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P. Jorge Loring, S. I. Para salvarte IntraText CT - Texto |
Infierno
99.- EL INFIERNO ES EL TORMENTO ETERNO DE LOS QUE MUEREN SIN
ARREPENTIRSE DE SUS PECADOS MORTALES.
99,1. El infierno es el conjunto de todos los males sin mezcla de bien
alguno. La existencia del infierno eterno es dogma de fe. Está definido en el
Concilio IV de Letrán 982. Siguiendo las enseñanzas de Cristo , la
Iglesia advierte a los fieles de la triste y lamentable realidad de la muerte
eterna, llamada también infierno .
«Dios quiere que todos los hombres
se salven»983.
Pero el hombre puede decir no al plan salvador de Dios, y elegir el
infierno viviendo de espaldas a Él. El pecado es obra del hombre, y el infierno
es fruto del pecado. El infierno es la consecuencia de que un pecador ha muerto
sin pedir perdón de sus pecados . Lo mismo que el suspenso de una asignatura es
la consecuencia de que el estudiante no sabe.
Jesucristo habla en el Evangelio quince veces del infierno, y catorce veces
dice que en el infierno hay fuego . Y en el Nuevo Testamento se dice veintitrés
veces que hay fuego. Aunque este fuego es de características distintas del de
la Tierra, pues atormenta los espíritus , Jesucristo no ha encontrado otra
palabra que exprese mejor ese tormento del infierno, y por eso la repite. La
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe dijo, el 17 de mayo de 1979, que
«aunque la palabra "fuego" es sólo una "imagen", debe ser
tratada con todo respeto».
En el infierno hay otro tormento que es el más terrible de todas las penas del
infierno . Según San Juan Crisóstomo , es mil veces peor que el fuego
984.
San Agustín dice que no conocemos un tormento que se le pueda comparar
985.
Los teólogos lo llaman pena de daño . Es una angustia terrible, una especie de
desesperación suprema que tortura al condenado, al ver que por su culpa perdió
el cielo, no gozará de Dios y se ha condenado para siempre. La Biblia pone en
boca del condenado un grito terrible: «Me he equivocado» 986.
Ahora, como no entendemos bien ni el cielo ni el infierno, no comprendemos esta
pena, pero entonces veremos todo su horror .
No hay que confundir «el infierno»
con «los infiernos» a los que fue Cristo después de morir.
Rezamos en el credo de los Apóstoles: «Descendió a los infiernos».
Aquí «los infiernos» se refiere al «lugar de los muertos», como se dice en el
Canon IV de la Misa. Era el «Sheol» para los judíos. Allí fue Cristo a
anunciarles la Redención. A la
morada de los muertos también la llamamos «el limbo de los justos» 987.
Los Testigos de Jehová niegan la existencia del infierno basados en que Cristo
, a veces, empleó la palabra «sheol» que significa tumba.
Pero la palabra «sheol» significa infierno en el sentido
teológico, pues si las almas de los justos son librados por Dios del «sheol»,
éste no podemos considerarlo como domicilio común de todos los muertos . Pero
la doctrina católica sobre la existencia del infierno no se basa en palabras
metafóricas que Cristo pudo emplear en alguna ocasión, sino en la doctrina que
desarrolló repetidas veces en sus enseñanzas, tal como se contiene en el
Evangelio.
99,2. El infierno es la negación del amor y el fracaso de nuestra libertad .
El infierno es la condenación eterna. Es el fracaso definitivo del hombre.
Aquel que, con plena conciencia de lo que hace, rechaza la palabra de Cristo y
la salvación que le ofrece; o quien , luego de aceptarla, se comporta
obstinadamente en contra de su ley; o aquel que vive en oposición con su
conciencia: éstos tales no llegarán a su destino de bienaventuranza y quedarán,
por desgracia suya, alejados de Dios para siempre .
Puede ser interesante mi vídeo «El infierno: fracaso definitivo».
A algunos, que no han estudiado a fondo la Religión, les parece que siendo Dios
misericordioso no va a mandarnos a un castigo eterno . Sin embargo, que el
infierno es eterno es dogma de fe988.
Pero hemos de tener en cuenta que Dios no nos manda al infierno; somos nosotros
los que libremente lo elegimos. Él ve con pena que nosotros le rechazamos a Él
por el pecado; pero nos ha hecho libres y no quiere privarnos de la libertad
que es consecuencia de la inteligencia que nos ha dado. Jesucristo nos enseñó
clarísimamente la gran misericordia de Dios. Pero también nos dice que el
infierno es eterno. Cristo afirmó la existencia de una pena eterna, entre otras
veces, cuando habló del juicio final: «Dirá a los de la izquierda: apartaos de
mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo» 989.
