III La interpretación del depósito de la fe
El depósito de la fe confiado a la
totalidad de la Iglesia
84 "El depósito sagrado" (cf. 1 Tm 6,20; 2 Tm
1,12-14) de la fe (depositum fidei), contenido en la Sagrada Tradición y en la
Sagrada Escritura fue confiado por los apóstoles al conjunto de la Iglesia.
"Fiel a dicho depósito, el pueblo cristiano entero, unido a sus pastores,
persevera siempre en la doctrina apostólica y en la unión, en la eucaristía y
la oración, y así se realiza una maravillosa concordia de pastores y fieles en
conservar, practicar y profesar la fe recibida" (DV 10).
El Magisterio de la Iglesia
85 "El oficio de interpretar auténticamente la
palabra de Dios, oral o escritura, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo
de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo" (DV 10), es
decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma.
86 "El Magisterio no está por encima de la palabra
de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido, pues por
mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente,
lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este único depósito de la
fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído" (DV
10).
87 Los fieles, recordando la palabra de Cristo a sus
Apóstoles: "El que a vosotros escucha a mi me escucha" (Lc 10,16; cf.
LG 20), reciben con docilidad las enseñanzas y directrices que sus pastores les
dan de diferentes formas.
Los dogmas
de la fe
88 El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la
autoridad que tiene de Cristo cuando define dogmas, es decir, cuando propone,
de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión irrevocable de fe,
verdades contenidas en la Revelación divina o también cuando propone de manera
definitiva verdades que tienen con ellas un vínculo necesario.
89 Existe un vínculo orgánico entre nuestra vida
espiritual y los dogmas. Los dogmas son luces en el camino de nuestra fe, lo
iluminan y lo hacen seguro. De modo inverso, si nuestra vida es recta, nuestra
inteligencia y nuestro corazón estarán abiertos para acoger la luz de los
dogmas de la fe (cf. Jn 8,31-32).
90 Los vínculos mutuos y la coherencia de los dogmas
pueden ser hallados en el conjunto de la Revelación del Misterio de Cristo (cf.
Cc. Vaticano I: DS 3016: "nexus mysteriorum"; LG 25). "Existe un
orden o `jerarquía' de las verdades de la doctrina católica, puesto que es
diversa su conexión con el fundamento de la fe cristiana" (UR 11).
El sentido
sobrenatural de la fe
91 Todos los fieles tienen parte en la comprensión y en la
transmisión de la verdad revelada. Han recibido la unción del Espíritu Santo
que los instruye (cf. 1 Jn 2,20.27) y los conduce a la verdad completa (cf. Jn
16,13).
92 "La totalidad de los fieles ... no puede
equivocarse en la fe. Se manifiesta esta propiedad suya, tan peculiar, en el
sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo: cuando 'desde los obispos
hasta el último de los laicos cristianos' muestran estar totalmente de acuerdo
en cuestiones de fe y de moral" (LG 12).
93 "El Espíritu de la verdad suscita y sostiene
este sentido de la fe. Con él, el Pueblo de Dios, bajo la dirección del
magisterio...se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de
una vez para siempre, la profundiza con un juicio recto y la aplica cada día
más plenamente en la vida" (LG 12).
El crecimiento en la inteligencia de la
fe
94 Gracias a la asistencia del Espíritu Santo, la
inteligencia tanto de las realidades como de las palabras del depósito de la fe
puede crecer en la vida de la Iglesia:
– "Cuando los fieles las contemplan y
estudian repasándolas en su corazón" (DV 8); es en particular la
investigación teológica quien debe " profundizar en el conocimiento de la
verdad revelada" (GS 62,7; cfr. 44,2; DV 23; 24; UR 4).
– Cuando los fieles "comprenden
internamente los misterios que viven" (DV 8); "Divina eloquia cum
legente crescunt" (S.Gregorio Magno, Homilía sobre Ez 1,7,8: PL 76, 843
D).
– "Cuando
las proclaman los obispos, sucesores de los apóstoles en el carisma de la
verdad" (DV 8).
95 "La Tradición, la Escritura y el Magisterio de la
Iglesia, según el plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que
ninguno puede subsistir sin los otros; los tres, cada uno según su carácter, y
bajo la acción del único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación
de las almas" (DV 10,3).
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