V Los sacramentos de la vida eterna
1130 La
Iglesia celebra el Misterio de su Señor "hasta que él venga" y
"Dios sea todo en todos" (1 Co 11,26; 15,28). Desde la era
apostólica, la Liturgia es atraída hacia su término por el gemido del Espíritu
en la Iglesia: "¡Marana tha!" (1 Co 16,22). La liturgia participa así
en el deseo de Jesús: "Con ansia he deseado comer esta Pascua con
vosotros...hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios" (Lc
22,15-16). En los sacramentos de Cristo, la Iglesia recibe ya las arras de su
herencia, participa ya en la vida eterna, aunque "aguardando la feliz
esperanza y la manifestación de la gloria del Gran Dios y Salvador nuestro
Jesucristo" (Tt 2,13). "El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven!...¡Ven,
Señor Jesús!" (Ap 22,17.20).
S. Tomás resume así las diferentes dimensiones del signo sacramental:
"Unde sacramentum est signum rememorativum eius quod
praecessit, scilicet passionis Christi; et desmonstrativum eius quod in nobis
efficitur per Christi passionem, scilicet gratiae; et prognosticum, id est,
praenuntiativum futurae gloriae" ("Por eso el sacramento es
un signo que rememora lo que sucedió, es decir, la pasión de Cristo; es un
signo que demuestra lo que sucedió entre nosotros en virtud de la pasión de
Cristo, es decir, la gracia; y es un signo que anticipa, es decir, que
preanuncia la gloria venidera", STh III, 60,3).)
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