V La oración de alabanza
2639 La alabanza es la forma de orar que reconoce de la
manera más directa que Dios es Dios. Le canta por El mismo, le da gloria no por
lo que hace sino por lo que El es. Participa
en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe antes de
verle en la Gloria. Mediante ella, el Espíritu se une a nuestro espíritu para
dar testimonio de que somos hijos de Dios (cf. Rm 8, 16), da testimonio del
Hijo único en quien somos adoptados y por quien glorificamos al Padre. La
alabanza integra las otras formas de oración y las lleva hacia Aquél que es su
fuente y su término: "un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las
cosas y por el cual somos nosotros" (1 Co 8, 6).
2640 San Lucas menciona con frecuencia en su Evangelio
la admiración y la alabanza ante las maravillas de Cristo, y las subraya
también respecto a las acciones del Espíritu Santo que son los hechos de los
apóstoles : la comunidad de Jerusalén (cf Hch 2, 47), el tullido curado por
Pedro y Juan (cf Hch 3, 9), la muchedumbre que glorificaba a Dios por ello (cf
Hch 4, 21), y los gentiles de Pisidia que "se alegraron y se pusieron a
glorificar la Palabra del Señor" (Hch 13, 48).
2641 "Recitad entre vosotros salmos,
himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al
Señor" (Ef 5, 19; Col 3, 16). Como los autores inspirados del Nuevo
Testamento, las primeras comunidades cristianas releen el libro de los Salmos
cantando en él el Misterio de Cristo. En la novedad del Espíritu, componen
también himnos y cánticos a partir del acontecimiento inaudito que Dios ha
realizado en su Hijo: su encarnación, su muerte vencedora de la muerte, su
resurrección y su ascensión a su derecha (cf Flp 2, 6-11; Col 1, 15-20; Ef 5,
14; 1 Tm 3, 16; 6, 15-16; 2 Tm 2, 11-13). De esta "maravilla" de toda
la Economía de la salvación brota la doxología, la alabanza a Dios (cf Ef 1,
3-14; Rm 16, 25-27; Ef 3, 20-21; Judas 24-25).
2642 La revelación "de lo que ha de
suceder pronto", el Apocalip sis, está sostenida por los cánticos de la
liturgia celestial (cf Ap 4, 8-11; 5, 9-14; 7, 10-12) y también por la
intercesión de los "testigos" (mártires: Ap 6, 10). Los profetas y
los santos, todos los que fueron degollados en la tierra por dar testimonio de
Jesús (cf Ap 18, 24), la muchedumbre inmensa de los que, venidos de la gran
tribulación nos han precedido en el Reino, cantan la alabanza de gloria de
Aquél que se sienta en el trono y del Cordero (cf Ap 19, 1-8). En comunión con
ellos, la Iglesia terrestre canta también estos cánticos, en la fe y la prueba.
La fe, en la petición y la intercesión, espera contra toda esperanza y da
gracias al "Padre de las luces de quien desciende todo don excelente"
(St 1, 17). La fe es así una pura alabanza.
2643 La
Eucaristía contiene y expresa todas las formas de oración: es la "ofrenda
pura" de todo el Cuerpo de Cristo "a la gloria de su Nombre" (cf
Ml 1, 11); es, según las tradiciones de Oriente y de Occidente, "el
sacrificio de alabanza".
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