11. Otra loa. A una
profesión*
Discretísimo senado,1
en quien religión, prudencia
y entendimiento se igualan
por no entrar en competencia,
suplico a sus
caridades,
5
también a sus reverencias2
(perdonen que van después
aunque el verso da licencia) :
Loquitur carmina3
totius frasis sonat.
10
En fin, suplico a
vustedes4
me estén un ratico atentas,
y a un diluvio de trabajos,
a un estanque de miserias,
a un océano de
males
15
presten piadosas orejas.
Vengo, madres y señoras,
con una muy grande pena,
con una angustia
mortal
por una inaudita
ofensa;
20
no habrán oído en su vida
desgracia que lo parezca,
aflicción que así
lo indique,
ni pudrición con más lenguas.
Abundantiam malorum,5
25
tacitum nunquam.
Bien se acordarán
que soy
un licenciado poeta,6
que por ser tan conocidas,
no referiré mis
prendas.
30
Ya conté de mi
prosapia,
mi linaje y descendencia,
de mi padre y de mi madre
dije hazañas y nobleza,
mas, olvidóseme
entonces
35
de contar... y es cosa cierta
que la vi con estos ojos
que encubaron a mi agüela,7
mas, vuelvo a lo
que decía,
que las cosas de la tierra,
40
por más que ensalcen a un hombre,
de vanidad están llenas.
Vanitas humana,8
pessima infirmitas.
Digo, pues,
que ya les
dije
45
una noche en cierta fiesta,
cómo era un estudiante9
que pasaba con pobreza,
Necesitas
magna10
caret lege.
50
Pues ésta me dio
ocasión
a que contase mis menguas
en un convento de monjas,
mejor dijera, de fieras
en lo crüel, en
lo
acervo11
55
más que víboras se ostentan.
No digo que lo son todas;
con decoro y con decencia
hablaré de las
demás,
que sólo tres me atormentan:
60
éstas son las provisoras,
las mujeres más sangrientas,
monjidemonios
escuadra
y el colmo de la miseria.
No soy hombre
arrojadizo,12
65
que no pronuncia mi lengua
palabras, que la
razón
las ministra con gran fuerza,
no deja contar el caso
y la acción crüel y
fiera
70
de estas de
hierro mujeres,13
el enojo y la vergüenza.
Si tienen por ahí un trago,14
me le den sus reverencias
porque tengo la
garganta,
75
con la cólera, muy seca.
Animum debilem15
vinum corroborat.
Supe que, en
aquel convento,
había una grande
fiesta
80
a las bodas celestiales16
de un ángel que a Dios se entrega,
y, como sabía yo,
que, en ocasiones como ésta,
recitan las
religiosas,17
85
a lo devoto, comedias,
digo, coloquios
divinos,
que útilmente las divierta,
parecióme que podría
con mi ingenio y con mis letras, 90
haciéndoles una
loa,
salir de tanta miseria18
y, por lo menos, comer
un par de días siquiera.
Y luego se me
ofreció
95
que el secretario Carencia,19
liberal en tal acción,
la casa tendría llena.
Parto al convento
en dos saltos,
mas, ay, que topé a la puerta
100
un león, un tigre hircano,20
en fin, con una Marcela.
Lleguéme por un
ladito
y díjele con modestia:
"Madre mía, tengo a
dicha
105
topar con su reverencia
porque la traigo
una cosa21
que habrá menester por fuerza.
Aunque me ve capirroto,22
tengo un jirón de poeta
110
y me precio de
dicípulo
de aquella fecunda Vega23
de cuyo ingenio los partos
dieron a España nobleza.
Hele compuesto
una
loa
115
para acompañar la fiesta,
y quisiera fuera tal
que a todas gusto las diera".
"¿Adónde tiene
la loa?"
me respondió
boquisesga,24
120
boquiseca, boquiabrojos,
boquiespinas y asperezas.
"Madre, en
el seno la traigo;
vela aquí su reverencia."
"Muestre, amigo; Dios le
guarde 125
que me voy a rezar tercia."25
"Madre
mía", repliqué,
"hágame su reverencia
caridad de darme algo,
que es muy grande mi
pobreza".
