II El sacramento del Orden en la economía de la salavación
El sacerdocio de la Antigua Alianza
1539 El
pueblo elegido fue constituido por Dios como "un reino de sacerdotes y una
nación consagrada" (Ex 19,6; cf Is 61,6). Pero dentro del pueblo de
Israel, Dios escogió una de las doce tribus, la de Leví, para el servicio
litúrgico (cf. Nm 1,48-53); Dios mismo es la parte de su herencia (cf. Jos
13,33). Un rito propio consagró los orígenes del sacerdocio de la Antigua
Alianza (cf Ex 29,1-30; Lv 8). En
ella los sacerdotes fueron establecidos "para intervenir en favor de los
hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los
pecados" (Hb 5,1).
1540
Instituido para anunciar la palabra de Dios (cf Ml 2,7-9) y para restablecer la
comunión con Dios mediante los sacrificios y la oración, este sacerdocio de la
Antigua Alianza, sin embargo, era incapaz de realizar la salvación, por lo cual
tenía necesidad de repetir sin cesar los sacrificios, y no podía alcanzar una
santificación definitiva (cf. Hb 5,3; 7,27; 10,1-4), que sólo podría alcanzada
por el sacrificio de Cristo.
1541 No
obstante, la liturgia de la Iglesia ve en el sacerdocio de Aarón y en el
servicio de los levitas, así como en la institución de los setenta
"ancianos" (cf Nm 11,24-25), prefiguraciones del ministerio ordenado
de la Nueva Alianza. Por ello, en el rito latino la Iglesia se dirige a Dios en
la oración consecratoria de la ordenación de los obispos de la siguiente
manera:
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo...has establecido las reglas de la
Iglesia: elegiste desde el principio un pueblo santo, descendiente de Abraham ,
y le diste reyes y sacerdotes que cuidaran del servicio de tu santuario...
1542 En la
ordenación de presbíteros, la Iglesia ora:
Señor, Padre Santo...en la Antigua Alianza se fueron perfeccionando a través
de los signos santos los grados del sacerdocio...cuando a los sumos sacerdotes,
elegidos para regir el pueblo, les diste compañeros de menor orden y dignidad,
para que les ayudaran como colaboradores...multiplicaste el espíritu de Moisés,
comunicándolo a los setenta varones prudentes con los cuales gobernó fácilmente
un pueblo numeroso. Así también transmitiste a los hijos de Aarón la abundante
plenitud otorgada a su padre.
1543 Y en
la oración consecratoria para la ordenación de diáconos, la Iglesia confiesa:
Dios Todopoderoso...tú haces crecer a la Iglesia...la edificas como templo
de tu gloria...así estableciste que hubiera tres órdenes de ministros para tu
servicio, del mismo modo que en la Antigua Alianza habías elegido a los hijos
de Leví para que sirvieran al templo, y, como herencia, poseyeran una bendición
eterna.
El único sacerdocio de Cristo
1544 Todas
las prefiguraciones del sacerdocio de la Antigua Alianza encuentran su
cumplimiento en Cristo Jesús, "único mediador entre Dios y los
hombres" (1 Tm 2,5). Melquisedec, "sacerdote del Altísimo" (Gn
14,18), es considerado por la Tradición cristiana como una prefiguración del
sacerdocio de Cristo, único "Sumo Sacerdote según el orden de
Melquisedec" (Hb 5,10; 6,20), "santo, inocente, inmaculado" (Hb
7,26), que, "mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para
siempre a los santificados" (Hb 10,14), es decir, mediante el único
sacrificio de su Cruz.
1545 El
sacrificio redentor de Cristo es único, realizado una vez por todas. Y por esto
se hace presente en el sacrificio eucarístico de la Iglesia. Lo mismo acontece
con el único sacerdocio de Cristo: se hace presente por el sacerdocio
ministerial sin que con ello se quebrante la unicidad del sacerdocio de Cristo:
"Et ideo solus Christus est verus sacerdos, alii autem
ministri eius" ("Y por eso sólo Cristo es el verdadero
sacerdote; los demás son ministros suyos", S. Tomás de A. Hebr. VII, 4).
Dos modos de participar en el
único sacerdocio de Cristo
1546
Cristo, sumo sacerdote y único mediador, ha hecho de la Iglesia "un Reino
de sacerdotes para su Dios y Padre" (Ap 1,6; cf. Ap 5,9-10; 1 P 2,5.9).
