Párrafo 2
LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS, CUERPO DE CRISTO,
TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO
I La Iglesia, Pueblo de Dios
781
"En todo tiempo y lugar ha sido grato a Dios el que le teme y practica la
justicia. Sin embargo, quiso santificar y salvar a los hombres no
individualmente y aislados, sin conexión entre sí, sino hacer de ellos un
pueblo para que le conociera de verdad y le sirviera con una vida santa.
Eligió, pues, a Israel para pueblo suyo, hizo una alianza con él y lo fue
educando poco a poco. Le fue revelando su persona y su plan a lo largo de su
historia y lo fue santificando. Todo esto, sin embargo, sucedió como
preparación y figura de su alianza nueva y perfecta que iba a realizar en
Cristo..., es decir, el Nuevo Testamento en su sangre convocando a las gentes
de entre los judíos y los gentiles para que se unieran, no según la carne, sino
en el Espíritu" (LG 9).
Las características del Pueblo
de Dios
782 El Pueblo de Dios tiene características
que le distinguen claramente de todos los grupos religiosos, étnicos, políticos
o culturales de la Historia:
– Es el Pueblo de Dios: Dios no pertenece en propiedad a ningún
pueblo. Pero El ha adquirido para sí un pueblo de aquellos que antes no eran un
pueblo: "una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa" (1 P
2, 9).
– Se llega a ser miembro de este cuerpo no por el nacimiento físico,
sino por el "nacimiento de arriba", "del agua y del
Espíritu" (Jn 3, 3-5), es decir, por la fe en Cristo y el Bautismo.
– Este pueblo tiene por jefe [cabeza] a Jesús el Cristo [Ungido, Mesías]:
porque la misma Unción, el Espíritu Santo fluye desde la Cabeza al Cuerpo, es
"el Pueblo mesiánico".
– "La identidad de
este Pueblo, es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios en cuyos
corazones habita el Espíritu Santo como en un templo".
– "Su ley, es el mandamiento nuevo: amar como el mismo Cristo
mismo nos amó (cf. Jn 13, 34)". Esta es la ley "nueva" del
Espíritu Santo (Rm 8,2; Ga 5, 25).
– Su misión es ser la sal de la tierra y la luz del mundo (cf. Mt 5,
13-16). "Es un germen muy seguro de unidad, de esperanza y de salvación
para todo el género humano".
– "Su destino es el Reino de Dios, que el mismo comenzó en este
mundo, que ha de ser extendido hasta que él mismo lo lleve también a su
perfección" (LG 9).
Un pueblo sacerdotal, profético y real
783
Jesucristo es aquél a quien el Padre ha ungido con el Espíritu Santo y lo ha
constituido "Sacerdote, Profeta y Rey". Todo el Pueblo de Dios participa de estas tres
funciones de Cristo y tiene las responsabilidades de misión y de servicio que
se derivan de ellas (cf.RH 18-21).
784 Al entrar en el Pueblo de Dios por la fe
y el Bautismo se participa en la vocación única de este Pueblo: en su vocación sacerdotal:
"Cristo el Señor, Pontífice tomado de entre los hombres, ha hecho del
nuevo pueblo `un reino de sacerdotes para Dios, su Padre'. Los bautizados, en
efecto, por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan
consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo" (LG 10).
785
"El pueblo santo de Dios participa también del carácter profético
de Cristo". Lo es sobre todo por el sentido sobrenatural de la fe que es
el de todo el pueblo, laicos y jerarquía, cuando "se adhiere
indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez para
siempre" (LG 12) y profundiza en su comprensión y se hace testigo de
Cristo en medio de este mundo.
786 El
Pueblo de Dios participa, por último, en la función regia de
Cristo". Cristo ejerce su realeza atrayendo a sí a todos los hombres por
su muerte y su resurrección (cf. Jn 12, 32). Cristo, Rey y Señor del universo,
se hizo el servidor de todos, no habiendo "venido a ser servido, sino a
servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mt 20, 28). Para el cristiano, "servir es reinar"
(LG 36), particularmente "en los pobres y en los que sufren" donde
descubre "la imagen de su Fundador pobre y sufriente" (LG 8). El
pueblo de Dios realiza su "dignidad regia" viviendo conforme a esta
vocación de servir con Cristo.
