Párrafo 6
MARÍA, MADRE DE CRISTO, MADRE DE LA IGLESIA
963 Después
de haber hablado del papel de la Virgen María en el Misterio de Cristo y del
Espíritu, conviene considerar ahora su lugar en el Misterio de la Iglesia.
"Se la reconoce y se la venera como verdadera Madre de Dios y del
Redentor... más aún, `es verdaderamente la madre de los miembros (de Cristo)
porque colaboró con su amor a que nacieran en la Iglesia los creyentes,
miembros de aquella cabeza'(S. Agustín, virg. 6)" (LG 53). "...María,
Madre de Cristo, Madre de la Iglesia" (Pablo VI discurso 21 de noviembre
1964).
I La maternidad de María respecto de la Iglesia
Totalmente unida a su Hijo...
964 El
papel de María con relación a la Iglesia es inseparable de su unión con Cristo,
deriva directamente de ella. "Esta unión de la Madre con el Hijo en la
obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal
de Cristo hasta su muerte" (LG 57). Se manifiesta particularmente en la
hora de su pasión:
La Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo
fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad de Dios,
estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con
corazón de Madre que, llena de amor, daba su consentimiento a la inmolación de
su Hijo como víctima. Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio
como madre al discípulo con estas palabras: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’ (Jn
19, 26-27)" (LG 58).
965 Después
de la Ascensión de su Hijo, María "estuvo presente en los comienzos de la
Iglesia con sus oraciones" (LG 69). Reunida con los apóstoles y algunas
mujeres, "María pedía con sus oraciones el don del Espíritu, que en la
Anunciación la había cubierto con su sombra" (LG 59).
... también en su Asunción ...
966
"Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de
pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la
gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para
ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del
pecado y de la muerte" (LG 59; cf. la proclamación del dogma de la
Asunción de la Bienaventurada Virgen María por el Papa Pío XII en 1950: DS
3903). La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular
en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los
demás cristianos:
En tu parto has conservado la virginidad, en tu dormición no has abandonado
el mundo, oh Madre de Dios: tú te has reunido con la fuente de la Vida, tú que
concebiste al Dios vivo y que, con tus oraciones, librarás nuestras almas de la
muerte (Liturgia bizantina, Tropario de la fiesta de la Dormición [15 de agosto]).
... ella es nuestra Madre en
el orden de la gracia
967 Por su
total adhesión a la voluntad del Padre, a la obra re dentora de su Hijo, a toda
moción del Espíritu Santo, la Virgen María es para la Iglesia el modelo de la
fe y de la caridad. Por eso es "miembro muy eminente y del todo singular
de la Iglesia" (LG 53), incluso constituye "la figura"
["typus"] de la Iglesia (LG 63).
968 Pero su
papel con relación a la Iglesia y a toda la humanidad va aún más lejos. "Colaboró
de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su fe, esperanza y
ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra madre en el
orden de la gracia" (LG 61).
969 "Esta maternidad de María perdura
sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio
fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta
la realización plena y definitiva de todos los escogidos. En efecto, con su
asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa
procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna... Por
eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada,
Auxiliadora, Socorro, Mediadora" (LG 62).
970
"La misión maternal de María para con los hombres de ninguna manera
disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su
eficacia. En efecto, todo el influjo
de la Santísima Virgen en la salvación de los hombres ... brota de la
sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende
totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia" (LG 60). "Ninguna
creatura puede ser puesta nunca en el mismo orden con el Verbo encarnado y Redentor.
Pero, así como en el sacerdocio de Cristo participan de diversa manera tanto
los ministros como el pueblo creyente, y así como la única bondad de Dios se
difunde realmente en las criaturas de distintas maneras, así también la única
mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas una
colaboración diversa que participa de la única fuente" (LG 62).
II El culto a la Santísima Virgen
971 "Todas
las generaciones me llamarán bienaventurada" (Lc 1, 48): "La
piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del
culto cristiano" (MC 56). La Santísima Virgen "es honrada con razón
por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima
Virgen con el título de `Madre de Dios', bajo cuya protección se acogen los
fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades... Este culto...
aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que
se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, pero lo
favorece muy poderosamente" (LG 66); encuentra su expresión en las fiestas
litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios (cf. SC 103) y en la oración mariana,
como el Santo Rosario, "síntesis de todo el Evangelio" (cf. Pablo VI,
MC 42).
III María, icono escatológico de la Iglesia
972 Después
de haber hablado de la Iglesia, de su origen, de su misión y de su destino, no
se puede concluir mejor que volviendo la mirada a María para contemplar en ella
lo que es la Iglesia en su Misterio, en su "peregrinación de la fe",
y lo que será al final de su marcha, donde le espera, "para la gloria de
la Santísima e indivisible Trinidad", "en comunión con todos los
santos" (LG 69), aquella a quien la Iglesia venera como la Madre de su
Señor y como su propia Madre:
Entre tanto, la Madre de Jesús, glorificada ya en los cielos en cuerpo y
alma, es la imagen y comienzo de la Iglesia que llegará a su plenitud en el
siglo futuro. También en este mundo, hasta que llegue el día del Señor, brilla
ante el Pueblo de Dios en Marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo
(LG 68).
RESUMEN
973 Al
pronunciar el "fiat" de la Anunciación y al dar su consentimiento al
Misterio de la Encarnación, María col abora ya en toda la obra que debe llevar
a cabo su Hijo. Ella es madre allí donde El es Salvador y Cabeza del Cuerpo
místico.
974 La
Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en
cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de
la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros
de su Cuerpo.
975 "Creemos
que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el
cielo ejercitando su oficio materno con respecto a los miembros de Cristo (SPF
15).
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