha de acabar,

      y es su esperanza incierta.

             Descuidada vivía

      de esta subida empresa,5

    en mi olvido sentada,        55

      dormida en mi tibieza.

             Si tú me despertaste

     con tu piedad inmensa,

      pasa, mi bien, ahora,

    porque importuna sea:      60

             sufre que noche y día

      te ronde aquesas puertas,

      exhale mil suspiros,

      te diga mil ternezas.

      Bien que tú las oyes 65

      y admites las finezas

      del alma que te ama

      más que a su vida mesma.

             Mas el fogoso amor

    que de fuerte se precia,    70

      por más que le acaricies,

      con nada se contenta;

             todo se le hace poco

      si a conseguir no llega

    todo un Dios por unión,    75

      donde saciarse pueda.

             Por corto plazo tengo

      la eternidad entera

      para amar tu hermosura

    y agradecer finezas.        80

             Impaciente mi amor,

      a la mayor presteza

      la tiene por tardanza,

      y esperar la atormenta.

      ¿Por qué, mi bien, te tardas, 85

      por qué clamar me dejas?

      ¿Por qué no me respondes

      con mirarme siquiera?

             ¿Tienes por bizarría

    herirme con tus flechas90

      y sin ver mi dolor,

      retirarte al aldea?

             Y no entiendas, pastor,

      que me quejo que sean

    las heridas muy grandes95

      ojalá que lo fueran

             y que por penetrantes,

      la muerte fuera cierta;

      mas no soy tan dichosa

    que merecerla pueda.     100

             ¡Ay si me viese yo

      como el alma desea:

      o morir de abrasada

      o herida con tus flechas!

      Si eres tan liberal,        105

      ¿cómo, Señor, me niegas

      lo que te pide amor

      con ansias verdaderas?

             Mira que si te tardas,

    en gemidos deshecha     110

      hallarás a tu amante

      sin que remedio tenga.

             Si indignidades miras,

      si atiendes a bajezas,

    no me admiro, mi bien,   115

      que olvidada me tengas.

             Mas como que tienes

      de amante la excelencia,

      no puedo persuadirme

    que te impidan miserias, 120

             porque quien ama feo,

      es fuerza le parezca

      hermoso lo que quiere,

      por defectos que tenga.

      Y si enojado estás,      125

      desenójate apriesa,

      pues lágrimas te aplacan

      y te rinden ternezas.

             Cese, pues, el combate,

    acábese la guerra,          130

      que no es victoria el triunfo

      cuando el vencido ruega.

 

 




* Páginas 343-348.

Título: es otro romancillo como los vistos anteriormente.

 



1 (v. 16) su esfera: se trata de la esfera de amor divino.



2 (v. 25) Amor: se escribe en mayúscula porque SM se refiere al dios mitológico, según se advierte por lo que sigue.



3 (v. 42) ecos de san Juan de la Cruz en este verso.



4 (v. 45) Tantas veces: Cuantas veces, todas las veces que...



5 (v. 54) subida empresa: como la empresa de altanería de san Juan de la Cruz.






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