De todos los que han nacido de nuevo en Cristo, el signo de la cruz hace
reyes, la unción del Espíritu Santo los consagra como sacerdotes, a fin de que,
puesto aparte el servicio particular de nuestro ministerio, todos los
cristianos espirituales y que usan de su razón se reconozcan miembros de esta
raza de reyes y participantes de la función sacerdotal. ¿Qué hay, en efecto,
más regio para un alma que gobernar su cuerpo en la sumisión a Dios? Y ¿qué hay
más sacerdotal que consagrar a Dios una conciencia pura y ofrecer en el altar
de su corazón las víctimas sin mancha de la piedad? (San León Magno, serm. 4,
1).
II La Iglesia, Cuerpo de Cristo
La Iglesia es comunión con Jesús
787 Desde
el comienzo, Jesús asoció a sus discípulos a su vida (cf. Mc. 1,16-20; 3, 13-19);
les reveló el Misterio del Reino (cf. Mt 13, 10-17); les dio parte en su
misión, en su alegría (cf. Lc 10, 17-20) y en sus sufrimientos (cf. Lc 22,
28-30). Jesús habla de una comunión
todavía más íntima entre él y los que le sigan: "Permaneced en Mí, como yo
en vosotros ... Yo soy la vid y vosotros los sarmientos" (Jn 15, 4-5). Anuncia
una comunión misteriosa y real entre su propio cuerpo y el nuestro: "Quien
come mi carne y bebe mi sangre permanece en Mí y Yo en él" (Jn 6, 56).
788 Cuando
fueron privados los discípulos de su presencia visible, Jesús no los dejó
huérfanos (cf. Jn 14, 18). Les
prometió quedarse con ellos hasta el fin de los tiempos (cf. Mt 28, 20), les
envió su Espíritu (cf. Jn 20, 22; Hch 2, 33). Por eso, la comunión con Jesús se
hizo en cierto modo más intensa: "Por la comunicación de su Espíritu a sus
hermanos, reunidos de todos los pueblos, Cristo los constituye místicamente en
su cuerpo" (LG 7).
789 La
comparación de la Iglesia con el cuerpo arroja un rayo de luz sobre la relación
íntima entre la Iglesia y Cristo. No está solamente reunida en torno a El:
siempre está unificada en El, en su Cuerpo. Tres aspectos de la
Iglesia-Cuerpo de Cristo se han de resaltar más específicamente: la unidad de
todos los miembros entre sí por su unión con Cristo; Cristo Cabeza del Cuerpo;
la Iglesia, Esposa de Cristo.
“Un solo cuerpo”
790 Los
creyentes que responden a la Palabra de Dios y se hacen miembros del Cuerpo de
Cristo, quedan estrechamente unidos a Cristo: "La vida de Cristo se
comunica a a los creyentes, que se unen a Cristo, muerto y glorificado, por
medio de los sacramentos de una manera misteriosa pero real" (LG 7). Esto
es particularmente verdad en el caso del Bautismo por el cual nos unimos a la
muerte y a la Resurrección de Cristo (cf. Rm 6, 4-5; 1 Co 12, 13), y en el caso
de la Eucaristía, por la cual, "compartimos realmente el Cuerpo del Señor,
que nos eleva hasta la comunión con él y entre nosotros" (LG 7).
791 La
unidad del cuerpo no ha abolido la diversidad de los miembros: "En la
construcción del cuerpo de Cristo existe una diversidad de miembros y de
funciones. Es el mismo Espíritu el
que, según su riqueza y las necesidades de los ministerios, distribuye sus diversos
dones para el bien de la Iglesia". La unidad del Cuerpo místico produce y
estimula entre los fieles la caridad: "Si un miembro sufre, todos los
miembros sufren con él; si un miembro es honrado, todos los miembros se alegran
con él" (LG 7). En fin, la unidad del Cuerpo místico sale victoriosa de
todas las divisiones humanas: "En efecto, todos los bautizados en Cristo
os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre;
ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Ga 3,
27-28).
Cristo, Cabeza de este Cuerpo
792 Cristo
"es la Cabeza del Cuerpo que es la Iglesia" (Col 1, 18). Es el Principio de la creación y de la
redención. Elevado a la gloria del Padre, "él es el primero en
todo" (Col 1, 18), principalmente en la Iglesia por cuyo medio extiende su
reino sobre todas las cosas:
793 El nos une a su Pascua: Todos los
miembros tienen que esforzarse en asemejarse a él "hasta que Cristo esté
formad o en ellos" (Ga 4, 19). "Por eso somos integrados en los
misterios de su vida ..., nos unimos a sus sufrimientos como el cuerpo a su
cabeza. Sufrimos con él para ser glorificados con él" (LG 7).
