7. Loa sin título propio para coloquio
navideño*
Después de dar a mis
madres
humildemente las Pascuas:1
que
las tengan muy felices
en los cuerpos y en las almas;
después de pedir a Dios 5
las haga a todas muy santas,
fieles esposas y ricas
de virtudes soberanas,
vengo a preguntar a
todas
una
duda que me enfada
10
el tenerla, porque yo
no quisiera dudar nada.
En fin, pregunto, señoras,
¿qué es la ocasión y la causa
que se hayan de echar las
loas
15
pudiendo estar ya dejadas,
olvidadas, prohibidas
por más de docientas causas?,
que
por ser cosa enfadosa,
no me pongo aquí a contarlas.
20
Vemos siempre perecer
todas
las cosas humanas,
pues, ¿por qué razón las loas
han de ser previlegiadas?
Los edificios
padecen2 25
rüinas inopinadas,
cada día hay usos nuevos:
unos mueren, otros pasan.
Todo envejece y se pudre,
todo se olvida y se acaba, 30
¿y sólo han de estar en pie
las loas? Cosa es pesada.
Si se hiciese algún coloquio,
aunque fuese en Lusitania,3
nos han de sacar la loa 35
como por punta de lanza.
Estraño rigor por cierto,
la paciencia se me acaba.
Después de haberme rompido4
la cabeza, no es patraña, 40
para hacer este coloquio
que me mandó mi prelada5
a quien he de obedecer
de buena u de mala
gana,
dan en decir que
será 45
una grandísima falta
el que no se haga loa
y que es preciso la haya.
Esta obligación pondría
la que fue tan inhumana 50
que en la Fiesta de la Cruz,6
el hacer coplas estampa.
Vamos a que sea ansí
y que ya es cosa asentada
el que echemos esta loa. 55
Lleve Judas la bellaca
que lo inventó; quiera Dios
que no lo pene su alma,
pero gracias al Señor
que me ha ocurrido la traza 60
de una historia muy gustosa
y para el tiempo estremada,
que es lo esencial de las cosas
a propósito buscarlas.
Y es, como dice el adagio, 65
que en casa llena y colmada
presto se guisa la cena
y se da bien sazonada.
Así me ha dado mi ingenio
la historia más adecuada, 70
más conjunta y más medida,
cosida y eslabonada;
y es aquel caso de asombro7
que lamenta toda el Asia:
el robo de Elena, digo, 75
griega, hermosa y desdichada
por quien Troya
tristemente
se anegó en voraces llamas.
Y con esto, madres mías,
ya la loa está acabada. 80
Bendito Dios que ha salido8
como pude desearla:
devota, tierna y tan dulce
como pía y dilatada,
con que ya quedan dispuestas 85
para la fiesta que aguardan
de este santo Nacimiento,
más atentas e inflamadas.
Y yo me parto a rendir
al Señor debidas gracias 90
que me deparó el asunto
con que pude edificarlas.
Y advierto a sus reverencias
una cosa de importancia:
que el poeta que las sirve9 95
y tiene ya dedicadas
las Musas para su
obsequio,10
porque en servirlas descansa,
el coloquio que hoy ofrece
para alegrarlas la Pascua, 100
le ha sacado de la pieza11
(aunque él en remiendos trata) ,
y por nuevo y nunca oído
le ofrece y pone a sus plantas.
Humilde, pide
perdón 105
de todas sus ignorancias,
y que admitan las suplica,
la voluntad de agradarlas.
Esperen, madres, por Dios;
lo mejor se me olvidaba, 110
que es decirles una cosa
que tienen muy deseada
el saberla, porque Dios
fue servido revelarla
a una monja sierva suya 115
con quien por instantes habla.
Puesta, pues, en
oración12
con grande afecto esta Pascua
le dijo: "Señor piadoso,
divino dueño del alma, 120
doleos de
vuestras siervas,
que con aflicción tamaña,
han deseado saber
esta enfermedad estraña
que el santo
dotor Jufiño13 125
tanto la encubre y recata
que aun el médico, presumo,
tiene la misma ignorancia".
Estando la monja en esto
y casi medio elevada, 130
que le sucede a menudo
cuando de sueño anda falta,
y en voz sonora y
de tiple,
así sintió que la hablan:
"Sabrás, alma preguntona, 135
curiosa y llena de tachas,
que don Francisco Jufiño,
cuando en su lecho se planta,
siempre es a más no poder,
que en los prados y en las aguas, 140
quisiera el buen caballero
tener su mayor holganza.
La enfermedad que le aflige
y pone en miserias tantas
es nunca vista ni oída, 145
es rara y nunca pensada".
"Señor, decidme su nombre",
replicó la monja santa.
"Llámasen", dijo la voz,
"la encubierta, la ignorada". 150
Con esto, la voz se fue,
y la monja, de admirada,
durmió diez horas
de un golpe,
porque estaba bien cenada,14
que aquestas revelaciones 155
nacen de tan justas causas.
Voy a que salga el coloquio
cuyas esquisitas galas,
con increíble trabajo,
cosió la madre Mariana.15 160
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