Y después añade que los malos «irán
al suplicio eterno y los justos a la vida eterna» 990.
Es dogma de fe que existe un infierno eterno para los pecadores que mueran sin
arrepentirse.
Aunque Dios es misericordioso, también es justo. Dice la Sagrada
Escritura: «Tan grande como ha sido mi misericordia, será también mi justicia»
991.
Y su misericordia no puede oponerse a su justicia.
Como es misericordioso, perdona siempre al que se arrepiente de su pecado; pero
como es justo, no puede perdonar al que no se arrepiente.
La justicia exige reparación del orden violado. Por lo tanto, el que libre y
voluntariamente pecó y muere sin arrepentirse de su pecado, merece un castigo.
Y este castigo ha de durar mientras no se repare la falta por el
arrepentimiento; pues las faltas morales no se pueden reparar sin
arrepentimiento. Sería una monstruosidad perdonar al que no quiere
arrepentirse.
Dice Santo Tomás que Dios no puede perdonar al pecador sin que éste se
arrepienta previamente992.
Ahora bien, como la muerte pone fin a la vida, el arrepentimiento se hace ya
imposible , porque después de la muerte ya no habrá posibilidad de
arrepentirse993.
Después de la muerte no se puede merecer nada: con la muerte se acaba el tiempo
de merecer994.
La falta del pecador que murió sin arrepentirse queda irreparada para siempre,
luego para siempre ha de durar también el castigo .
En el infierno no es posible el arrepentimiento, lo mismo que en el cielo no es
posible pecar . Los bienaventurados del cielo se sienten tan atraídos por el
amor de Dios, que el atractivo del pecado les deja indiferentes .
Dios es infinitamente justo y no puede quedar indiferente ante las maldades que
se hacen en este mundo. Cómo van a estar lo mismo en la otra vida, el asesino,
el ladrón, el egoísta y el vicioso, que el honrado y caritativo con todo el
mundo» Evidentemente tiene que haber un castigo para tanta injusticia, tanto
crimen y tanta maldad como queda en este mundo sin castigo. El temor al
infierno no es el mejor motivo para servir a Dios. Es mucho mejor servirle por
amor, como a un Padre nuestro que es. Pero somos tan miserables que a veces no
nos bastará el amor de Dios, y conviene que tengamos en cuenta el castigo
eterno, porque es una realidad. Cristo
nos lo avisa para que nos libremos de él.
Se oye decir de labios irresponsables: Hoy a la juventud no le interesa la
religión del miedo o de las seguridades . Depende: tener miedo a cosas irreales
es de idiotas; pero cerrar los ojos a los peligros reales es de imbéciles. Lo
mismo: buscar seguridades ficticias es de idiotas; pero despreciar seguridades
reales y preferir inseguridades, es de imbéciles.
El concepto de eternidad se opone al concepto de tiempo, que supone un antes y
un después. La eternidad supone una duración ilimitada, una permanencia
interminable . Una imagen que puede ayudar a entender la eternidad es un reloj pintado
a las nueve en punto. Por mucho que esperemos, nunca señalará las nueve y
cinco.
99,3. Debemos pedir a Dios muy a
menudo que nos proteja en las necesidades de la vida. Dios tiene en su mano
todos los acontecimientos de la vida y los gobierna con amorosa Providencia.
Dios está siempre presente en nuestras vidas. Nos ayuda y protege
continuamente. Pero muchas personas sólo se acuerdan de Él cuando lo
necesitan. Lo mismo pasa con el aire, que sólo nos acordamos de él cuando nos
falta para respirar.
Sabemos que Dios es bueno y cuida de
nosotros; aunque a veces no entendamos su Providencia.
Fiémonos de Él que está arriba y ve más. El que está en la cumbre señala mejor
el camino de la subida que el que está abajo, que no ve que el camino que él
cree mejor está cortado por un precipicio tras una peñas. El buen padre de
familia quita a su hijo de botones para que aprenda un oficio. De momento deja
de ganar unas pesetas; pero de botones sólo aprende a llevar cartas y a cerrar
puertas, y cuando, por la edad, tenga que dejar el oficio, será un hombre
inútil. Aprender un oficio es a la larga mucho mejor. Dios nos guía como
un padre de familia a sus hijos.
