IV "Que estás en el cielo"
2794 Esta
expresión bíblica no significa un lugar ["el espacio"] sino una
manera de ser; no el alejamiento de Dios sino su majestad. Dios Padre no está
"fuera", sino "más allá de todo" lo que acerca de la
santidad divina puede el hombre concebir. Como es tres veces Santo, está
totalmente cerca del corazón humilde y contrito:
Con razón, estas palabras 'Padre
nuestro que estás en el Cielo' hay que entenderlas en relación al corazón de
los justos en el que Dios habita como en su templo. Por eso también el
que ora desea ver que reside en él Aquél a quien invoca (San Agustín, serm.
Dom. 2, 5. 17).
El "cielo" bien podía ser también aquellos que llevan la imagen
del mundo celestial, y en los que Dios habita y se pasea (San Cirilo de
Jerusalén, catech. myst. 5, 11).
2795 El
símbolo del cielo nos remite al misterio de la Alianza que vivimos cuando
oramos al Padre. El está en el cielo, es su morada, la Casa del Padre es por
tanto nuestra "patria". De la patria de la Alianza el pecado nos ha
desterrado (cf Gn 3) y hacia el Padre, hacia el cielo, la conversión del
corazón nos hace volver (cf Jr 3, 19-4, 1a; Lc 15, 18. 21). En Cristo se han
reconciliado el cielo y la tierra (cf Is 45, 8; Sal 85, 12), porque el Hijo
"ha bajado del cielo", solo, y nos hace subir allí con él, por medio
de su Cruz, su Resurrección y su Ascensión (cf Jn 12, 32; 14, 2-3; 16, 28; 20,
17; Ef 4, 9-10; Hb 1, 3; 2, 13).
2796 Cuando
la Iglesia ora diciendo "Padre nuestro que estás en el cielo",
profesa que somos el Pueblo de Dios "sentado en el cielo, en Cristo
Jesús" (Ef 2, 6), "ocultos con Cristo en Dios" (Col 3, 3), y, al
mismo tiempo, "gemimos en este estado, deseando ardientemente ser
revestidos de nuestra habitación celestial" (2 Co 5, 2; cf Flp 3, 20; Hb
13, 14):
Los cristianos están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan su
vida en la tierra, pero son ciudadanos del cielo (Epístola a Diogneto 5, 8-9).
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