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Literatura Conventual Femenina
Sor Marcela de San Felix
Hija de Lope de Vega
Sor Marcela - Obra completa

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  • 5. ROMANCES
    • 32. Otro, al jardín del convento
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32. Otro, al jardín del convento*

 

    En estas verdes hojas1

         que aquesta fuente riega

         con agua de mis ojos,

         que suya no la lleva,

    contemplo, amado mío,2   5

         tu grande providencia,

         tu beldad soberana

         y tu hermosura inmensa.

    También, por el contrario,3

         conozco mi vileza,       10

         mi imperfección sin par,

         mi descuido y tibieza,

    pues las hojas y flores,

         que crecen tan apriesa,

         con sus calladas voces  15

         significan mis menguas,

    y siempre que las miro,

         parece que me enseñan

         que yo sola en el mundo

         soy la que nunca medra. 20

    Miro del cinamomo4

         aquella copia inmensa

         de su olorosa flor

         que tanto nos deleita;

    parece que, a porfía,        25

         su multitud afecta

         llevarse de las flores

         la palma de belleza.

    En las guardadas rosas5

         a quien espinas cercan,  30

         de tus hermosas llagas

         la memoria refrescan.

    Los vistosos jazmines

         en su candor ostentan

         lo lindo de tus manos  35

         y liberal franqueza,

    porque, sin aguardar

         que los cojan por fuerza,

         ellos se dan al suelo

         sin hacer resistencia.   40

    Acuérdame tu olor

         la fragante mosqueta,6

         tan noble entre las flores

         y tan linda en sí mesma.

    El clavel estimado            45

         tu sangre representa,

         y por esto merece

         le traten con decencia.

    De tus hermosos labios,

         del coral dulce afrenta,7  50

         su cárdeno color

         me muestran las violetas.

    Majestüosa siempre,

         la cándida azucena

         tu bellísimo cuello        55

         venturosa semeja.

    La fecunda retama,8

         tan rubia como bella,

         de tus cabellos de oro

         me da memorias tiernas. 60

    Muestra, por abrazar,

         la siempre verde hiedra,9

         a que busque tu unión;

         provoca mi tibieza

    procurando ascender;      65

         si presumida trepa,

         humilde se aprisiona,

         que de amante se precia.

    Misericordia y paz

         este olivo me enseña   70

         que siempre las procure

         por costosas que sean.

    Las rojas clavellinas10

         y manutisas bellas,

         de mirar tu color         75

         parece que se precian,

    pero el bizarro lirio,

         con gravedad modesta,

         porque a él te comparas,

         más ufano campea.     80

    Süave el albahaca,11

         símbolo de pureza,

         su verdor apacible

         nuestra esperanza alienta.

    Clavelones, adorno12   85

         de las últimas fiestas,

         enseña que la muerte,

         como terrible, es cierta.

    Recuerdo de humildad

         es la hierba doncella;13   90

         aunque vistosa y grave,

         no sale de la tierra.

    Los amargos ajenjos14

         me enseñan a que tenga

         mortificado el gusto     95

         y el apetito venza.

    El robusto alhelí,

         que el invierno no seca,

         me fuerza a que haga rostro

         a toda la aspereza.    100

    El funesto ciprés,15

         aunque árbol de tristeza,

         provoca a devoción

         y soledad enseña;

    y la del nombre dulce,    105

         felicísima yerba

         que de santa María16

         nos acuerda y recrea.

    Las ásperas ortigas,

         intratables y fieras,    110

         en igualar mi agrado17

         presumen competencia.

    Entre todas las flores

         puede la gigantea18

         pretender, por amante, 115

         que alaben sus finezas:

    del sol enamorada,

         siempre mirarle intenta

         y, por vueltas que da,

         de seguirle no cesa.   120

    ¡Oh, cómo reprehende

         el descuido y tibieza

         con que busco, Dios mío,

         a tu amable presencia!

    Los árboles copados      125

         alegres manifiestan

         los sazonados frutos

         que el justo te presenta.

    Las abundantes parras

         alegres manifiestan,   130

         que a tu sangre real,19

         accidentes le prestan.

    Mis años mal gastados

         me acuerda aquesta higuera,

         pues ha crecido tanto 135

         y yo estoy tan pequeña.

    Y habiéndonos plantado

         en esta santa tierra

         casi en un tiempo mismo,

         mil ventajas me lleva. 140

    El riguroso invierno,

         con su mucha aspereza,

         os quita los vestidos

         y deja en gran pobreza:

   tolerando rigores            145

         y sufriendo inclemencias,

         me enseñáis, apacibles,

         a que tenga paciencia.