Toda la comunidad de los creyentes es, como tal, sacerdotal. Los fieles ejercen
su sacerdocio bautismal a través de su participación, cada uno según su
vocación propia, en la misión de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. Por los
sacramentos del Bautismo y de la Confirmación los fieles son "consagrados
para ser...un sacerdocio santo" (LG 10)
1547 El
sacerdocio ministerial o jerárquico de los obispos y de los presbíteros, y el
sacerdocio común de todos los fieles, "aunque su diferencia es esencial y
no sólo en grado, están ordenados el uno al otro; ambos, en efecto, participan,
cada uno a su manera, del único sacerdocio de Cristo" (LG 10). ¿En qué sentido? Mientras el sacerdocio
común de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de
fe, de esperanza y de caridad, vida según el Espíritu), el sacerdocio
ministerial está al servicio del sacerdocio común, en orden al desarrollo de la
gracia bautismal de todos los cristianos. Es uno de los medios
por los cuales Cristo no cesa de construir y de conducir a su Iglesia. Por esto
es transmitido mediante un sacramento propio, el sacramento del Orden.
In persona Christi Capitis...
1548 En el
servicio eclesial del ministro ordenado es Cristo mismo quien está presente a
su Iglesia como Cabeza de su cuerpo, Pastor de su rebaño, sumo sacerdote del
sacrificio redentor, Maestro de la Verdad. Es lo que la Iglesia expresa al
decir que el sacerdote, en virtud del sacramento del Orden, actúa "in
persona Christi Capitis" (cf LG 10; 28; SC 33; CD 11; PO 2,6):
El ministro posee en verdad el papel del mismo Sacerdote, Cristo Jesús. Si,
ciertamente, aquel es asimilado al Sumo Sacerdote, por la consagración
sacerdotal recibida, goza de la facultad de actuar por el poder de Cristo mismo
a quien representa (virtute ac persona ipsius Christi)
(Pío XII, enc. Mediator Dei)
"Christus est fons totius sacerdotii; nan sacerdos
legalis erat figura ipsius, sacerdos autem novae legis in persona ipsius
operatur" ("Cristo es la fuente de todo sacerdocio, pues el
sacerdote de la antigua ley era figura de EL, y el sacerdote de la nueva ley
actúa en representación suya" (S. Tomás de A., s.th. 3, 22, 4).
1549 Por el
ministerio ordenado, especialmente por el de los obispos y los presbíteros, la
presencia de Cristo como cabeza de la Iglesia se hace visible en medio de la
comunidad de los creyentes. Según la
bella expresión de San Ignacio de Antioquía, el obispo es typos tou Patros,
es imagen viva de Dios Padre (Trall. 3,1; cf Magn. 6,1).
1550 Esta presencia de Cristo en el ministro
no debe ser entendida como si éste estuviese exento de todas las flaquezas
humanas, del afán de poder, de errores, es decir del pecado. No todos
los actos del ministro son garantizado s de la misma manera por la fuerza del
Espíritu Santo. Mientras que en los sacramentos esta garantía es dada de modo
que ni siquiera el pecado del ministro puede impedir el fruto de la gracia,
existen muchos otros actos en que la condición humana del ministro deja huellas
que no son siempre el signo de la fidelidad al evangelio y que pueden dañar por
consiguiente a la fecundidad apostólica de la Iglesia.
1551 Este
sacerdocio es ministerial. "Esta Función, que el Señor confió a los
pastores de su pueblo, es un verdadero servicio" (LG 24). Está enteramente
referido a Cristo y a los hombres. Depende
totalmente de Cristo y de su sacerdocio único, y fue instituido en favor de los
hombres y de la comunidad de la Iglesia. El sacramento del Orden
comunica "un poder sagrado", que no es otro que el de Cristo. El
ejercicio de esta autoridad debe, por tanto, medirse según el modelo de Cristo,
que por amor se hizo el último y el servidor de todos (cf. Mc 10,43-45; 1 P
5,3). "El Señor dijo claramente que la atención prestada a su rebaño era
prueba de amor a él" (S. Juan Crisóstomo, sac. 2,4; cf. Jn 21,15-17).
“En nombre de toda la Iglesia”
1552 El
sacerdocio ministerial no tiene solamente por tarea representar a Cristo
–Cabeza de la Iglesia– ante la asamblea de los fieles, actúa también en nombre
de toda la Iglesia cuando presenta a Dios la oración de la Iglesia (cf SC 33) y
sobre todo cuando ofrece el sacrificio eucarístico (cf LG 10).
1553
"En nombre de toda la Iglesia", expresión que no quiere decir
que los sacerdotes sean los delegados de la comunidad. La oración y la ofrenda
de la Iglesia son inseparables de la oración y la ofrenda de Cristo, su Cabeza.
Se trata siempre del culto de Cristo en y por su Iglesia. Es toda la Iglesia,
cuerpo de Cristo, la que ora y se ofrece, per ipsum et cum ipso et in ipso, en
la unidad del Espíritu Santo, a Dios Padre. Todo el cuerpo, caput et membra,
ora y se ofrece, y por eso quienes, en este cuerpo, son específicamente sus
ministros, son llamados ministros no sólo de Cristo, sino también de la
Iglesia. El sacerdocio ministerial puede representar a la Iglesia porque
representa a Cristo.
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