Artículo 12
“CREO EN LA VIDA ETERNA”
1020 El
cristiano que une su propia muerte a la de Jesús ve la muerte como una ida
hacia El y la entrada en la vida eterna. Cuando la Iglesia dice por última vez
las palabras de perdón de la absolución de Cristo sobre el cristiano moribundo,
lo sella por última vez con una unción fortificante y le da a Cristo en el
viático como alimento para el viaje. Le habla entonces con una dulce seguridad:
Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre
Todopoderoso, que te creó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que
murió por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti descendió. Entra en el lugar de la paz y que tu
morada esté junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa María Virgen,
Madre de Dios, con San José y todos los ángeles y santos. ... Te entrego a
Dios, y, como criatura suya, te pongo en sus manos, pues es tu Hacedor, que te
formó del polvo de la tierra. Y al dejar esta vida, salgan a tu encuentro la
Virgen María y todos los ángeles y santos. ... Que puedas contemplar
cara a cara a tu Redentor... (OEx. "Commendatio animae").
|