III Dones y frutos del Espíritu Santo
1830. La vida moral de los cristianos está
sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes
que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo.
1831 Los siete dones del Espíritu Santo
son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de
Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf Is 11, 1-2). Completan
y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los
fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.
Tu espíritu bueno me guíe por una
tierra llana (Sal 143,10).
Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios... Y, si
hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo (Rm
8,14.17)
1832 Los frutos del Espíritu son perfecciones
que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La
tradición de la Iglesia enumera doce: ‘caridad, gozo, paz, paciencia,
longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia,
continencia, castidad’ (Ga 5,22-23, vg.).
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