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Literatura Conventual Femenina Sor Marcela de San Felix Hija de Lope de Vega Sor Marcela - Obra completa IntraText CT - Texto |
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29. Otro. Al Santísimo Sacramento*
A la mayor fineza1 que de tu amor contemplo consagro, Jesús mío, estos humildes versos. La de tu encarnación, 5 la de tu nacimiento, manifiestan tu amor con infinito exceso. De tu vida en el mundo los trabajos inmensos 10 que amante padeciste, que deseaste tierno, con gran primor ostentan el fuego de tu pecho y el celo con que siempre 15 buscaste mi remedio. Tus dolores y afrentas, lágrimas y tormentos que sufriste por mí, declaran tus incendios. 20 Y, en fin, treinta y tres años que en tan pobre destierro, siendo Dios soberano, viniste padeciendo, y la muerte afrentosa, 25 que, inocente cordero, en una cruz pasaste víctima al Padre Eterno. Todas estas finezas que admiran a los cielos, 30 que pasman a los hombres, las estimo y venero, pero la de quedarte en comida y sustento, que diga es la mayor 35 permítelo a mi afecto. Este fue el non plus ultra2 de tu poder inmenso; pudo llegar aquí de tu amor el exceso. 40 Más no pudo pasar ni hacer mayor empeño, que en fineza tan grande echaste todo el resto. Quererte cada día, 45 entrar en nuestros pechos y unirnos a ti mismo con lazos tan estrechos, parecen demasías, parecen más que extremos; 50 no diré son delirios, como a Dios te respeto. No puede tu deidad tener arrojamientos: eres perfecto y santo, 55 y sumamente recto. Pero dame licencia, que a lo llano y grosero te haga una pregunta con mi corto talento: 60 ¿quedástete con algo en ese ser inmenso, o me lo diste todo en este sacramento? Todo te comunicas, 65 así lo afirmo y creo, al gusanillo vil,3 indigno, tosco y feo; no tiene el cielo más que yo tengo en mi pecho: 70 a mi dicha envidïoso parece que le veo. ¿Es mi correspondencia igual a tanto empeño? ¿Hágote dueño solo 75 de todo cuanto tengo? ¿Consumo en holocausto la vida, los deseos, potencias y sentidos y, en fin, el alma y cuerpo? 80 Ya sé que no es así, y que ingrato y grosero, mi amor nunca te paga del tuyo los excesos. ¡Qué enamorado estabas, 85 querido por quien muero, cuando por obligarme te diste todo entero! Soberano favor y beneficio inmenso 90 hiciste a nuestras almas con este pan del cielo.4 ¿Que coma en abundancia este cuerpo grosero, este manjar precioso 95 que está de gustos lleno, la suma de las gracias, de virtudes el premio y la acción más heroica que tu saber ha hecho, 100 el requiebro más dulce de tu abrasado pecho, el ósculo más puro y el abrazo más tierno? ¿Y que puedan gozarte 105 los grandes y pequeños, el gigante en virtud y en ella el más pigmeo; que tanto Dios con gusto se aposente en mi pecho 110 viniendo a tu grandeza estrecho todo el cielo? ¿Que sea tu custodia5 y tu florido lecho mi tibio corazón, 115 mi limitado centro, que entrañas no muy puras te sirvan de aposento y que estés más gustoso que en tu palacio eterno? 120 Mucho juicio me sobra o que es muy poco pienso, pues de amor u de asombro, Dios mio, no le pierdo. ¿Que pueda yo imprimir6 125 en tu costado abierto mis labios tantas veces que a recibirte llego, que tus hermosas llagas deposite en mi pecho, 130 y las pueda tocar y darlas dulces besos, que tu carne virgínea me sirva de alimento, y tu sangre real 135 de néctar verdadero? Alábente, Señor, en acordado acento los cantores süaves del coro más supremo. 140 Alábete también la capilla del suelo del humano linaje con nuevos instrumentos, que busque el alegría 145 y el agradecimiento en casa del fervor, artífice muy diestro: abrase nuestras almas, inflame los deseos. 150 Danos amor desnudo, pacífico y perfecto.
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* Páginas 358-365. Título: romancillo de siete sílabas.
1 (vv. 1 y 2) mayor fineza: SM considera ésta la del Santísimo Sacramento, es decir, el haberse quedado Jesús en la tierra como sustento de las almas, por encima de las otras finezas que menciona a continuación. 2 (v. 37) ver lo que se dice en las notas a los vv. 61-68 del romance anterior [28]. 3 (vv. 67-68) el "gusanillo vil..." es el ser humano. 4 (v. 92) pan del cielo: la Eucaristía. 5 (v. 113) custodia: es el lugar (generalmente se trata de joyas de oro y plata) donde se guarda en las iglesias la hostia consagrada y se expone en el altar para veneración de los fieles. Al comulgar, el corazón de SM se convierte en custodia. 6 (v. 125 y ss.) SM imagina a la hostia que recibe en la Comunión como a Cristo mismo, pudiendo por ello darle besos en la herida del costado. |
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