I Corazón de las Sagradas Escrituras
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Después de haber expuesto cómo los salmos son el alimento principal de la
oración cristiana y confluyen en las peticiones del Padre Nuestro, San Agustín
concluye:
Recorred todas las oraciones que
hay en las Escrituras, y no creo que podáis encontrar algo que no esté incluido
en la oración dominical (ep. 130, 12, 22).
2763 Toda la Escritura (la Ley, los Profetas,
y los Salmos) se cumplen en Cristo (cf Lc 24, 44). El evangelio es esta
"Buena Nueva". Su primer anuncio está resumido por San Mateo
en el Sermón de la Montaña (cf. Mt 5-7). Pues bien, la oración del Padre
Nuestro está en el centro de este anuncio. En este contexto se aclara cada una de las peticiones de la oración que nos
dio el Señor:
La oración dominical es la más
perfecta de las oraciones... En ella, no sólo pedimos todo lo que
podemos desear con rectitud, sino además según el orden en que conviene
desearlo. De modo que esta oración no sólo nos enseña a pedir, sino que también
forma toda nuestra afectividad. (Santo Tomás de A., s. th. 2-2. 83, 9).
2764 El
Sermón de la Montaña es doctrina de vida, la oración dominical es plegaria,
pero en uno y otra el Espíritu del Señor da forma nueva a nuestros deseos, esos
movimientos interiores que animan nuestra vida. Jesús nos enseña esta vida nueva por medio de sus palabras y nos enseña a
pedirla por medio de la oración. De la rectitud de nuestra oración dependerá la
de nuestra vida en El.
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