8. Otra loa*
Como sé que la
piedad
tan de asiento mora y reina
en religiosas tan santas,
vengo a que de mí la tengan,
y para moverlas
más, 5
con brevedad daré cuenta
de mi vida y mis trabajos,
para que aliviarlos pueda.
Y empezando por
mis males
y enfermedades sin cuenta 10
que agotan la medicina
y ejercitan la paciencia,
callando los
interiores,
por no ofender la modestia
de religiosas tan limpias, 15
perfiladas y compuestas,
diciendo los más
externos
que sin piedad me atormentan:
tengo grandes desconciertos
de tripas y de cabeza, 20
estoy hidrópico y
tísico,
tengo modorra y viruelas,
sarampión, gota coral,
lamparones y sordera,
duélenme muelas y
dientes, 25
tengo una quijada abierta
como lo dice este parche
que la cura y la remienda.
Tengo sarna de la
fina,
tengo tiña que
desuella,
30
hipocondria, tiricïa,1
alferecía y paperas.
Y también puedo
contar
por enfermedad aviesa
la numerosa
cuadrilla
35
y la multitud perversa
de piojos,
chinches y pulgas
que me afligen y molestan,
que esto siempre y mucho más
está anejo a la pobreza. 40
Si quieren que
cuente más,
presten piadosas orejas
y oirán males inauditos
y lastimosas tragedias.
Pero porque no se
aflijan 45
con tan penosas querellas
que aun a mí mismo me enfada2
referir tan tristes penas,
quiero cesar y
decir
de mi clara descendencia, 50
y de mi ilustre
prosapia,
que honrar un mundo pudiera.
Diéronme muy noble
sangre
mis padres, que gloria tengan,
porque descendió mi padre 55
y vino por línea recta
del más célebre
rabino
que se halló en toda Judea.
Mi madre no fue tan noble,
mas su vida fue tan buena, 60
que suple bien
por la sangre
y excede toda nobleza.
Volaba por esos aires,
penetraba chimeneas,
grande bruja de
Logroño 65
famosa en toda la tierra.
Murieron mis santos padres
y quedé en edad tan tierna
que no pude
deprender
sus costumbres y excelencias 70
si no es algunos hurtillos
que fueron toda mi herencia.
Con esto paso la
vida
y mis estudios se alientan,
y con la mucha merced 75
que me hacen las torneras
de este bendito
convento;
hágalas Dios muy perfectas.
Pero de esta obligación
que mi afecto representa, 80
se origina mi
cuidado
y mi aflicción se fomenta,
porque llegado yo un día
al torno por ciertas berzas
por estremo
sazonadas 85
que las tripas me consuelan,
cuando me dio la escudilla
la una de las torneras,
entiendo que la
menor,
que la conozco en la flema, 90
que las palabras que dice,
más frías que no discretas
(no es hipórbole
el que digo) ,3
en la boca se le hielan,
me dijo como imperando, 95
muy desabrida y severa:
"Mire, señor
licenciado,
que le tengo por poeta
y que me ha de hacer favor
de sacarme de una afrenta: 100
tenemos una
novicia
cuya profesión se acerca,
hanme encomendado a mí
que le haga alguna fiesta.
Tengo hecho un
coloquito 105
que a las madres entretenga,
pero fáltame la loa,
que en ocasiones como esta,
es la que da la
sazón
y hace la entrada a la fiesta. 110
Por vida del licenciado,
que de su buena cabeza
me saque una
linda loa,
que yo la pondré a mi cuenta,
y quedando agradecida, 115
no comerá sólo berzas".
Luego, llegando
la otra
(digo, la mayor tornera) ,
me dijo con voz süave
que es de azúcar y canela: 120
"Mire, señor
licenciado,
que siempre en cosas como éstas,
para tales ocasiones
la devoción resplandezca;
mire que diga en
la loa 125
unas sentencias perfectas,
unos conceptos muy vivos,
y que en dulces versos puedan
quedar muy
edificadas,
muy gustosas y contentas 130
las madres que, aunque descalzas,4
son por estremo discretas.
Diga que la
religión
es la vida más perfecta,
que son ángeles las monjas 135
y que es un cielo en la tierra.
Dígale la
obligación
que tiene ya la profesa
de perficionarse en todo
haciendo heroicas finezas 140
por quien así la
ha obligado,5
que la trujo en edad tierna,
a comunidad tan santa
adonde, con tantas veras,
procuran servir a
Dios 145
sus cándidas azucenas.
Dígale cuán obligada
hoy la tiene su grandeza,6
pues que la sacó
del mundo
para esposa y para reina.
150
Dígale que se desvele
en pagar tan grandes deudas,
que tenga grande
cuidado
de las cosas más pequeñas,
y que, en los actos comunes, 155
procure ser la primera,
y que piense cada
día,
que es aquél el que comienza.
