II. Los actos buenos y los
actos malos
1755 El acto moralmente bueno supone a
la vez la bondad del objeto, del fin y de las circunstancias. Una
finalidad mala corrompe la acción, aunque su objeto sea de suyo bueno (como
orar y ayunar ‘para ser visto por los hombres’).
El objeto de la elección puede por sí solo viciar el conjunto de todo
el acto. Hay comportamientos concretos -como la fornicación - que siempre es un
error elegirlos, porque su elección comporta un desorden de la voluntad, es
decir, un mal moral.
1756 Es,
por tanto, erróneo juzgar de la moralidad de los actos humanos considerando
sólo la intención que los inspira o las circunstancias [ambiente, presión
social, coacción o necesidad de obrar, etc.] que son su marco. Hay actos que,
por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias y de las
intenciones, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto; por
ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio. No está
permitido hacer el mal para obtener un bien.
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