III La
oración de intercesión
2634 La
intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la
oración de Jesús. El es el único
intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en
particular (cf Rm 8, 34; 1 Jn 2, 1; 1 Tm 2. 5-8). Es capaz de "salvar
perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para
interceder en su favor" (Hb 7, 25). El propio Espíritu Santo
"intercede por nosotros... y su intercesión a favor de los santos es según
Dios" (Rm 8, 26-27).
2635 Interceder, pedir en favor de otro, es,
desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. En
el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana participa de la de Cristo: es
la expresión de la comunión de los santos. En la intercesión, el que ora busca
"no su propio interés sino el de los demás" (Flp 2, 4), hasta rogar
por los que le hacen mal (recuérdese a Esteban rogando por sus verdugos, como
Jesús: cf Hch 7, 60; Lc 23, 28. 34).
2636 Las
primeras comunidades cristianas vivieron intensamente esta forma de
participación (cf Hch 12, 5; 20, 36; 21, 5; 2 Co 9, 14). El Apóstol Pablo les
hace participar así en su ministerio del Evangelio (cf Ef 6, 18-20; Col 4, 3-4;
1 Ts 5, 25); él intercede también por ellas (cf 2 Ts 1, 11; Col 1, 3; Flp 1,
3-4). La intercesión de los cristianos no conoce fronteras: "por todos los
hombres, por todos los constituídos en autoridad" (1 Tm 2, 1), por los
perseguidores (cf Rm 12, 14), por la salvación de los que rechazan el Evangelio
(cf Rm 10, 1).
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