II "Yo sé en quién tengo puesta mi fe"(2 Tim 1,12)
Creer solo en Dios
150 La fe es ante todo una adhesión personal del hombre
a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la
verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesión personal a Dios y asentimiento
a la verdad que él ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona
humana. Es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo
que él dice. Sería vano y errado poner una fe semejante en una criatura (cf. Jr
17,5-6; Sal 40,5; 146,3-4).
Creer en Jesucristo, el Hijo de Dios
151 Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente
creer en aquel que él ha enviado, "su Hijo amado", en quien ha puesto
toda su complacencia (Mc 1,11). Dios nos ha dicho que les escuchemos (cf. Mc 9,7). El
Señor mismo dice a sus discípulos: "Creed en Dios, creed también en
mí" (Jn 14,1). Podemos creer en Jesucristo porque es Dios, el Verbo hecho
carne: "A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno
del Padre, él lo ha contado" (Jn 1,18). Porque "ha visto al Padre" (Jn 6,46), él es único en conocerlo
y en poderlo revelar (cf. Mt 11,27).
Creer en el
Espíritu Santo
152 No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en
su Espíritu. Es el Espíritu Santo quien revela a los hombres quién es Jesús. Porque
"nadie puede decir: 'Jesús es Señor' sino bajo la acción del Espíritu
Santo" (1 Cor 12,3). "El Espíritu todo lo sondea, hasta las
profundidades de Dios...Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de
Dios" (1 Cor 2,10-11). Sólo Dios
conoce a Dios enteramente. Nosotros creemos en el Espíritu Santo porque es Dios.
La Iglesia no cesa de confesar su fe en
un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
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