El infierno existe, no porque lo quiera Dios, que no lo quiere; sino porque el
hombre libre puede optar contra Dios. No es necesario que sea una acción
explícita. Se puede negar a Dios implícitamente, con las obras de la vida. Si
negamos la posibilidad del hombre para pecar, suprimimos la libertad del
hombre. Si el hombre no es libre para decir NO a Dios, tampoco lo sería para
decirle SI. La posibilidad de optar
por Dios incluye la posibilidad de rechazarlo .
El gran misterio del infierno es que aunque Dios desea la salvación de todos
los hombres, nosotros somos capaces de condenarnos. Dios nos ha creado libres y
quiere que nos comportemos como tales. Negar la posibilidad de condenarnos es
negar la libertad del hombre. Es anular al hombre. Afirmar que existe el
infierno es tomar en serio la libertad del hombre. Dios ofrece la
salvación, no la impone. El infierno es el respeto de Dios por tu última
voluntad. Si tú libremente elegiste el pecado, mientras no te retractes, Dios
te respeta. Y como con la muerte se acaba tu libertad, no cambiarás
eternamente.
99,4. Se presenta el problema del mal .
El mal es un misterio que supera el
entendimiento humano. Nos debe bastar el saber que Dios saca bienes de los
males . Por ejemplo, para que el pecador reconozca su falta y se arrepienta;
para que el justo expíe sus faltas en este mundo, gane así mayor gloria en el
cielo, y dé buen ejemplo al prójimo con su paciencia; para que los hombres
vivan más despegados de las cosas de la Tierra, porque esta vida es tiempo de
prueba y no de premio, etc.
A veces, es difícil consolar a unos padres que han perdido a su niño
angelical. Pero no podemos olvidar que Dios es padre amorosísimo, y no permite
nada que no sea en bien nuestro. Dios conoce el futuro, y sabe si esa criatura
angelical va a perseverar así o se va a torcer con gran daño para sí y para sus
padres. Puede ser que la muerte angelical
de ahora sería muy diferente el día de mañana.
Confiemos en que los planes de Dios son siempre para nuestro mayor bien.
Puede ser que en un caso concreto, no alcancemos a ver el bien que Dios saca de
ese mal. Pero ya nos dice San Pablo que para los que aman a Dios, todo coopera
en su bien .
Dios en su infinita Sabiduría subordina un bien inferior a un bien
superior, el bien material al espiritual, el físico al moral, el profano al
religioso, el terreno al celestial; porque no estamos hechos para la tierra
sino para el cielo, no para el tiempo sino para la eternidad .
Sin negar el problema del mal, vamos a dar algunas ideas aclaratorias.
Mal es la carencia de un bien
debido. Para la piedra no es un mal el no poder ver, pero sí lo sería
para mí. En cambio para mí no es mal no tener alas, pero sí lo sería para un
águila. Por eso dice Santo Tomás que el mal no es cualquier carencia de un
bien, sino la carencia de un bien propio de una determinada criatura.
El único mal absoluto es el infierno: Todos los demás males son relativos: para
unos sí, y para otros no; en un sentido sí y en otro no. Un terremoto puede ser
un mal para mí, que en él he perdido mi casa y algunos seres queridos; pero no
lo es para la Tierra que ha conseguido más estabilidad en su masa. Una
enfermedad es un mal para mí en el sentido de que me hace sufrir, pero puede
ser un bien si con ella me santifico y merezco más para el cielo.
En el hombre el mal físico produce
dolor, y el mal moral es producido por el pecado. El mal físico es consecuencia
de las leyes de la Naturaleza. El mal moral es consecuencia del mal uso de la
libertad humana. Para evitar el mal moral, Dios tendría que quitar la libertad
al hombre. Todo hombre libre es capaz de pecar . Y un hombre sin libertad
dejaría de ser hombre. La libertad para ser bueno o ser malo es lo que
hace meritorio ser bueno . Y hacer
méritos para la vida eterna, es para lo que Dios nos ha puesto en la Tierra.
Dice San Pablo : «Sabemos que Dios hace converger todas las cosas para el bien
de aquellos que le aman»995.
Si Dios impidiera al hombre hacer el mal, violentaría su libertad.
Dios tiene sus razones para permitir
el mal. A nosotros nos basta con saber que Dios tiene Providencia, aunque
desconozcamos sus caminos. La fe nos da la certeza de que Dios no permitiría el
mal si no hiciera salir el bien del mal mismo, por caminos que nosotros sólo
conoceremos plenamente en la vida eterna .
