IV La
estructura de este Catecismo
13 El plan
de este catecismo se inspira en la gran tradición de los catecismos los cuales
articulan la catequesis en torno a cuatro "pilares": la profesión de
la fe bautismal (el Símbolo), los Sacramentos de la fe, la vida de fe (los
Mandamientos), la oración del creyente (el Padre Nuestro).
Primera parte: la profesión de la fe
14 Los que
por la fe y el Bautismo pertenecen a Cristo deben confesar su fe bautismal
delante de los hombres (cf. Mt 10,32; Rom 10,9). Para esto, el Catecismo expone
en primer lugar en qué consiste la Revelación por la que Dios se dirige y se da
al hombre, y la fe, por la cual el hombre responde a Dios (Sección primera). El
Símbolo de la fe resume los dones que Dios hace al hombre como Autor de todo
bien, como Redentor, como Santificador y los articula en torno a los "tres
capítulos" de nuestro Bautismo -la fe en un solo Dios: el Padre
Todopoderoso, el Creador; y Jesucristo, su Hijo, nuestro Señor y Salvador; y el
Espíritu Santo, en la Santa Iglesia (Sección segunda).
Segunda parte: Los sacramentos de la fe
15 La
segunda parte del catecismo expone cómo la salvación de Dios, realizada una vez
por todas por Cristo Jesús y por el Espíritu Santo, se hace presente en las
acciones sagradas de la liturgia de la Iglesia (Sección primera),
particularmente en los siete sacramentos (Sección segunda).
Tercera parte: La vida de fe
16 La
tercera parte del catecismo presenta el fin último del hombre, creado a imagen
de Dios: la bienaventuranza, y los caminos para llegar a ella: mediante un
obrar recto y libre, con la ayuda de la ley y de la gracia de Dios (Sección
primera); mediante un obrar que realiza el doblemandamiento de la caridad,
desarrollado en los diez Mandamientos de Dios (Sección segunda).
Cuarta parte: La oración en la vida de la fe
17 La
última parte del Catecismo trata del sentido y la importancia de la oración en
la vida de los creyentes (Sección primera). Se cierra con un breve comentario
de las siete peticiones de la oración del Señor (Sección segunda). En ellas, en efecto, encontramos la suma
de los bienes que debemos esperar y que nuestro Padre celestial quiere
concedernos.
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