I La
última Pascua del cristiano
1681 El
sentido cristiano de la muerte es revelado a la luz del Misterio pascual
de la muerte y de la resurrección de Cristo, en quien radica nuestra única
esperanza. El cristiano que muere en Cristo Jesús "sale de este cuerpo
para vivir con el Señor" (2 Co 5,8).
1682 El día
de la muerte inaugura para el cristiano, al término de su vida sacramental,
la plenitud de su nuevo nacimiento comenzado en el Bautismo, la
"semejanza" definitiva a "imagen del Hijo", conferida por
la Unción del Espíritu Santo y la participación en el Banquete del Reino
anticipado en la Eucaristía, aunque pueda todavía necesitar últimas
purificaciones para revestirse de la túnica nupcial.
1683 La
Iglesia que, como Madre, ha llevado sacramentalmente en su seno al cristiano
durante su peregrinación terrena, lo acompaña al término de su caminar para
entregarlo "en las manos del Padre". La Iglesia ofrece al Padre, en
Cristo, al hijo de su gracia, y deposita en la tierra, con esperanza, el germen
del cuerpo que resucitará en la gloria (cf 1 Co 15,42-44). Esta ofrenda es
plenamente celebrada en el Sacrificio eucarístico; las bendiciones que preceden
y que siguen son sacramentales.
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