Párrafo 6
EL HOMBRE
355
"Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer
los creó" (Gn 1,27). El hombre ocupa un lugar único en la creación:
"está hecho a imagen de Dios" (I); en su propia naturaleza une el
mundo espiritual y el mundo material (II); es creado "hombre y mujer"
(III); Dios lo estableció en la amistad con él. (IV).
I "A imagen de Dios"
356 De todas las criaturas visibles sólo el
hombre es "capaz de conocer y amar a su Creador" (GS 12,3); es la
"única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma" (GS
24,3); sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la
vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón
fundamental de su dignidad:
¿Qué cosa, o quién, te ruego, fue el motivo de que establecieras al hombre
en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con
el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por
ella. Por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien
eterno (S. Catalina de Siena, Diálogo 4,13).
357 Por haber
sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona;
no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de
darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la
gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor
que ningún otro ser puede dar en su lugar.
358 Dios
creó todo para el hombre (cf. Gs 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue creado
para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación:
¿Cuál es, pues, el ser que va a
venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande
y admirable figura viviente, más precioso a los ojos de Dios que la creación
entera; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la
totalidad de la creación, y Dios ha dado tanta importancia a su salvación que
no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque Dios no ha cesado de
hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta él y se sentara a su
derecha (S. Juan Crisóstomo, In Gen. Sermo 2,1).
359
"Realmente, el el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del
Verbo encarnado" (GS 22,1):
San Pablo nos dice que dos hombres dieron origen al género humano, a saber,
Adán y Cristo...El primer hombre, Adán, fue un ser animado; el último Adán, un
espíritu que da vida. Aquel primer Adán fue creado por el segundo, de quien
recibió el alma con la cual empezó a vivir... El segundo Adán es aquel que,
cuando creó al primero, colocó en él su divina imagen. De aquí que recibiera su
naturaleza y adoptara su mismo nombre, para que aquel a quien había formado a
su misma imagen no pereciera. El primer Adán es, en realidad, el nuevo Adán;
aquel primer Adán tuvo principio, pero este último Adán no tiene fin. Por lo
cual, este último es, realmente, el primero, como él mismo afirma: "Yo soy
el primero y yo soy el último". (S. Pedro Crisólogo, serm. 117).
360 Debido
a la comunidad de origen, el género humano forma una unidad. Porque Dios
"creó, de un solo principio, todo el linaje humano" (Hch 17,26; cf.
Tb 8,6):
Maravillosa visión que nos hace
contemplar el género humano en la unidad de su origen en Dios ...: en la unidad
de su naturaleza, compuesta de igual modo en todos de un cuerpo material y de
un alma espiritual; en la unidad de su fin inmediato y de su misión en el
mundo; en la unidad de su morada: la tierra, cuyos bienes todos los hombres,
por derecho natural, pueden usar para sostener y desarrollar la vida; en la
unidad de su fin sobrenatural: Dios mismo a quien todos deben tender; en la
unidad de los medios para alcanzar este fin; ... en la unidad de su rescate
realizado para todos por Cristo (Pío XII, Enc. "Summi Pontificatus"
3; cf. NA 1).
361 "Esta ley de solidaridad humana y de
caridad (ibid.), sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y
los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos.
II “Corpore et anima unus”
362 La persona humana, creada a imagen de Dios,
es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta
realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que "Dios formó al hombre
con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el
hombre un ser viviente" (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido
por Dios.
363 A
menudo, el término alma designa en la Sagrada Escritura la vida
humana (cf. Mt 16,25-26; Jn 15,13) o toda la persona humana (cf. Hch
2,41). Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre (cf. Mt
26,38; Jn 12,27) y de más valor en él (cf. Mt 10,28; 2 M 6,30), aquello por lo
que es particularmente imagen de Dios: "alma" significa el principio
espiritual en el hombre.
364 El
cuerpo del hombre participa de la dignidad de la "imagen de
Dios": es cuerpo humano precisamente porque está animado por el alma
espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el
Cuerpo de Cristo, el Templo del Espíritu (cf. 1 Co 6,19-20; 15,44-45):
Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, reúne en
sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos
alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por
consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por
el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha
sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día (GS 14,1).
365 La
unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma
como la "forma" del cuerpo (cf. Cc. de Vienne, año 1312, DS 902); es
decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un
cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos
naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza.
366 La
Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf.
Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, SPF 8) -no es
"producida" por los padres -, y que es inmortal (cf. Cc. de Letrán V,
año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se
unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final.
367 A veces
se acostumbra a distinguir entre alma y espíritu. Así S. Pablo ruega para que
nuestro "ser entero, el espíritu, el alma y el cuerpo" sea conservado
sin mancha hasta la venida del Señor (1 Ts 5,23). La Iglesia enseña que esta
distinción no introduce una dualidad en el alma (Cc. de Constantinopla IV, año
870: DS 657). "Espíritu" significa que el hombre está ordenado desde
su creación a su fin sobrenatural (Cc. Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y que
su alma es capaz de ser elevada gratuitamente a la comunión con Dios (cf. Pío
XII, Humani generis, año 1950: DS 3891).
368 La
tradición espiritual de la Iglesia también presenta el corazón en su
sentido bíblico de "lo más profundo del ser" (Jr 31,33), donde la
persona se decide o no por Dios (cf. Dt 6,5; 29,3;Is 29,13; Ez 36,26; Mt 6,21;
Lc 8,15; Rm 5,5).