794 El
provee a nuestro crecimiento (cf. Col 2, 19): Para hacernos crecer hacia
él, nuestra Cabeza (cf. Ef 4, 11-16), Cristo distribuye en su cuerpo, la
Iglesia, los dones y los servicios mediante los cuales nos ayudamos mutuamente
en el camino de la salvación.
795 Cristo
y la Iglesia son, por tanto, el "Cristo total"
["Christus totus"]. La Iglesia es una con
Cristo. Los santos tienen conciencia muy viva de esta unidad:
Felicitémonos y demos gracias por lo que hemos llegado a ser, no solamente
cristianos sino el propio Cristo. ¿Comprendéis, hermanos, la gracia que Dios
nos ha hecho al darnos a Cristo como Cabeza? Admiraos y regocijaos, hemos sido
hechos Cristo. En efecto, ya que El es la Cabeza y nosotros somos los miembros,
el hombre todo entero es El y nosotros ... La plenitud de Cristo es, pues, la Cabeza y los miembros: ¿Qué quiere decir
la Cabeza y los miembros? Cristo y la Iglesia (San Agustín, ev. Jo. 21,
8).
Redemptor noster unam se personam cum sancta Ecclesia, quam assumpsit,
exhibuit ("Nuestro Redentor muestra que forma una sola persona con la
Iglesia que El asumió") (San Gregorio Magno, mor. praef.1,6,4)
Caput et membra, quasi una persona mystica ("La Cabeza y los
miembros, como si fueran una sola persona mística") (Santo Tomás de
Aquino, s.th. 3, 42, 2, ad 1).
Una palabra de Santa Juana de Arco a sus jueces resume la fe de los santos
doctores y expresa el buen sentido del creyente: "De Jesucristo y de la
Iglesia, me parece que es todo uno y que no es necesario hacer una dificultad
de ello" (Juana de Arco, proc.).
La Iglesia es la Esposa de Cristo
796 La
unidad de Cristo y de la Iglesia, Cabeza y miembros del Cuerpo, implica también
la distinción de ambos en una relación personal. Este aspecto es expresado con
frecuencia mediante la imagen del Esposo y de la Esposa. El tema de Cristo
esposo de la Iglesia fue preparado por los profetas y anunciado por Juan
Bautista (cf. Jn 3, 29). El Señor se designó a sí mismo como "el
Esposo" (Mc 2, 19; cf. Mt 22, 1-14; 25, 1-13). El apóstol presenta a la
Iglesia y a cada fiel, miembro de su Cuerpo, como una Esposa
"desposada" con Cristo Señor para "no ser con él más que un solo
Espíritu" (cf. 1 Co 6,15-17; 2 Co 11,2). Ella es la Esposa inmaculada del
Cordero inmaculado (cf. Ap 22,17; Ef 1,4; 5,27), a la que Cristo "amó y
por la que se entregó a fin de santificarla" (Ef 5,26), la que él se
asoció mediante una Alianza eterna y de la que no cesa de cuidar como de su
propio Cuerpo (cf. Ef 5,29):
He ahí el Cristo total, cabeza y cuerpo, un solo formado de muchos ... Sea la cabeza la que hable, sean los
miembros, es Cristo el que habla. Habla en el papel de cabeza ["ex persona
capitis"] o en el de cuerpo ["ex persona corporis"]. Según lo
que está escrito: "Y los dos se harán una sola carne. Gran misterio
es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia."(Ef 5,31-32) Y el Señor
mismo en el evangelio dice: "De manera que ya no son dos sino una sola
carne" (Mt 19,6). Como lo habéis visto bien, hay en efecto dos personas
diferentes y, no obstante, no forman más que una en el abrazo conyugal ... Como
cabeza él se llama "esposo" y como cuerpo "esposa" (San
Agustín, psalm. 74, 4:PL 36, 948-949).
