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P. Jorge Loring, S. I. Para salvarte IntraText CT - Texto |
Segundo Mandamiento
64.- EL SEGUNDO MANDAMIENTO DE LA LEY DE DIOS ES: NO TOMARAS
EL NOMBRE DE DIOS EN VANO.
64,1. El segundo mandamiento prohibe todo uso inconveniente del nombre de
Dios.
Toma el nombre de Dios el que jura ,
pues jurar es poner a Dios por testigo de la verdad de lo que se dice.
Para que el juramento sea lícito debe reunir las tres condiciones: que sea con
verdad, que sea con justicia, y que haya verdadera necesidad . No es
lícito jurar con duda . Debes estar moralmente cierto. La certeza moral excluye
toda duda razonable, pero no excluye en absoluto el temor a equivocarse. Con
todo, cuando se declara ante un tribunal se debe tener absoluta certeza de la
cosa: como ocurre con lo que se conoce por propia experiencia, o se ha oído de
personas que ofrecen total garantía. En este segundo caso hay que dejar bien claro que lo que se jura es haberlo
oído a personas dignas de crédito. El que jura con mentira peca gravemente, si
advierte que jura y sabe que miente. Poner a Dios por testigo de una falsedad
es injuriarle gravemente.
Jurar sin justicia es jurar hacer algo malo o que sea en perjuicio del prójimo.
El pecado será grave o leve según que lo que se jure sea grave o sea
levemente ilícito.
Si lo que se ha jurado es malo, no se puede cumplir. Serían dos pecados. Uno por jurar una cosa
mala, y otro por hacerla. Quien ha jurado hacer algo malo, debe dolerse de
hacerlo jurado y no cumplirlo. Jurar sin necesidad es jurar sin tener motivo
razonable para ello; como los que juran por costumbre.
El que jura con verdad pero sin necesidad, por costumbre, sin darse cuenta, no
comete pecado grave; pero tiene que corregirse de su mala costumbre.
Para que haya verdadero juramento es necesario que haya intención de jurar y
fórmula juratoria.
Quien finge jurar pronunciando la fórmula sin intención de jurar, peca porque
esto es una injuria a Dios.
La verdadera fórmula juratoria debe incluir, implícita o explícitamente la
invocación a Dios en testimonio de la verdad, v.gr.: te juro por Dios que... .
Expresiones como: si nos verdad que me muera , por la salud de mi madre , etc.,
deben considerarse como fórmulas juratorias que suponen poner a Dios por
testigo de la verdad, y que en caso contrario Él se encargará de castigar la
mentira. Frases que a veces se usan en la conversación como júramelo , te lo
juro , etc., no deben considerarse siempre como verdadero juramento, pues no
tienen intención de jurar.
Pero es una fea costumbre que debe corregirse. Muchas personas juran por simple muletilla. Esto
es indecoroso. Si quieres, puedes decir palabra de honor . Esto no es jurar; y
debe bastar para reforzar tu afirmación. A quien no le baste esto, te ofende.
64,2. Peca, además, contra este mandamiento el que dice cosas contra la
Religión, y el que dice blasfemias.
Blasfemia es toda expresión insultante contra Dios, la Virgen, los Santos o
cosas sagradas: ya sea con palabras, gestos, signos, dibujos, etc.
Dios castiga mucho la blasfemia. A veces, también en esta vida. Otros pecados
pueden hacerse por debilidad o por sacar algún provecho; por ejemplo robar.
Pero el que dice blasfemias no saca nada. La blasfemia es un pecado que va
directamente contra la majestad de Dios. Por eso a Dios le duele tanto y lo
castiga con gran rigor. La blasfemia es un pecado diabólico.
Si crees en Dios, comprenderás que
es un disparate insultarle. Y si no crees, a quién insultas?
Lo que pasa es que a veces se dicen blasfemias sin darse cuenta del todo. Por
mala costumbre.
Entonces lo que hay que hacer es proponerse muy en serio quitarse la mala
costumbre, pues aunque la blasfemia que se escapa sin querer no es pecado
grave, puede serlo el no poner empeño en corregirse. Y siempre son de muy mal ejemplo.
Oyéndote blasfemar, empiezan a hacerlo también los que antes no lo hacían: tus
hijos, tus compañeros de trabajo, etc. Para corregirte puede ayudarte el
ponerte un pequeño castigo. Por ejemplo, estar tantos días sin fumar cuantas
blasfemias se te escapen. Si te gusta el tabaco verás qué pronto te
corriges. Si no te atreves a tanto, prívate de algún cigarro, haz cualquier
otro pequeño sacrificio; pero no dejes la falta sin castigo. Si no fumas,
prívate de otra cosa que te guste mucho. Si no se te ocurre otra cosa, podrías
dar unos duros de limosna por cada falta. El ponerse castigos, es el mejor
medio para corregirse de un defecto. Si en alguna ocasión oyes alguna blasfemia
y puedes corregirla, hazlo así. Y si no puedes, di: «Alabado sea Dios». Si lo dices en voz alta, mejor; y sino te
atreves, al menos, dilo en voz baja.
64,3. No hay que confundir las
blasfemias -palabras injuriosas con las que se insulta a Dios, la Virgen, etc.-
con las palabras feas, que solemos llamar palabrotas y tacos.
Los tacos malsonantes y soeces son señal de baja educación y no deben decirse;
pero no son blasfemias, ni ordinariamente pecado. Algunos Académicos de la
Lengua opinan así sobre el uso de los tacos en la conversación:
Víctor García de Hoz : Suele ser un intento de llamar la atención, un propósito
de afirmar la personalidad.
Joaquín Calvo Sotelo : Suele ser signo de pobreza de vocabulario, o
simplemente de mala educación.
Carmen Conde : Me parece de muy mal gusto . Evaristo Acevedo: No soy partidario
de los tacos . Los tacos pueden sustituirse por palabras inofensivas: negocio!,
narices joroba! castañas! pamplinas! compadre! muchacho! rayos! recuerno!
repanocha!, etc. Elige una que te guste y te resulte sonora, pero no digas
palabras deshonestas.
64,4. También peca contra este mandamiento quien no cumple sus votos o
promesas hechas a Dios para reforzar nuestras súplicas y manifestar nuestro
agradecimiento.
El voto es una promesa hecha a Dios libre y deliberadamente, con la intención
de obligarse bajo pecado, de una cosa posible, buena y mejor que su contraria .
Hay obligación de cumplirlo bajo pecado grave o leve, según como uno se haya
comprometido. Sin embargo, una cosa ligera no puede hacernos contraer una
obligación grave.
No hay que confundir los votos y
promesas con los ofrecimientos que se hacen a Dios sin intención de obligarse a
cumplirlos bajo pecado. Antes de hacer un voto o promesa, deberías
consultar con una persona prudente: por ejemplo, con un sacerdote. Y si no has
podido hacerlo antes, hazlo después por si conviene que te lo dispense o te lo
conmute.
64,5. Son pecados graves contra este mandamiento la blasfemia, el no cumplir, pudiendo, los votos graves, y el jurar en falso.