III “Hombre y mujer los creó”
Igualdad y diferencia queridas
por Dios
369 El hombre y la mujer son creados,
es decir, son queridos por Dios: por una parte, en una perfecta igualdad
en tanto que personas humanas, y por otra, en su ser respectivo de hombre y de
mujer. "Ser hombre", "ser mujer" es una realidad buena y
querida por Dios: el hombre y la mujer tienen una dignidad que nunca se pierde,
que viene inmediatamente de Dios su creador (cf. Gn 2,7.22). El hombre y la
mujer son, con la misma dignidad, "imagen de Dios". En su
"ser-hombre" y su "ser-mujer" reflejan la sabiduría y la
bondad del Creador.
370 Dios no
es, en modo alguno, a imagen del hombre. No es ni hombre ni mujer. Dios es
espíritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos. Pero las
"perfecciones" del hombre y de la mujer reflejan algo de la infinita
perfección de Dios: las de una madre (cf. Is 49,14-15; 66,13; Sal 131,2-3) y
las de un padre y esposo (cf. Os 11,1-4; Jr 3,4-19).
“El uno para el otro”, “una unidad de dos”
371 Creados
a la vez, el hombre y la mujer son queridos por Dios el uno para
el otro. La Palabra de Dios nos lo hace entender mediante diversos acentos del
texto sagrado. "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una
ayuda adecuada" (Gn 2,18). Ninguno
de los animales es "ayuda adecuada" para el hombre (Gn 2,19-20). La
mujer, que Dios "forma" de la costilla del hombre y presenta a éste,
despierta en él un grito de admiración, una exclamación de amor y de comunión:
"Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne" (Gn
2,23). El hombre descubre en la mujer como un otro "yo", de la misma
humanidad.
372 El hombre y la mujer están hechos
"el uno para el otro": no que Dios los haya hecho "a
medias" e "incompletos"; los ha creado para una comunión de
personas, en la que cada uno puede ser "ayuda" para el otro porque
son a la vez iguales en cuanto personas ("hueso de mis huesos...") y
complementarios en cuanto masculino y femenino. En el matrimonio, Dios los une
de manera que, formando "una sola carne" (Gn 2,24), puedan transmitir
la vida humana: "Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra" (Gn
1,28). Al trasmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer,
como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra del Creador (cf.
GS 50,1).
373 En el plan de Dios, el hombre y la mujer
están llamados a "someter" la tierra (Gn 1,28) como
"administradores" de Dios. Esta soberanía no debe ser un
dominio arbitrario y destructor. A imagen del Creador, "que ama todo lo
que existe" (Sb 11,24), el hombre y la mujer son llamados a participar en
la Providencia divina respecto a las otras cosas creadas. De ahí su responsabilidad
frente al mundo que Dios les ha confiado
IV El hombre en el Paraíso
374 El
primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la
amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a
él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la
nueva creación en Cristo.
375 La
Iglesia, interpretando de manera auténtica el simbolismo del lenguaje bíblico a
la luz del Nuevo Testamento y de la Tradición, enseña que nuestros primeros
padres Adán y Eva fueron constituidos en un estado "de sant idad y de
justicia original" (Cc. de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad
original era una "participación de la vida divina" (LG 2).
376 Por la
irradiación de esta gracia, todas las dimensiones de la vida del hombre estaban
fortalecidas. Mientras permaneciese en la intimidad divina, el hombre no debía
ni morir (cf. Gn 2,17; 3,19) ni sufrir (cf. Gn 3,16). La armonía interior de la
persona humana, la armonía entre el hombre y la mujer, y, por último, la
armonía entre la primera pareja y toda la creación constituía el estado llamado
"justicia original".
377 El
"dominio" del mundo que Dios había concedido al hombre desde el
comienzo, se realizaba ante todo dentro del hombre mismo como dominio de sí.
El hombre estaba íntegro y ordenado
en todo su ser por estar libre de la triple concupiscencia (cf. 1 Jn 2,16), que
lo somete a los placeres de los sentidos, a la apetencia de los bienes terrenos
y a la afirmación de sí contra los imperativos de la razón.
378 Signo de la familiaridad con Dios es el
hecho de que Dios lo coloca en el jardín (cf. Gn 2,8). Vive allí "para
cultivar la tierra y guardarla" (Gn 2,15): el trabajo no le es penoso (cf.
Gn 3,17-19), sino que es la colaboración del hombre y de la mujer con Dios en
el perfeccionamiento de la creación visible.
379 Toda
esta armonía de la justicia original, prevista para el hombre por designio de
Dios, se perderá por el pecado de nuestros primeros padres.
RESUMEN
380 "A
imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que,
sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado" (MR, Plegaria
eucarística IV, 118).
381 El
hombre es predestinado a reproducir la imagen del Hijo de Dios hecho hombre
-"imagen del Dios invisible" (Col 1,15)-, para que Cristo sea el
primogénito de una multitud de hermanos y de hermanas (cf. Ef 1,3-6; Rm 8,29).
382 El hombre es "corpore et anima unus" ("una unidad de
cuerpo y alma") (GS 14,1). La doctrina de la fe afirma que el alma
espiritual e inmortal es creada de forma inmediata por Dios.
383 "Dios
no creó al hombre solo: en efecto, desde el principio `los creó hombre y mujer'
(Gn 1,27). Esta asociación constituye la primera forma de comunión entre
personas" (GS 12,4).
384 La
revelación nos da a conocer el estado de santidad y de justicia originales del
hombre y la mujer antes del pecado: de su amistad con Dios nacía la felicidad
de su existencia en el paraíso.
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