Artículo 1
LAS EXPRESIONES DE LA ORACIÓN
I La oración vocal
2700 Por
medio de su Palabra, Dios habla al hombre. Por medio de palabras, mentales o
vocales, nuestra oración toma cuerpo. Pero lo más importante es la presencia
del corazón ante Aquél a quien hablamos en la oración. "Que nuestra
oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de
nuestras almas" (San Juan Crisóstomo, ecl. 2).
2701 La
oración vocal es un elemento indispensable de la vida cristiana. A los
discípulos, atraídos por la oración silenciosa de su Maestro, éste les enseña
una oración vocal: el "Padre Nuestro". Jesús no solamente ha rezado
las oraciones litúrgicas de la sinagoga; los Evangelios nos lo presentan
elevando la voz para expresar su oración personal, desde la bendición exultante
del Padre (cf Mt 11, 25-26), hasta la agonía de Getsemaní (cf Mc 14, 36).
2702 Esta
necesidad de asociar los sentidos a la oración interior responde a una
exigencia de nuestra naturaleza humana. Somos cuerpo y espíritu, y experimentamos la necesidad de traducir
exteriormente nuestros sentimientos. Es necesario rezar con todo nuestro
ser para dar a nuestra súplica todo el poder posible.
2703 Esta
necesidad responde también a una exigencia divina. Dios busca adoradores en espíritu y en verdad, y,
por consiguiente, la oración que sube viva desde las profundidades del alma. También
reclama una expresión exterior que asocia el cuerpo a la oración interior, esta
expresión corporal es signo del homenaje perfecto al que Dios tiene derecho.
2704 La oración vocal es la oración por excelencia
de las multitudes por ser exterior y tan plenamente humana. Pero incluso
la más interior de las oraciones no podría prescindir de la oración vocal. La oración se hace interior en la medida
en que tomamos conciencia de Aquél "a quien hablamos" (Santa Teresa
de Jesús, cam. 26). Entonces la oración vocal se convierte en una
primera forma de oración contemplativa.
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