VII Y Líbranos del mal
2850 La
última petición a nuestro Padre está también contenida en la oración de Jesús:
"No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del
Maligno" (Jn 17, 15). Esta petición concierne a cada uno individualmente,
pero siempre quien ora es el "nosotros", en comunión con toda la
Iglesia y para la salvación de toda la familia humana. La oración del Señor no
cesa de abrirnos a las dimensiones de la economía de la salvación. Nuestra
interdependencia en el drama del pecado y de la muerte se vuelve solidaridad en
el Cuerpo de Cristo, en "comunión con los santos" (cf RP 16).
2851 En
esta petición, el mal no es una abstracción, sino que designa una persona,
Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El "diablo"
["dia-bolos"] es aquél que "se atraviesa" en el designio de
Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo.
2852
"Homicida desde el principio, mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8,
44), "Satanás, el seductor del mundo entero" (Ap 12, 9), es aquél por
medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo y, por cuya
definitiva derrota, toda la creación entera será "liberada del pecado y de
la muerte" (MR, Plegaria Eucarística IV). "Sabemos que todo el que ha
nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios le guarda y el Maligno
no llega a tocarle. Sabemos que
somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno" (1 Jn 5,
18-19):
El Señor que ha borrado vuestro
pecado y perdonado vuestras faltas también os protege y os gua rda contra las
astucias del Diablo que os combate para que el enemigo, que tiene la costumbre
de engendrar la falta, no os sorprenda. Quien confía en Dios, no tema al
Demonio. "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?"
(Rm 8, 31) (S. Ambrosio, sacr. 5,
30).
2853 La victoria sobre el "príncipe de
este mundo" (Jn 14, 30) se adquirió de una vez por todas en la Hora en que
Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su Vida. Es el juicio de
este mundo, y el príncipe de este mundo está "echado abajo" (Jn 12,
31; Ap 12, 11). "El se lanza en persecución de la Mujer" (cf Ap 12,
13-16), pero no consigue alcanzarla: la nueva Eva, "llena de gracia"
del Espíritu Santo es preservada del pecado y de la corrupción de la muerte
(Concepción inmaculada y Asunción de la santísima Madre de Dios, María, siempre
virgen). "Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al
resto de sus hijos" (Ap 12, 17). Por eso, el Espíritu y la Iglesia oran:
"Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 17. 20) ya que su Venida nos librará del
Maligno.
2854 Al pedir ser liberados del Maligno,
oramos igualmente para ser liberados de todos los males, presentes, pasados y
futuros de los que él es autor o instigador. En esta última petición, la
Iglesia presenta al Padre todas las desdichas del mundo. Con la liberación de
todos los males que abruman a la humanidad, implora el don precioso de la paz y
la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo. Orando así, anticipa en la humildad de la fe la
recapitulación de todos y de todo en Aquél que "tiene las llaves de la
Muerte y del Hades" (Ap 1,18), "el Dueño de todo, Aquél que es, que
era y que ha de venir" (Ap 1,8; cf Ap 1, 4):
Líbranos de todos los males,
Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu
misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador
Jesucristo (MR, Embolismo).
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