3. La interpretación
común de la justificación
14. Las
iglesias luterana y católica romana han escuchado juntas la buena nueva
proclamada en las Sagradas Escrituras. Esta escucha común, junto con las
conversaciones teológicas mantenidas en estos últimos años, forjaron una
interpretación de la justificación que ambas comparten. Dicha interpretación
engloba un consenso sobre los planteamientos básicos que, aun cuando difieran,
las explicaciones de las respectivas declaraciones no contradicen.
15. En la
fe, juntos tenemos la convicción de que la justificación es obra del Dios
trino. El Padre envió a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores.
Fundamento y postulado de la justificación es la encarnación, muerte y
resurrección de Cristo. Por lo tanto, la justificación significa que Cristo es
justicia nuestra, en la cual compartimos mediante el Espíritu Santo, conforme
con la voluntad del Padre. Juntos confesamos: "Solo por gracia mediante la
fe en Cristo y su obra salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados
por Dios y recibimos el Espíritu Santo que renueva nuestros corazones,
capacitándonos y llamándonos a buenas obras"11.
16. Todos
los seres humanos somos llamados por Dios a la salvación en Cristo. Solo a
través de Él somos justificados cuando recibimos esta salvación en fe. La fe es
en sí don de Dios mediante el Espíritu Santo que opera en palabra y sacramento
en la comunidad de creyente y que, a la vez, les conduce a la renovación de su
vida que Dios habrá de consumar en la vida eterna.
17.
También compartimos la convicción de que el mensaje de la justificación nos
orienta sobre todo hacia el corazón del testimonio del Nuevo Testamento sobre
la acción redentora de Dios en Cristo: Nos dice que en cuanto pecadores nuestra
nueva vida obedece únicamente al perdón y la misericordia renovadora que de
Dios imparte como un don y nosotros recibimos en la fe y nunca por mérito
propio cualquiera que este sea.
18. Por
consiguiente, la doctrina de la justificación que recoge y explica este mensaje
es algo más que un elemento de la doctrina cristiana y establece un vínculo
esencial entre todos los postulados de la fe que han de considerarse
internamente relacionados entre sí. Constituye un criterio indispensable que
sirve constantemente para orientar hacia Cristo el magisterio y la práctica de
nuestras iglesias. Cuando los luteranos resaltan el significado sin parangón de
este criterio, no niegan la interrelación y el significado de todos los
postulados de la fe. Cuando los católicos se ven ligados por varios criterios,
tampoco niegan la función peculiar del mensaje de la justificación. Luteranos y
católicos compartimos la meta de confesar a Cristo en quien debemos creer
primordialmente por ser el solo mediador (1 Ti 2:5-6) a través de quien
Dios se da a sí mismo en el Espíritu Santo y prodiga sus dones renovadores (cf.
fuentes de la sección 3).
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