Evidentemente que Dios pudo haber hecho un mundo con otras leyes físicas. Pero
todo mundo imaginable es perfectible. Para no poder ser superado hay que
ser Dios, que es el único ser Omniperfecto. Dios ha pensado que este mundo es
suficientemente bueno para que en él viva el hombre, y gane la gloria eterna
que es el fin para el cual ha sido creado.
Pero, sobre todo, la respuesta al dolor es Cristo , que quiso pasarlo primero
para animarnos a sufrir. Como la madre que prueba primero la sopa delante del
niño, que no quiere comer, para animarle. El sufrimiento humano, individual o
colectivo, a veces sólo tiene una respuesta: Cristo crucificado.
La Redención de la humanidad se ha
hecho por el dolor. Por
eso muchos santos han amado el dolor. El calvario se ha convertido en la
meta ideal, según aquello de San Pablo que «no quería gloriarse de otra cosa
que no fuera la cruz de Cristo»996.
Y por extraña paradoja, el sufrir por amor a Cristo es una fuente inefable de
consuelo. También lo dijo San Pablo : «Sobreabundó de gozo en medio de mis
tribulaciones»997.
Y es que el sacrificio realizado por amor pierde toda su dureza.
Incluso se convierte en alegría cuando se ama de verdad . Y además, la
esperanza de la gloria. El dolor pasará, las tribulaciones se acabarán, el
sufrimiento se extinguirá para siempre. Y todo ello quedará substituido por una
sublime e incomparable gloria que no terminará jamás . Por eso dice San Pablo :
«qué tienen que ver las amarguras y tribulaciones de la tierra si las
comparamos con la inmensa gloria que nos aguarda en la eternidad»» 998.
El cristiano no permanece pasivo ante el dolor propio o ajeno, y procura
prevenirlo con todos los medios lícitos de que dispone. (...)
Cuando los recursos humanos se han venido abajo, cuando la CIENCIA Y EL AMOR SE
HAN DECLARADO IMPOTENTES, EL CRISTIANO TIENE TODAVÍA un refugio. Para él, el
cielo no está vacío. En él vive un
Dios bueno,sabio y omnipotente del cual dependen todos los acontecimientos de
la vida y todos los fenómenos del universo. Un Dios que conoce nuestras
miserias y oye nuestras voces de auxilio, y puede, si le parece bien, socorrernos
y consolarnos.
Y cuando la oración no es oída enseguida, el cristiano no se
desanima.(...) Sabe aceptar con
serena resignación los designios inescrutables de Dios, que es el más amoroso
de los padres .
99,5. Todas las cosas tienen pros
y contras . La electricidad nos trae muchos bienes (iluminación,
telecomunicación, motores, etc.); pero también puede provocar un incendio por
cortocircuito y matar por electrocución. A pesar de los peligros que supone la
electricidad no por eso dejas de poner en tu casa instalación eléctrica. El
mundo que Dios ha hecho tiene muchas cosas buenas, pero a veces ocurren
adversidades y contratiempos. Son consecuencias de que el mundo es un ser en
evolución. La dinámica de la evolución provoca contrastes y conflictos .
A veces ocurren cosas que no comprendemos. Pero es absurdo querer entender a
Dios al modo humano. Es como si un
animal quisiera entender las ideas filosóficas humanas: es imposible. Es
lógico que el hombre no entienda a veces el proceder de Dios. A nosotros nos basta
saber que Dios es Padre, y permite el sufrimiento para nuestro bien. Lo mismo
que una madre le pone a su hijo una inyección que éste necesita, aunque le
duela. Dios deja actuar las leyes de
la naturaleza y la libertad de los hombres, y no los mueve como el jugador de
ajedrez las piezas.
Sin embargo, ha de ser un consuelo para nosotros saber que en igualdad de
circunstancias, en el cielo gozan más, los que más han sufrido en este mundo
con cristiana resignación. Es consolador saber que el sufrir pasa, pero el
premio de haber sufrido por amor a Dios durará eternamente . En el cielo
bendeciremos a Dios por aquellos sufrimientos que nos han merecido tanta gloria
eterna .
No nos engañemos con el aparente triunfo de algunos malos. En primer lugar,
porque el triunfo del malo se limita a esta vida, donde la experiencia enseña
que no se da triunfo completo y libre de mal. Pero, sobre todo, porque
el que peca es un fracasado para la eternidad, que es donde el fracaso es
completo e irremediable. El único que triunfa es quien se salva.