Artículo 3
EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA
2623 El día
de Pentecostés, el Espíritu de la promesa se derramó sobre los discípulos,
"reunidos en un mismo lugar" (Hch 2, 1), que lo esperaban
"perseverando en la oración con un mismo espíritu" (Hch 1, 14). El Espíritu que enseña a la Iglesia y le
recuerda todo lo que Jesús dijo (cf Jn 14, 26), será también quien la formará
en la vida de oración.
2624 En la primera comunidad de Jerusalén, los
creyentes "acudían asiduamente a las enseñanzas de los Apóstoles, a la
comunión, a la fracción del pan y a las oraciones" (Hch 2, 42). Esta
secuencia de actos es típica de la oración de la Iglesia; fundada sobre la fe
apostólica y autentificada por la caridad, se alimenta con la Eucaristía.
2625 Estas oraciones son en primer lugar las
que los fieles escuchan y leen en las Escrituras, pero las actualizan,
especialmente las de los salmos, a partir de su cumplimient o en Cristo (cf Lc
24, 27. 44). El Espíritu Santo, que recuerda así a Cristo ante su Iglesia
orante, conduce a ésta también hacia la Verdad plena, y suscita nuevas
formulaciones que expresarán el insondable Misterio de Cristo que actúa en la
vida, los sacramentos y la misión de su Iglesia. Estas formulaciones se
desarrollan en las grandes tradiciones litúrgicas y espirituales. Las formas
de la oración, tal como las revelan las Escrituras apostólicas canónicas,
siguen siendo normativas para la oración cristiana.
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