IV La celebración litúrgica de la Eucaristía
La misa de todos los siglos
1345 Desde
el siglo II, según el testimonio de S. Justino mártir, tenemos las grandes
líneas del desarrollo de la celebración eucarística. Estas han permanecido
invariables hasta nuestros días a través de la diversidad de tradiciones
rituales litúrgicas. He aquí lo que el santo escribe, hacia el año 155, para
explicar al emperador pagano Antonino Pío (138-161) lo que hacen los
cristianos:
El día que se llama día del sol tiene lugar la reunión en un mismo sitio de
todos los que habitan en la ciudad o en el campo.
Se leen las memorias de los
Apóstoles y los escritos de los profetas, tanto tiempo como es posible.
Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para
incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas.
Luego nos levantamos todos juntos y oramos por nosotros...y por todos los demás
donde quiera que estén a fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y
nuestras acciones y seamos fieles a los mandamientos para alcanzar así la
salvación eterna.
Cuando termina esta oración nos besamos unos a otros.
Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de vino
mezclados.
El presidente los toma y eleva alabanza y gloria al Padre del universo, por el
nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da gracias (en griego: eucharistian)
largamente porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones.
Cuando terminan las oraciones y las acciones de gracias todo el pueblo presente
pronuncia una aclamación diciendo: Amén.
Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo le ha
respondido, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los
que están presentes pan, vino y agua "eucaristizados" y los llevan a
los ausentes (S. Justino, apol. 1, 65; 67).
1346 La
liturgia de la Eucaristía se desarrolla conforme a una estructura fundamental
que se ha conservado a través de los siglos hasta nosotros. Comprende dos grandes
momentos que forman una unidad básica:
— La reunión, la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía
y la oración universal;
— la liturgia eucarística, con la presentación del pan y del vino, la
acción de gracias consecratoria y la comunión.
Liturgia de la Palabra y Liturgia eucarística constituyen juntas "un
solo acto de culto" (SC 56); en efecto, la mesa preparada para nosotros en
la Eucaristía es a la vez la de la Palabra de Dios y la del Cuerpo del Señor
(cf. DV 21).
1347 He
aquí el mismo dinamismo del banquete pascual de Jesús resucitado con sus
discípulos: en el camino les explicaba las Escrituras, luego, sentándose a la
mesa con ellos, "tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo
dio" (cf Lc 24,13- 35).
El desarrollo de la celebración
1348 Todos
se reúnen. Los cristianos acuden a un mismo lugar para la asamblea
eucarística. A su cabeza está Cristo mismo que es el actor principal de la
Eucaristía. El es sumo sacerdote de la Nueva Alianza. El mismo es quien preside
invisiblemente toda celebración eucarística. Como representante suyo, el obispo
o el presbítero (actuando "in persona Christi
capitis") preside la asamblea, toma la palabra después de las
lecturas, recibe las ofrendas y dice la plegaria eucarística. Todos
tienen parte activa en la celebración, cada uno a su manera: los lectores, los
que presentan las ofrendas, los que dan la comunión, y el pueblo entero cuyo
"Amén" manifiesta su participación.
1349 La
liturgia de la Palabra comprende "los escritos de los profetas",
es decir, el Antiguo Testamento, y "las memorias de los apóstoles",
es decir sus cartas y los Evangelios; después la homilía que exhorta a acoger
esta palabra como lo que es verdaderamente, Palabra de Dios (cf 1 Ts 2,13), y a
ponerla en práctica; vienen luego las intercesiones por todos los hombres,
según la palabra del Apóstol: "Ante todo, recomiendo que se hagan
plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por
los reyes y por todos los constituidos en autoridad" (1 Tm 2,1-2).
1350 La
presentación de las ofrendas (el ofertorio): entonces se lleva al altar, a
veces en procesión, el pan y el vino que serán ofrecidos por el sacerdote en nombre
de Cristo en el sacrificio eucarístico en el que se convertirán en su Cuerpo y
en su Sangre. Es la acción misma de Cristo en la última Cena, "tomando pan
y una copa". "Sólo la Iglesia presenta esta oblación, pura, al
Creador, ofreciéndole con acción de gracias lo que proviene de su
creación" (S. Ireneo, haer. 4,
18, 4; cf. Ml 1,11). La presentación de las ofrendas en el altar hace suyo el
gesto de Melquisedec y pone los dones del Creador en las manos de Cristo. El es
quien, en su sacrificio, lleva a la perfección todos los intentos humanos de
ofrecer sacrificios.
1351 Desde el principio, junto con el pan y el
vino para la Eucaristía, los cristianos presentan tambié n s u s d o n e s p a
r a compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la colecta
(cf 1 Co 16,1), siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo
pobre para enriquecernos (cf 2 Co 8,9):
Los que son ricos y lo desean,
cada uno según lo que se ha impuesto; lo que es recogido es entregado al que preside,
y él atiende a los huérfanos y viudas, a los que la enfermedad u otra causa
priva de recursos, los presos, los inmigrantes y, en una palabra, socorre a
todos los que están en necesidad (S. Justino, apol. 1, 67,6).
1352 La Anáfora: Con la plegaria
eucarística, oración de acción de gracias y de consagración llegamos al corazón
y a la cumbre de la celebración:
En el prefacio, la Iglesia
da gracias al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, por todas sus obras ,
por la creación, la redención y la santificación. Toda la asamblea se une
entonces a la alabanza incesante que la Iglesia celestial, los ángeles y todos
los santos, cantan al Dios tres veces santo;
1353 En la epíclesis, la Iglesia pide
al Padre que envíe su Espíritu Santo (o el poder de su bendición (cf MR, canon
romano, 90) sobre el pan y el vino, para que se conviertan por su poder, en el
Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que quienes toman parte en la Eucaristía
sean un solo cuerpo y un solo espíritu (algunas tradiciones litúrgicas colocan
la epíclesis después de la anámnesis);
en el relato de la institución,
la fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el poder del Espíritu
Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su
Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre;
1354 en la anámnesis
que sigue, la Iglesia hace memoria de la pasión, de la resurrección y del
retorno glorioso de Cristo Jesús; presenta al Padre la ofrenda de su Hijo que
nos reconcilia con él;
en las intercesiones, la Iglesia expresa que la Eucaristía se celebra
en comunión con toda la Iglesia del cielo y de la tierra, de los vivos y de los
difuntos, y en comunión con los pastores de la Iglesia, el Papa, el obispo de
la diócesis, su presbiterio y sus diáconos y todos los obispos del mundo entero
con sus iglesias.
1355 En la comunión,
precedida por la oración del Señor y de la fracción del pan, los fieles reciben
"el pan del cielo" y "el cáliz de la salvación", el Cuerpo
y la Sangre de Cristo que se entregó "para la vida del mundo" (Jn
6,51):
Porque este pan y este vino han sido, según la expresión antigua
"eucaristizados", "llamamos a este alimento Eucaristía y
nadie puede tomar parte en él s i no cree en la verdad de lo que se enseña
entre nosotros, si no ha recibido el baño para el perdón de los pecados y el
nuevo nacimiento, y si no vive según los preceptos de Cristo" (S. Justino,
apol. 1, 66,1-2).
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