130
"Jesús,
amigo, Jesús,
mucho mayor es la nuestra:
a cuarenta y dos personas
este convento sustenta
con cien mil
obligaciones
135
y con poquísima renta,
y no cobramos un real
y tenemos muchas deudas."
"Yo lo creo
cierto así",
le dije, "madre, mas
vea
140
que mi pobreza y mi hambre
con muy poco se remedia:
con que me dé una
escudilla26
de berzas u de lantejas27
habrá cumplido
conmigo
145
y hecho una obra muy buena".
"En verdad
que está eso bueno,
un real cuesta cada berza,
cada escarola seis cuartos,
cada hanega de
lantejas
150
puestas aquí, y
de subirlas,
bien llegarán a cincuenta;
y luego los mozos piden
ya de beber, ya merienda28
¿No es esto
verdad,
Mariana?29
155
Y como todo nos cuesta
más que vale, sabe Dios
que quisiera no comieran
las monjas."
Esto decía
una de sus
compañeras,
160
y parecían hermanas
en lo mísero y la flema.
Mas la otra
monjirripio,30
la segunda compañera,
más piadosa aunque muy poco, 165
aqueste caso modera:
"Mariana,
tráele a este pobre,
que dejé en la cobertera
dos puerros y un güebo casi,
que sólo falta la
yema".
170
"Eso tengo
para mí,
con que ahorraré la cena;
no lo dé su caridad,
voy a cerrar la despensa.
Bien se ve cuán
poco
sabe
175
su caridad lo que cuestan
las cosas pues tan sin tiento,
manirrota las franquea."
Esto dijo aquella
sierpe,
aquella áspera
Marcela.
180
Yo, un poco más atrevido,
que la razón da licencia,
le dije:
"Pues, madre mía,
en una fiesta como ésta,
¿no ha sobrado alguna cosa?
185
¿Es posible que una pera,
un poquito de
pescado,
un poco de pan no tengan?".
"Si me ha sobrado pescado,
si fruta o cosas como éstas,
190
¿no ve, hermano,
que me falta
casi toda la Cuaresma?
En ella: la Encarnación,
san Josef, que es la primera,
Jueves Santo, que
es forzoso
195
dar una comida buena,
Resurrección, cien apóstoles
que entre Pascuas se celebran,31
la Cruz de Mayo,
santa Ana,
primero la Magdalena..."
200
Y si yo no la atajara,
el calendario leyera
sin dejar santo
ni santa
en el cielo ni en la tierra
a quien esta mujer
dura
205
en sus fiestas no metiera.
Digo en su
ponderación,
que en refitorio no entran32
si no es en el Flosantorum
o en otra sacra
leyenda.
210
"¿Es
posible", repliqué,
"que un poco de pan les falta?"
"Y cómo si falta, amigo",
respondió la muy
pelada,33
"ya ve cuán
caro es el
pan,
215
y siete hanegas no bastan34
para el gasto del convento
para una sola semana,
y estamos, si no
lo sabe,
muy por extremo alcalzadas".35
220
No alcancéis, plegue a san Bruno,
a tener un poco de agua
mujeres las más
crüeles,
las más míseras y malas
que han contado las historias
225
ni que han fingido las fábulas.
Dios os dé hambre
canina36
y no podáis apagarla,
y siempre el pan que comáis
no os pase de la garganta.
230
Toda la demás
comida
se os vuelva amarga o salada,
en el caldo halléis mil moscas,
en los güevos, garrapatas,37
los
higos despidan
tierra
240
y mil gusanos las pasas;
en la cabeza os dé tiña,38
en las manos os dé sarna;
veáis en vuestras
despensas
ratones en
abundancia.
245
Y en este discurso largo
que de vuestro oficio os falta,
no quede muela ni
diente
que a las monjas no se caiga;
déles grandes
desconciertos,39
250
todas vomiten sin tasa,
males de madre
sin cuenta,40
lombrices, dolor de ijada.
Gastéis a arrobas el vino,41
a todas ofenda el
agua,
255
no pueda comer
ninguna
aceitunas ni ensalada;42
destiérrese todo aquello
con que sois más aliviadas,
sólo gastéis
lectuario,43
260
bizcochos, nueces moscadas,
y todas digan a voces
que habéis querido matarlas.
Y a no ser yo tan
paciente,
más maldiciones
echara,
265
que el justo enojo me obliga
a demostración tamaña.
|