Artículo 1
«CREO EN DIOS, PADRE
TODOPODEROSO,
CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA»
Párrafo
1
CREO EN DIOS
199 "Creo en Dios": Esta primera afirmación de
la profesión de fe es también la más fundamental. Todo el Símbolo habla de
Dios, y si habla también del hombre y del mundo, lo hace por relación a Dios.
Todos los artículos del Credo dependen del primero, así como los mandamientos
son explicitaciones del primero. Los demás artículos nos hacen conocer mejor a
Dios tal como se reveló progresivamente a los hombres. "Los fieles hacen
primero profesión de creer en Dios" (Catech.R. 1,2,2).
I «Creo en un solo Dios»
200 Con
estas palabras comienza el Símbolo de Nicea-Constantinopla. La confesión de la
unicidad de Dios, que tiene su raíz en la Revelación Divina en la Antigua
Alianza, es inseparable de la confesión de la existencia de Dios y asimismo
también fundamental. Dios es Unico: no hay más que un solo Dios: "La fe
cristiana confiesa que hay un solo Dios, por naturaleza, por substancia y por
esencia" (Catech.R., 1,2,2).
201 A
Israel, su elegido, Dios se reveló como el Unico: "Escucha Israel: el
Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza" (Dt 6,4-5). Por los
profetas, Dios llama a Israel y a todas las naciones a volverse a él, el Unico:
"Volveos a mí y seréis salvados, confines todos de la tierra, porque yo
soy Dios, no existe ningún otro...ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua
jurará diciendo: ¡Sólo en Dios hay victoria y fuerza!" (Is 45,22-24; cf. Flp 2,10-11).
202 Jesús mismo confirma que Dios es
"el único Señor" y que es preciso amarle con todo el corazón, con
toda el alma, con todo el espíritu y todas las fuerzas (cf. Mc 12,29-30). Deja
al mismo tiempo entender que él mismo es "el Señor" (cf. Mc
12,35-37). Confesar que "Jesús es Señor" es lo propio de la fe
cristiana. Esto no es contrario a la fe en el Dios Unico. Creer en el Espíritu Santo, "que es Señor y
dador de vida", no introduce ninguna división en el Dios único:
Creemos firmemente y afirmamos
sin ambages que hay un solo verdadero Dios, inmenso e inmutable,
incomprensible, todopoderoso e inefable, Padre, Hijo y Espíritu Santo: Tres
Personas, pero una Esencia, una Substancia o Naturaleza absolutamente simple
(Cc. de Letrán IV: DS 800).
II Dios revela su nombre
203 A su
pueblo Israel Dios se reveló dándole a conocer su Nombre. El nombre expresa la
esencia, la identidad de la persona y el sentido de su vida. Dios tiene un
nombre. No es una fuerza anónima. Comunicar su nombre es darse a conocer a los
otros. Es, en cierta manera, comunicarse a sí mismo haciéndose accesible, capaz
de ser más íntimamente conocido y de ser invocado personalmente.
204 Dios se
reveló progresivamente y bajo diversos nombres a su pueblo, pero la revelación
del Nombre Divino, hecha a Moisés en la teofanía de la zarza ardiente, en el
umbral del Exodo y de la Alianza del Sinaí, demostró ser la revelación
fundamental tanto para la Antigua como para la Nueva Alianza.
El Dios vivo
205 Dios
llama a Moisés desde una zarza que arde sin consumirse. Dios dice a Moisés: "Yo soy el Dios de tus
padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob" (Ex 3,6).
Dios es el Dios de los padres. El que había llamado y guiado a los patriarcas
en sus peregrinaciones. Es el Dios fiel y compasivo que se acuerda de ellos y
de sus promesas; viene para librar a sus descendientes de la esclavitud. Es
el Dios que más allá del espacio y del tiempo lo puede y lo quiere, y que
pondrá en obra toda su Omnipotencia para este designio.
"Yo soy el que soy"
Moisés dijo a Dios: Si voy a los
hijos de Israel y les digo: `El Dios de vuestros padres me ha enviado a
vosotros'; cuando me pregunten: `¿Cuál es su nombre?', ¿qué les
responderé?" Dijo Dios a Moisés: "Yo soy el que soy". Y añadió:
"Así dirás a los hijos de Israel: `Yo soy' me ha enviado a
vosotros"...Este es ni nombre para siempre, por él seré invocado de
generación en generación" (Ex 3,13-15).
206 Al revelar su nombre misterioso de YHWH,
"Yo soy el que es" o "Yo soy el que soy" o también "Yo
soy el que Yo soy", Dios dice quién es y con qué nombre se le debe llamar.
Este Nombre Divino es misterioso como Dios es Misterio. Es a la vez un
Nombre revelado y como la resistencia a tomar un nombre propio, y por esto
mismo expresa mejor a Dios como lo que él es, infinitamente por encima de todo
lo que podemos comprender o decir: es el "Dios escondido" (Is 45,15),
su nombre es inefable (cf. Jc 13,18), y es el Dios que se acerca a los hombres.
