Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
P. Jorge Loring, S. I. Para salvarte IntraText CT - Texto |
Extremaunción
97,8. UNCION DE LOS ENFERMOS . Se llama también
extremaunción por ser el último sacramento que recibe el cristiano antes de
salir de este mundo. Con él recibe un aumento de gracia para superar
victoriosamente la última batalla de la vida. Es un sacramento en el que, por
la unción con óleo bendecido y la oración del sacerdote, se confiere a los
fieles, que han alcanzado el uso de la razón, están gravemente enfermos y
arrepentidos de sus pecados, al menos con atrición, la salud del alma y la del
cuerpo si les conviene .
En caso de necesidad se puede emplear cualquier otro óleo vegetal: de linaza,
girasol, cacahuete, algodón, etc. Aunque el apropiado sea el de oliva .
Cuando uno está en peligro de muerte
, hay que avisar al sacerdote para que le dé los auxilios espirituales propios
de estos momentos, es decir, para que le confiese, le dé el Santo Viático y la
Unción de los Enfermos . No se debe esperar a que el enfermo esté
demasiado grave con peligro de que, cuando llegue el sacerdote, ya no tenga
lucidez y calma para hacer una buena confesión. Nadie se muere por llamar a
tiempo al sacerdote. En cambio, son muchos los que mueren en pecado por haber
llamado al sacerdote demasiado tarde. Cargan con enorme responsabilidad los
que, viendo a sus parientes, amigos, vecinos, etc., en peligro de muerte, no
avisan a tiempo al sacerdote para que les asista. Puede ser que muchos se condenen por un amor mal
entendido de sus familiares . Temen que el enfermo se asuste al recibir los
auxilios espirituales, y no temen que se presente ante el juicio de Dios con el
alma en pecado.
Como si en el incendio de una casa no se quiere avisar a los vecinos que
están durmiendo por temor de asustarles. Vaya una caridad tan rara! Además, en
caso de que el enfermo se asuste, este susto será pasajero, y una larga
experiencia enseña que los enfermos cuando se confiesan y comulgan se quedan
muy tranquilos. Es natural! Un
católico en peligro de muerte, siempre se alegra de recibir los auxilios de un
sacerdote. Algunas personas comprometen a su familia para que les avisen
con tiempo cuando llegue el momento de recibir los últimos Sacramentos. En
cambio, qué tremendo remordimiento deben tener los que se sientan culpables de
haber dejado morir a un enfermo sin los auxilios espirituales! Por el
contrario, qué consuelo tan grande deben sentir aquellos a quienes se deba que
el enfermo hiciera una buena confesión antes de morir! Y, qué agradecimiento
tan grande les guardará ese alma por toda la eternidad! Pero el que se haya
condenado porque las personas que le rodeaban no quisieron llamar a tiempo al
sacerdote, qué sentimiento guardará para con ellos?
Recuerdo una vez que fui a visitar a un enfermo que yo sabía que estaba grave.
En cuanto me quedé a solas con él me dijo: «Qué alegría he sentido, Padre, al
verle entrar por esa puerta! Estaba deseando llamarle, pero no me atrevía para
no asustar a la familia». Al salir me dice la familia: «Cómo le agradecemos,
Padre, que haya Vd. venido. Lo estábamos deseando, pero no nos atrevíamos a
decírselo al enfermo, para que no se asustara!»
Qué te parece? Unos y otros deseando
llamar al sacerdote; y, por un miedo absurdo de ambas partes, un enfermo iba a
morir sin confesión. Qué barbaridad! En cambio, después de la confesión, qué
tranquilidad para todos!
Por otra parte, es sabido que uno de los efectos de la unción de los enfermos
es dar al enfermo la salud del cuerpo si le conviene.
Si para dar la unción de los enfermos se espera a que la situación sea ya
irreversible, entonces el recobrar la salud será casi un milagro, y la unción
de los enfermos, de suyo, no hace milagros.
La unción de los enfermos debe recibirse cuando el enfermo está todavía en uso
de sus sentidos.
Para recibir la unción, el enfermo debe estar grave; pero no es necesario que
el peligro sea de muerte inminente . Basta que la enfermedad sea tal que haya
amenaza de peligro real por enfermedad o vejez 974.
La unción de los enfermos puede administrarse otra vez si recobrada la salud,
vuelve la gravedad .
A los muy ancianos se les puede administrar la extremaunción aunque no estén
enfermos, pues la vejez es ya una enfermedad incurable . Cuando el que va a
recibir la unción de los enfermos está en el uso de sus sentidos, debe antes
confesarse. Pero si hay peligro de que cuando llegue el sacerdote, haya perdido
el sentido, tiene obligación de hacer antes un acto de contrición.
El peligro de muerte debe estar dentro del cuerpo de la persona. Por eso
no puede administrarse la extremaunción a un criminal antes de ser ejecutado,
ni a los soldados antes de la batalla .
En caso de necesidad puede administrarse la extremaunción a los recién
fallecidos ; pues la muerte es la separación del alma y del cuerpo, y es
difícil señalar el momento preciso de esta separación.
La muerte aparente no coincide siempre con la muerte real.
La muerte no viene de repente. Es un proceso gradual de la vida actual a la
muerte aparente, y de ésta a la muerte real .
Se conocen casos de vuelta a la vida después de una muerte clínica, sin intervención
de milagro alguno.
La única señal de muerte real es la putrefacción del cadáver.
Cuando ésta se presenta con caracteres inequívocos, la muerte real es del todo
cierta . «Solamente hay una señal de la muerte absoluta: la putrefacción»
975.
Debe administrarse la unción de los enfermos, aunque el enfermo no haya podido
confesar, pues basta que tuviera atrición para que con este sacramento se le
perdonen sus pecados, incluso graves.
Hoy la Iglesia permite la incineración de los cadáveres 976.
Las cenizas de los cadáveres deben guardarse con todo respeto.
Mientras la legislación eclesiástica o civil no disponga otra cosa, yo sugiero
que el mejor sitio de estas cenizas es el nicho de un familiar.