III La
solidaridad humana
1939 El
principio de solidaridad, expresado también con el nombre de ‘amistad’ o
‘caridad social’, es una exigencia directa de la fraternidad humana y cristiana
(cf SRS 38-40; CA 10):
Un error, ‘hoy ampliamente extendido, es el olvido de esta ley de
solidaridad humana y de caridad, dictada e impuesta tanto por la comunidad de
origen y la igualdad de la naturaleza racional en todos los hombres, cualquiera
que sea el pueblo a que pertenezca, como por el sacrificio de redención
ofrecido por Jesucristo en el altar de la cruz a su Padre del cielo, en favor
de la humanidad pecadora’ (Pío XII, enc. "Summi pontificatus").
1940 La
solidaridad se manifiesta en primer lugar en la distribución de bienes y la
remuneración del trabajo. Supone también el esfuerzo en favor de un orden
social más justo en el que las tensiones puedan ser mejor resueltas, y donde
los conflictos encuentren más fácilmente su solución negociada.
1941 Los
problemas socioeconómicos sólo pueden ser resueltos con la ayuda de todas las
formas de solidaridad: solidaridad de los pobres entre sí, de los ricos y los
pobres, de los trabajadores entre sí, de los empresarios y los empleados,
solidaridad entre las naciones y entre los pueblos. La solidaridad
internacional es una exigencia del orden moral. En buena medida, la paz del mundo
depende de ella.
1942 La
virtud de la solidaridad va más allá de los bienes materiales. Difundiendo los
bienes espirituales de la fe, la Iglesia ha favorecido a la vez el desarrollo
de los bienes temporales, al cual con frecuencia ha abierto vías nuevas. Así se
han verificado a lo largo de los siglos las palabras del Señor: ‘Buscad primero
su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura’ (Mt 6,
33):
Desde hace dos mil años vive y
persevera en el alma de la Iglesia ese sentimiento que ha impulsado e impulsa
todavía a las almas hasta el heroísmo caritativo de los monjes agricultores, de
los libertadores de esclavos, de los que atienden enfermos, de los mensajeros
de fe, de civilización, de ciencia, a todas las generaciones y a todos los
pueblos con el fin de crear condiciones sociales capaces de hacer posible a
todos una vida digna del hombre y del cristiano (Pío XII, discurso de 1 junio
1941).
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