207 Al
revelar su nombre, Dios revela, al mismo tiempo, su fidelidad que es de siempre
y para siempre, valedera para el pasado ("Yo soy el Dios de tus
padres", Ex 3,6) como para el porvenir ("Yo estaré contigo", Ex
3,12). Dios que revela su nombre como "Yo soy" se revela como el Dios
que está siempre allí, presente junto a su pueblo para salvarlo.
208 Ante la
presencia atrayente y misteriosa de Dios, el hombre descubre su pequeñez. Ante
la zarza ardiente, Moisés se quita las sandalias y se cubre el rostro (cf. Ex
3,5-6) delante de la Santidad Divina. Ante la gloria del Dios tres veces santo, Isaías exclama: "¡ Ay de mí,
que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros!" (Is 6,5). Ante
los signos divinos que Jesús realiza, Pedro exclama: "Aléjate de mí,
Señor, que soy un hombre pecador" (Lc 5,8). Pero porque Dios es santo,
puede perdonar al hombre que se descubre pecador delante de él: "No
ejecutaré el ardor de mi cólera...porque soy Dios, no hombre; en medio de ti yo
el Santo" (Os 11,9). El apóstol Juan dirá igualmente:
"Tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene
nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce
todo" (1 Jn 3,19-20).
209 Por respeto
a su santidad el pueblo de Israel no pronuncia el Nombre de Dios. En la lectura
de la Sagrada Escritura, el Nombre revelado es sustituido por el título divino
"Señor" ("Adonai", en griego "Kyrios"). Con este
título será aclamada la divinidad de Jesús: "Jesús es Señor".
"Dios misericordioso y clemente"
210 Tras el
pecado de Israel, que se apartó de Dios para adorar al becerro de oro (cf. Ex
32), Dios escucha la intercesión de Moisés y acepta marchar en medio de un
pueblo infiel, manifestando así su amor (cf. Ex 33,12-17). A Moisés, que pide
ver su gloria, Dios le responde: "Yo haré pasar ante tu vista toda mi
bondad (belleza) y pronunciaré delante de ti el nombre de YHWH" (Ex
33,18-19). Y el Señor pasa delante
de Moisés, y proclama: "YHWH, YHWH, Dios misericordioso y clemente, tardo
a la cólera y rico en amor y fidelidad" (Ex 34,5-6). Moisés confiesa
entonces que el Señor es un Dios que perdona (cf. Ex 34,9).
211 El Nombre Divino "Yo soy" o
"El es" expresa la fidelidad de Dios que, a pesar de la infidelidad
del pecado de los hombres y del castigo que merece, "mantiene su amor por
mil generaciones" (Ex 34,7). Dios revela que es "rico en
misericordia" (Ef 2,4) llegando hasta dar su propio Hijo. Jesús, dando su
vida para librarnos del pecado, revelará que él mismo lleva el Nombre divino:
"Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo
soy" (Jn 8,28)
Solo Dios ES
212 En el
transcurso de los siglos, la fe de Israel pudo desarrollar y profundizar las
riquezas contenidas en la revelación del Nombre divino. Dios es único; fuera de
él no hay dioses (cf. Is 44,6). Dios
transciende el mundo y la historia. El es quien ha hecho el cielo y la tierra:
"Ellos perecen, mas tú quedas, todos ellos como la ropa se
desgastan...pero tú siempre el mismo, no tienen fin tus años" (Sal
102,27-28). En él "no hay cambios ni sombras de rotaciones" (St
1,17). El es "El que es", desde siempre y para siempre y por eso
permanece siempre fiel a sí mismo y a sus promesas.
213 Por
tanto, la revelación del Nombre inefable "Yo soy el que soy" contiene
la verdad que sólo Dios ES. En este mismo sentido, ya la traducción de los
Setenta y, siguiéndola, la Tradición de la Iglesia han entendido el Nombre divino:
Dios es la plenitud del Ser y de toda perfección, sin origen y sin fin. Mientras todas las criaturas han recibido
de él todo su ser y su poseer. El solo es su ser mismo y es por sí mismo
todo lo que es.
III Dios, "el que es", es
verdad y amor
214 Dios, "El que es", se reveló a
Israel como el que es "rico en amor y fidelidad" (Ex 34,6). Estos dos
términos expresan de forma condensada las riquezas del Nombre divino. En
todas sus obras, Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor;
pero también su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad. "Doy gracias a tu nombre por tu amor
y tu verdad" (Sal 138,2; cf. Sal 85,11). El es la Verdad, porque
"Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna" (1 Jn 1,5); él es
"Amor", como lo enseña el apóstol Juan (1 Jn 4,8).
Dios es la Verdad
215 "Es verdad el principio de tu
palabra, por siempre, todos tus justos juicios" (Sal 119,160).