    Con suave agasajo,

         la alegre primavera   150

         siempre os sirve gustosa

         de madre y camarera;

 

 

    de la Resurrección20

         parece nos da nuevas

         cuando, sin menoscabo,  155

         nos tornen nuestra tierra.

    Los árboles y plantas,21

         las flores y las hierbas

         publican tu hermosura

         y dicen tu grandeza. 160

    Todas, Señor, me animan,

         me enseñan y me fuerzan

         a que te sirva y ame,

         te alabe y engrandezca.

 

 

 




* Páginas 371-377.

 



1 (vv. 1-4) con estos versos nos enteramos, como ya apuntó el marqués de Molins en su libro mencionado, que la fuente del jardín del convento, no tenía agua.



2 (v. 5) amado mío: Jesús.



3 (v. 9 y ss.) SM se compara con la naturaleza que crece a su alrededor.



4 (v. 21) cinamomo: el árbol que da la canela.



5 (v. 29) con este verso, comienza SM a ver en algunas de las flores una imagen o retrato de Jesús crucificado aunque no siempre aparezca bajo esa advocación.



6 (v. 42) mosqueta: "rosa pequeña y blanca, de una especie de zarza. Llámase así por su olor de almizcle del Latino Mosebus" (DA).



7 (vv. 50-51) del coral dulce afrenta,/su cárdeno color: los labios de Jesús son afrenta del coral, pero aquí los ve como los tendría en la cruz, cárdenos, y por eso las violetas se los recuerda.



8 (v. 57) retama: arbusto que produce flores amarillas.



9 (v. 62) hiedra: SM utiliza aquí esta planta con las connotaciones de unión, relacionadas con el amor (o el hogar), que se le aplicaban en el Siglo de Oro.



10 (vv. 73-74) clavellinas y manutisas: las clavellinas son flores muy parecidas al clavel y, como ésta, de varios colores pero de muy pocas hojas. Las manutisas son también muy semejantes al clavel en la forma y los colores; las hay dobles y sencillas y tienen muchas hojas.



11 (v. 81) albahaca: es hierba conocida y de muy buen olor. Es muy nutrida de hojas pequeñas y su color es de un verde acentuado y hermoso; de ahí que se la relacione con la esperanza. SM la llama "símbolo de pureza"; quizá sea por los efectos curativos que se le atribuyen en algunos lugares.



12 (v. 85) clavelones: según el DA es el clavel de la India, "la flor de la hierba dicha Othona". Es de color naranja o amarillo y en todo muy parecida al clavel. En estos versos, SM parece recordar que el convento los utilizó como adorno en las últimas fiestas que habían celebrado y que, a pesar de lo mucho que duraban, al fin acababan por marchitarse, lo cual le recuerda la muerte ineludible.



13 (v. 90) hierba doncella: planta usada en medicina como astringente.



14 (v. 93) amargos ajenjos: planta medicinal amarga y aromática.



15 (v. 101 y ss.) el ciprés es el árbol que se planta en los cementerios y por tanto se relaciona con los muertos y la soledad.



16 (v. 107) yerba de... santa María: planta estomacal. A causa del "nombre dulce" que lleva, a SM le recuerda a la Virgen María.



17 (v. 111) en igualar mi agrado: las ortigas, una hierba mala, producen flores que tienen espinas; aquí "mi agrado" parece referirse al modo de ser "áspero" que SM relaciona con esta planta. Es decir, que estas flores le hacen la competencia a SM en lo desagradable. Esto, desde luego, puede insertarse en el motivo de la "falsa modestia" de la época.



18 (v. 114) la gigantea: es lo que comúnmente se llama girasol.



19 (vv. 131-32) se refiere al vino que se extrae de las uvas que producen las parras. Este "accidente", bendecido por el sacerdote en el momento de la consagración durante la Misa, se convierte en la sangre de Cristo según el credo católico.



20 (vv. 153-55) de la Resurrección...  nuestra tierra: de la resurrección de Jesucristo, la fiesta más importante del Cristianismo, la cual generalmente ocurre en la primavera o muy cerca de ella; nuestra tierra, se refiere a Tierra Santa, en Jerusalén, donde se encuentra el sepulcro de Jesús. Demuestra así SM su preocupación por un tema candente durante la Edad Media y que continuó, particularmente en los medios religiosos, en esta época.



21 (v. 157 y ss.) SM nos da una visión de la creencia cristiano-pagana de ver a la divinidad reflejada en la creación.




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