Que tenga por superiores
a las demás, y que ella 160
sólo nació para
ser
de todas humilde sierva.
Dígale con lindo modo,
dulce estilo y agudeza,
que no le falte
un instante 165
de su esposo la presencia,
y que, en su amor abrasada,
siempre actuarle pretenda
con deseos
inflamados
de su corazón, saetas 170
que arrojadas a su amado,
süavemente le hieran,
pues estarlo de
sus ojos,
tal vez el mismo confiesa.7
Mire que no se le olvide 175
el ponderar la grandeza
de estado tan
soberano
que hoy la constituye reina.
Y dígale que no afloje
del fervor, que siempre crezca 180
en caridad y
humildad,
en pobreza y obediencia,
que observe, con gran cuidado,
el silencio y la modestia,
y que sean sus
palabras 185
muy afables y compuestas".
Y luego salió la otra
monjidiablo de tornera:
"Y mire que
no haya falta,
y de ninguna manera 190
deje de ponerlo todo
sin que falte en una letra,
y que nos haga
una loa
tan acabada y perfecta,
que no la pudiera hacer 195
tan linda Lope de Vega".
Pues, desdichado
de mí,
que en mi vida fui poeta
ni le ha habido en mi linaje
por el siglo de mi aguela, 200
ni jamás hice una
copla
ni sé qué tamaño tenga:
¿qué me piden estas monjas,
quieren que mi juicio pierda?
Si yo no conozco
a Apolo 205
ni [a] aquellas ninfas o dueñas
a quien apellidan Musas
que influyen en los poetas.
Nunca subí en el
Pegaso8
ni en la fuente clara y bella 210
a quien llaman Cavalina,9
bebí una gota siquiera,
¿pues cómo puedo
yo hacer
la loa para la fiesta?
Valga Jesús el coloquio 215
que tantas penas me cuesta.
Aquel día, como
estaba
con tal hambre y tal flaqueza,
dije que haría la loa,
y mucho más prometiera. 220
¡Oh lentejas
desgraciadas!
¡Oh desventuradas berzas!
Pluguiera a Dios que ponzoña10
y tósigo se volvieran
antes que el
pobre gaznate 225
a engullirlas se atreviera,
pues me veo por su causa
en una aflicción como ésta.
Señoras, denme
una loa
así yo santas las vea, 230
sea chica o sea grande,
sea nueva o sea vieja,
para que pueda
cumplir
con tan terribles torneras,
que si yo no se la doy, 235
he de perder, cosa es cierta,
la limosna que me
dan,
que es por agora mi renta.
¿Que no supiera yo hacer
una loa mala o buena? 240
¿Que sea tan
desgraciado,
que tan poca maña tenga?
Quiero probar y empezar
alguna copla siquiera.
Aunque me coma
las uñas 245
y aunque me pele las cejas
no podré, es cosa de burla,
no me ayuda la cabeza,
que como el
sustento es parco,
mucho se me bambolea. 250
¿Es posible que aun un verso11
me ocurra? ¿Hay tan gran dureza
que no halle un
consonante
con todas mis diligencias?
Ea, que va, y en mi ayuda 255
todo el poetismo venga.
Aquí de Terencio
y Plauto,
aquí de Lope de Vega,
que de lo antiguo y moderno
fueron luz de los poetas. 260
Quiero empezar a decir
las dichas de la profesa,
glorioso san Policarpo,
san Damián... Es cosa cierta
que no acierto a
decir cosa 265
que algún consonante tenga,
ni por la imaginación
me ha pasado cosa de estas.
Señoras, no puedo
más,
yo quisiera ser poeta 270
cultífero y criticaco,12
y el gran Taborlán de Persia,13
pero mi ingenio
no puede
salir con aquesta empresa.
Y por Dios que me disculpen 275
con las señoras torneras
pues para
hacerles la loa
he puesto las diligencias;
que si la vida importara,
que se den por satisfechas 280
y que la
encarguen a otro,
que con ingenio y con letras,
las saque de aqueste empeño
con más gracia y agudeza,
que yo en prosa
las diré 285
que al coloquio se prevengan
con benévola atención,
que le ha compuesto Marcela
por el deseo que
tiene
que las madres se entretengan. 290
Porque las ama de suerte,
y de suerte las venera,
que todo cuanto
trabajo
el escribirlo le cuesta
y el estudiarlo también, 295
que muy buen tiempo la lleva,
lo diera por bien
gastado,
aunque eterno el tiempo fuera,
por acertar a servir
a quien tanto amor confiesa. 300
Ahora me falta
pedir
a todas sus reverencias,
que si vienen a informarse
de este caso las torneras,
las digan que
hice la loa 305
y que han quedado contentas,
porque no pierda mi hambre
lo que la mata y remedia.
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