"Ahora, mi Señor Dios, tú eres Dios, tus palabras son verdad" (2 S
7,28); por eso las promesas de Dios se realizan siempre (cf. Dt 7,9). Dios es
la Verdad misma, sus palabras no pueden engañar. Por ello el hombre se puede
entregar con toda confianza a la verdad y a la fidelidad de la palabra de Dios
en todas las cosas. El comienzo del pecado y de la caída del hombre fue una
mentira del tentador que indujo a dudar de la palabra de Dios, de su
benevolencia y de su fidelidad.
216 La
verdad de Dios es su sabiduría que rige todo el orden de la creación y del
gobierno del mundo ( cf.Sb 13,1-9). Dios, único Creador del cielo y de la
tierra (cf. Sal 115,15), es el único que puede dar el conocimiento verdadero de
todas las cosas creadas en su relación con El (cf. Sb 7,17-21).
217 Dios es
también verdadero cuando se revela: La enseñanza que viene de Dios es "una
doctrina de verdad" (Ml 2,6). Cuando envíe su Hijo al mundo, será para
"dar testimonio de la Verdad" (Jn 18,37): "Sabemos que el Hijo
de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero"
(1 Jn 5,20; cf. Jn 17,3).
Dios es Amor
218 A lo
largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios sólo tenía una razón para
revelársele y escogerlo entre todos los pueblos como pueblo suyo: su amor
gratuito (cf. Dt 4,37; 7,8; 10,15). E Israel comprendió, gracias a sus
profetas, que también por amor Dios no cesó de salvarlo (cf. Is 43,1-7) y de
perdonarle su infidelidad y sus pecados (cf. Os 2).
219 El amor
de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a su hijo (Os 11,1). Este amor es más fuerte que el amor de una
madre a sus hijos (cf. Is 49,14-15). Dios ama a su Pueblo más que un esposo a
su amada (Is 62,4-5); este amor vencerá incluso las peores infidelidades (cf.
Ez 16; Os 11); llegará hasta el don más precioso: "Tanto amó Dios al mundo
que dio a su Hijo único" (Jn 3,16).
220 El amor de Dios es "eterno" (Is
54,8). "Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi
amor de tu lado no se apartará" (Is 54,10). "Con amor eterno
te he amado: por eso he reservado gracia para ti" (Jr 31,3).
221 Pero S.
Juan irá todavía más lejos al afirmar: "Dios es Amor" (1 Jn 4,8.16);
el ser mismo de Dios es Amor. Al enviar en la plenitud de los tiempos a su Hijo
único y al Espíritu de Amor, Dios revela su secreto más íntimo (cf. 1 Cor
2,7-16; Ef 3,9-12); él mismo es una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo y
Espíritu Santo, y nos ha destinado a participar en Él.
IV Consecuencias de la fe en el Dios único
222 Creer
en Dios, el Unico, y amarlo con todo el ser tiene consecuencias inmensas para
toda nuestra vida:
223 Es reconocer la grandeza y la majestad
de Dios: "Sí, Dios es tan grande que supera nuestra ciencia" (Jb
36,26). Por esto Dios debe ser "el primer servido" (Santa
Juana de Arco).
224 Es
vivir en acción de gracias: Si Dios es el Unico, todo lo que somos y todo
lo que poseemos vienen de él: "¿Qué tienes que no hayas recibido?" (1
Co 4,7). "¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?" (Sal 116,12).
225 Es reconocer la unidad y la verdadera
dignidad de todos los hombres: Todos han sido hechos "a imagen y
semejanza de Dios" (Gn 1,26).
226 Es usar bien de las cosas creadas:
La fe en Dios, el Unico, nos lleva a usar de todo lo que no es él en la medida
en que nos acerca a él, y a separarnos de ello en la medida en que nos aparta
de Él (cf. Mt 5,29-30; 16, 24; 19,23-24):
Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti. Señor mío y Dios
mío, dame todo lo que me acerca a ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mi
mismo para darme todo a ti (S. Nicolás de Flüe, oración).
227 Es confiar en Dios en todas las
circunstancias, incluso en la adversidad. Una oración de Santa
Teresa de Jesús lo expresa admirablemente:
Nada te turbe / Nada te espante
Todo se pasa / Dios no se muda
La paciencia todo lo alcanza / quien a Dios tiene
Nada le falta / Sólo Dios basta. (poes. 30)
RESUMEN
228
"Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el Unico Señor..." (Dt
6,4; Mc 12,29). "Es absolutamente necesario que el Ser supremo sea único,
es decir, sin igual...Si Dios no es único, no es Dios" (Tertuliano, Marc.
1,3).
229 La
fe en Dios nos mueve a volvernos solo a El como a nuestro primer origen y
nuestro fin último;, y a no preferirle a nada ni sustituirle con nada.
230 Dios
al revelarse sigue siendo Misterio inefable: "Si lo comprendieras, no
sería Dios" (S. Agustín, serm. 52,6,16).
231 El
Dios de nuestra fe se ha revelado como El que es; se ha dado a conocer
como "rico en amor y fidelidad" (Ex 34,6). Su Ser mismo es Verdad y
Amor.
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