III Padre "nuestro"
2786 Padre
"Nuestro" se refiere a Dios. Este adjetivo, por nuestra parte, no
expresa una posesión, sino una relación totalmente nueva con Dios.
2787 Cuando
decimos Padre "nuestro", reconocemos ante todo que todas sus promesas
de amor anunciadas por los Profetas se han cumplido en la nueva y eterna
Alianza en Cristo: hemos llegado a ser "su Pueblo" y El es desde
ahora en adelante "nuestro Dios". Esta relación nueva es una
pertenencia mutua dada gratuitamente: por amor y fidelidad (cf Os 2, 21-22; 6,
1-6) tenemos que responder "a la gracia y a la verdad que nos han sido
dadas en Jesucristo (Jn 1, 17).
2788 Como
la Oración del Señor es la de su Pueblo en los "últimos tiempos", ese
"nuestro" expresa también la certeza de nuestra esperanza en la
última promesa de Dios: en la nueva Jerusalén dirá al vencedor: "Yo seré
su Dios y él será mi hijo" (Ap 21, 7).
2789 Al
decir Padre "nuestro", es al Padre de nuestro Señor Jesucristo a
quien nos dirigimos personalmente. No dividimos la divinidad, ya que el Padre
es su "fuente y origen", sino confesamos que eternamente el Hijo es
engendrado por El y que de El procede el Espíritu Santo. No confundimos de
ninguna manera las personas, ya que confesamos que nuestra comunión es con el
Padre y su Hijo, Jesucristo, en su único Espíritu Santo. La Santísima
Trinidad es consubstancial e indivisible. Cuando oramos al Padre, le
adoramos y le glorificamos con el Hijo y el Espíritu Santo.
2790
Gramaticalmente, "nuestro" califica una realidad común a varios. No
hay más que un solo Dios y es reconocido Padre por aquellos que, por la fe en
su Hijo único, han renacido de El por el agua y por el Espíritu (cf 1 Jn 5, 1;
Jn 3, 5). La Iglesia es esta nueva comunión de Dios y de los hombres:
unida con el Hijo único hecho "el primogénito de una multitud de
hermanos" (Rm 8, 29) se encuentra en comunión con un solo y mismo Padre,
en un solo y mismo Espíritu (cf Ef 4, 4-6). Al decir Padre "nuestro",
la oración de cada bautizado se hace en esta comunión: "La multitud de
creyentes no tenía más que un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32).
2791 Por
eso, a pesar de las divisiones entre los cristianos, la oración al Padre
"nuestro" continúa siendo un bien común y un llamamiento apremiante
para todos los bautizados. En
comunión con Cristo por la fe y el Bautismo, los cristianos deben participar en
la oración de Jesús por la unidad de sus discípulos (cf UR 8; 22).
2792 Por
último, si recitamos en verdad el "Padre Nuestro", salimos del
individualismo, porque de él nos libera el Amor que recibimos. El adjetivo
"nuestro" al comienzo de la Oración del Señor, así como el
"nosotros" de las cuatro últimas peticiones no es exclusivo de nadie.
Para que se diga en verdad (cf Mt 5,
23-24; 6, 14-16), debemos superar nuestras divisiones y los conflictos entre
nosotros.
2793 Los
bautizados no pueden rezar al Padre "nuestro" sin llevar con ellos
ante El todos aquellos por los que el Padre ha entregado a su Hijo amado. El
amor de Dios no tiene fronteras, nuestra oración tampoco debe tenerla (cf. NA
5). Orar a "nuestro" Padre nos abre a dimensiones de su Amor
manifestado en Cristo: orar con todos los hombres y por todos los que no le
conocen aún para que "estén reunidos en la unidad" (Jn 11, 52). Esta
solicitud divina por todos los hombres y por toda la creación ha animado a
todos los grandes orantes.
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