III La Iglesia, Templo del Espíritu Santo
797
"Quod est spiritus noster, id est anima nostra, ad membra
nostra, hoc est Spiritus Sanctus ad membra Christi, ad corpus Christi, quod est
Ecclesia" ("Lo que nuestro espíritu, es decir, nuestra
alma, es para nuestros miembros, eso mismo es el Espíritu Santo para los
miembros de Cristo, para el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia") (San
Agustín, serm. 267, 4). "A este Espíritu de Cristo, como a principio
invisible, ha de atribuirse también el que todas las partes del cuerpo estén
íntimamente unidas, tanto entre sí como con su excelsa Cabeza, puesto que está todo
él en la Cabeza, todo en el Cuerpo, todo en cada uno de los miembros" (Pío
XII: "Mystici Corporis": DS 3808). El Espíritu Santo hace de la
Iglesia "el Templo del Dios vivo" (2 Co 6, 16; cf. 1 Co 3, 16-17; Ef
2,21):
En efecto, es a la misma Iglesia, a la que ha sido confiado el "Don de
Dios ...Es en ella donde se ha depositado la comunión con Cristo, es decir el
Espíritu Santo, arras de la incorruptibilidad, confirmación de nuestra fe y
escala de nuestra ascensión hacia Dios ...Porque allí donde está la Iglesia, allí
está también el Espíritu de Dios; y allí donde está el Espíritu de Dios, está
la Iglesia y toda gracia. (San Ireneo, haer. 3, 24, 1).
798 El
Espíritu Santo es "el principio de toda acción vital y verdaderamente
saludable en todas las partes del cuerpo" (Pío XII, "Mystici
Corporis": DS 3808). Actúa de múltiples maneras en la edificación de todo
el Cuerpo en la caridad(cf. Ef 4, 16): por la Palabra de Dios, "que tiene
el poder de construir el edificio" (Hch 20, 32), por el Bautismo mediante
el cual forma el Cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12, 13); por los sacramentos que
hacen crecer y curan a los miembros de Cristo; por "la gracia concedida a
los apóstoles" que "entre estos dones destaca" (LG 7), por las
virtudes que hacen obrar según el bien, y por las múltiples gracias especiales
[llamadas "carismas"] mediante las cuales los fieles quedan
"preparados y dispuestos a asumir diversas tareas o ministerios que
contribuyen a renovar y construir más y más la Iglesia" (LG 12; cf. AA 3).
Los carismas
799
Extraordinarios o sencillos y humildes, los carismas son gracias del Espíritu
Santo, que tienen directa o indirectamente, una utilidad eclesial; los carismas
están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las
necesidades del mundo.
800 Los carismas se han de acoger con
reconocimiento por el que los recibe, y también por todos los miembros de la
Iglesia. En efecto, son una maravillosa riqueza de gracia para la vitalidad
apostólica y para la santidad de todo el Cuerpo de Cristo; los carismas
constituyen tal riqueza siempre que se trate de dones que provienen
verdaderamente del Espíritu Santo y que se ejerzan de modo plenamente conforme
a los impulsos auténticos de este mismo Espíritu, es decir, según la caridad,
verdadera medida de los carismas (cf. 1 Co 13).
801 Por
esta razón aparece siempre necesario el discernimiento de carismas. Ningún
carisma dispensa de la referencia y de la sumisión a los Pastores de la
Iglesia. "A ellos compete sobre todo no apagar el Espíritu, sino
examinarlo todo y quedarse con lo bueno" (LG 12), a fin de que todos los
carismas cooperen, en su diversidad y complementariedad, al "bien
común" (cf. 1 Co 12, 7) (cf. LG 30; CL, 24).
RESUMEN
802 "Cristo
Jesús se entregó por nosotros a fin de rescatarnos de toda iniquidad y
purificar para sí un pueblo que fuese suyo" (Tt 2, 14).
803 "Vosotros
sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido" (1 P
2, 9).
804 Se
entra en el Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo. "Todos los hombres
están invitados al Pueblo de Dios" (LG 13), a fin de que, en Cristo,
"los hombres constituyan una sola familia y un único Pueblo de
Dios"(AG 1).
805 La
Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Por el Espíritu y su acción en los sacramentos,
sobre todo en la Eucaristía, Cristo muerto y resucitado constituye la comunidad
de los creyentes como Cuerpo suyo.
806 En la unidad de este cuerpo hay diversidad
de miembros y de funciones. Todos los miembros están unidos unos a otros,
particularmente a los que sufren, a los pobres y perseguidos.
807 La Iglesia es este Cuerpo del que Cristo es
la Cabeza: vive de El, en El y por El: El vive con ella y en ella.
808 La
Iglesia es la Esposa de Cristo: la ha amado y se ha entregado por ella. La ha
purificado por medio de su sangre. Ha hecho de ella la Madre fecunda de todos los
hijos de Dios.
809 La
Iglesia es el Templo del Espíritu Santo. El Espíritu es como el alma del Cuerpo
Místico, principio de su vida, de la unidad en la diversidad y de la riqueza de
sus dones y carismas.
810 "Así
toda la Iglesia aparece como el pueblo unido `por la unidad del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo' (San Cipriano)" (LG 4).
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