4.3 Justificación por
fe y por gracia
25.
Juntos confesamos que el pecador es justificado por la fe en la acción
salvífica de Dios en Cristo. Por obra del Espíritu Santo en el bautismo, se le
concede el don de salvación que sienta las bases de la vida cristiana en su
conjunto. Confían en la promesa de la gracia divina por la fe justificadora que
es esperanza en Dios y amor por él. Dicha fe es activa en el amor y, entonces,
el cristiano no puede ni debe quedarse sin obras, pero todo lo que en el ser
humano antecede o sucede al libre don de la fe no es motivo de justificación ni
la merece.
26.Según
la interpretación luterana, el pecador es justificado sólo por la fe (sola
fide). Por fe pone su plena confianza en el Creador y Redentor con quien
vive en comunión. Dios mismo insufla esa fe, generando tal confianza en su
palabra creativa. Porque la obra de Dios es una nueva creación, incide en todas
las dimensiones del ser humano, conduciéndolo a una vida de amor y esperanza.
En la doctrina de la "justificación por la sola fe" se hace una
distinción, entre la justificación propiamente dicha y la renovación de la vida
que forzosamente proviene de la justificación, sin la cual no existe la fe,
pero ello no significa que se separen una y otra. Por consiguiente, se da el
fundamento de la renovación de la vida que proviene del amor que Dios otorga al
ser humano en la justificación. Justificación y renovación son una en Cristo
quien está presente en la fe.
27. En la
interpretación católica también se considera que la fe es fundamental en la
justificación. Porque sin fe no puede haber justificación. El ser humano es
justificado mediante el bautismo en cuanto oyente y creyente de la palabra. La
justificación del pecador es perdón de los pecados y volverse justo por la
gracia justificadora que nos hace hijos de Dios. En la justificación, el justo
recibe de Cristo la fe, la esperanza y el amor, que lo incorporan a la comunión
con él14. Esta nueva relación personal con Dios se funda totalmente en
la gracia y depende constantemente de la obra salvífica y creativa de Dios
misericordioso que es fiel a sí mismo para que se pueda confiar en él. De ahí
que la gracia justificadora no sea nunca una posesión humana a la que se pueda
apelar ante Dios. La enseñanza católica pone el énfasis en la renovación de la
vida por la gracia justificadora; esta renovación en la fe, la esperanza y el
amor siempre depende de la gracia insondable de Dios y no contribuye en nada a
la justificación de la cual se podría hacer alarde ante Él (Ro 3:27).
(Véase fuentes de la sección 4.3)
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