II Igualdad y diferencias entre los hombres
1934
Creados a imagen del Dios único y dotados de una misma alma racional, todos los
hombres poseen una misma naturaleza y un mismo origen. Rescatados por el
sacrificio de Cristo, todos son llamados a participar en la misma
bienaventuranza divina: todos gozan por tanto de una misma dignidad.
1935 La igualdad entre los hombres se deriva
esencialmente de su dignidad personal y de los derechos que dimanan de ella:
Hay que superar y eliminar, como
contraria al plan de Dios, toda forma de discriminación en los derechos
fundamentales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo,
raza, color, condición social, lengua o religión. (GS 29,2).
1936 Al
venir al mundo, el hombre no dispone de todo lo que es necesario para el
desarrollo de su vida corporal y espiritual. Necesita de los demás. Ciertamente
hay diferencias entre los hombres por lo que se refiere a la edad, a las
capacidades físicas, a las aptitudes intelectuales o morales, a las
circunstancias de que cada uno se pudo beneficiar, a la distribución de las
riquezas (GS 29, 2). Los ‘talentos’ no están distribuidos por igual (cf Mt 25,
14-30, Lc 19, 11-27).
1937 “Estas
diferencias pertenecen al plan de Dios, que quiere que cada uno reciba de otro
aquello que necesita, y que quienes disponen de ‘talentos’ particulares
comuniquen sus beneficios a los que los necesiten. Las diferencias alientan y
con frecuencia obligan a las personas a la magnanimidad, a la benevolencia y a
la comunicación. Incitan a las culturas a enriquecerse unas a otras:
Yo no doy todas las virtudes por igual a cada uno... hay muchos a los que
distribuyo de tal manera, esto a uno, aquello a otro... A uno la caridad, a
otro la justicia, a éste la humildad, a aquél una fe viva... En cuanto a los
bienes temporales las cosas necesarias para la vida humana las he distribuido
con la mayor desigualdad, y no he querido que cada uno posea todo lo que le era
necesario para que los hombres tengan así ocasión, por necesidad, de practicar
la caridad unos con otros... He
querido que unos necesitasen de otros y que fuesen mis servidores para la
distribución de las gracias y de las liberalidades que han recibido de mí. (S.
Catalina de Siena, dial. 1, 7).
1938. Existen también desigualdades
escandalosas que afectan a millones de hombres y mujeres. Están en
abierta contradicción con el Evangelio:
La igual dignidad de las personas
exige que se llegue a una situación de vida más humana y más justa. Pues las
excesivas desigualdades económicas y sociales entre los miembros o los pueblos
de una única familia humana resultan escandalosas y se oponen a la justicia
social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y también a la paz
social e internacional (GS 29, 3).
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