IV Quién puede recibir el Bautismo
1246
"Es capaz de recibir el bautismo todo ser humano, aún no bautizado, y solo
él" ( [link] CIC, can. 864: CCEO, can. 679).
El Bautismo de adultos
1247 En los
orígenes de la Iglesia, cuando el anuncio del evangelio está aún en sus
primeros tiempos, el Bautismo de adultos es la práctica más común. El
catecumenado (preparación para el Bautismo) ocupa entonces un lugar importante.
Iniciación a la fe y a la vida cristiana, el catecumenado debe disponer a
recibir el don de Dios en el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía.
1248 El
catecumenado, o formación de los catecúmenos, tiene por finalidad permitir a
estos últimos, en respuesta a la iniciativa divina y en unión con una comunidad
eclesial, llevar a madurez su conversión y su fe. Se trata de una
"formación y noviciado debidamente prolongado de la vida cristiana, en que
los discípulos se unen con Cristo, su Maestro. Por lo tanto, hay que iniciar
adecuadamente a los catecúmenos en el misterio de la salvación, en la práctica
de las costumbres evangélicas y en los ritos sagrados que deben celebrarse en
los tiempos sucesivos, e introducirlos en la vida de fe, la liturgia y la
caridad del Pueblo de Dios" (AG 14; cf OICA 19 y 98).
1249 Los
catecúmenos "están ya unidos a la Iglesia, pertenecen ya a la casa de
Cristo y muchas veces llevan ya una una vida de fe, esperanza y caridad"
(AG 14). "La madre Iglesia los abraza ya con amor tomándolos a sus
cargo" (LG 14; cf [link] CIC can. 206;
[link] 788,3).
El Bautismo de niños
1250 Puesto
que nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original,
los niños necesitan también el nuevo nacimiento en el Bautismo (cf DS 1514)
para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la
libertad de los hijos de Dios (cf Col 1,12-14), a la que todos los hombres
están llamados. La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta
particularmente en el bautismo de niños. Por tanto, la Iglesia y los padres
privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le
administraran el Bautismo poco después de su nacimiento (cf
[link] CIC can. 867; CCEO, can. 681; 686,1).
1251 Los
padres cristianos deben reconocer que esta práctica corresponde también a su
misión de alimentar la vida que Dios les ha confiado (cf LG 11; 41; GS 48;
[link] CIC can. 868).
1252 La
práctica de bautizar a los niños pequeños es una tradición inmemorial de la
Iglesia. Está atestiguada explícitamente desde el siglo II. Sin embargo, es muy
posible que, desde el comienzo de la predicación apostólica, cuando
"casas" enteras recibieron el Bautismo (cf Hch 16,15.33; 18,8; 1 Co
1,16), se haya bautizado también a los niños (cf CDF, instr. "Pastoralis actio": AAS 72 [1980]
1137-56).
Fe y Bautismo
1253 El
Bautismo es el sacramento de la fe (cf Mc 16,16). Pero la fe tiene necesidad de
la comunidad de creyentes. Sólo en la fe de la Iglesia puede creer cada uno de
los fieles. La fe que se requiere para el Bautismo no es una fe perfecta y madura,
sino un comienzo que está llamado a desarrollarse. Al catecúmeno o a su padrino
se le pregunta: "¿Qué pides a la Iglesia de Dios?" y él responde:
"¡La fe!".
1254 En
todos los bautizados, niños o adultos, la fe debe crecer después del Bautismo.
Por eso, la Iglesia celebra cada año en la noche pascual la renovación de las
promesas del Bautismo. La preparación al Bautismo sólo conduce al umbral de la
vida nueva. El Bautismo es la fuente de la vida nueva en Cristo, de la cual
brota toda la vida cristiana.
1255 Para
que la gracia bautismal pueda desarrollarse es importante la ayuda de los
padres. Ese es también el papel del padrino o de la madrina, que
deben ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado,
niño o adulto, en su camino de la vida cristiana (cf [link] CIC
can. 872-874). Su tarea es una verdadera función eclesial (officium;
cf SC 67). Toda la comunidad eclesial participa de la responsabilidad de
desarrollar y guardar la gracia recibida en el Bautismo.
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