Párrafo
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CRISTO DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS
632 Las
frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales Jesús
"resucitó de entre los muertos" (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20)
presuponen que, antes de la resurrección, permaneció en la morada de los
muertos (cf. Hb 13, 20). Es el primer sentido que dio la predicación apostólica
al descenso de Jesús a los infiernos; Jesús conoció la muerte como todos los
hombres y se reunió con ellos en la morada de los muertos. Pero ha descendido
como Salvador proclamando la buena nueva a los espíritus que estaban allí
detenidos (cf. 1 P 3,18-19).
633 La
Escritura llama infiernos, sheol, o hades (cf. Flp 2, 10; Hch 2, 24; Ap 1, 18;
Ef 4, 9) a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque
los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios (cf. Sal 6,
6; 88, 11-13). Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos
los muertos, malos o justos (cf. Sal 89, 49;1 S 28, 19; Ez 32, 17-32), lo que
no quiere decir que su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola
del pobre Lázaro recibido en el "seno de Abraham" (cf. Lc 16, 22-26).
"Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el
seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los
infiernos" (Catech. R. 1, 6, 3). Jesús no bajó a los infiernos para
liberar allí a los condenados (cf. Cc. de Roma del año 745; DS 587) ni para
destruir el infierno de la condenación (cf. DS 1011; 1077) sino para liberar a
los justos que le habían precedido (cf. Cc de Toledo IV en el año 625; DS 485;
cf. también Mt 27, 52-53).
634
"Hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva ..." (1 P 4,
6). El descenso a los infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evangélico
de la salvación. Es la última fase
de la misión mesiánica de Jesús, fase condensada en el tiempo pero inmensamente
amplia en su significado real de extensión de la obra redentora a todos los
hombres de todos los tiempos y de todos los lugares porque todos los que se
salvan se hacen partícipes de la Redención.
635 Cristo, por tanto, bajó a la profundidad
de la muerte (cf. Mt 12, 40; Rm 10, 7; Ef 4, 9) para "que los muertos
oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan" (Jn 5, 25). Jesús,
"el Príncipe de la vida" (Hch 3, 15) aniquiló "mediante la muerte
al señor de la muerte, es decir, al Diablo y libertó a cuantos, por temor a la
muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud "(Hb 2, 14-15). En
adelante, Cristo resucitado "tiene las llaves de la muerte y del
Hades" (Ap 1, 18) y "al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el
cielo, en la tierra y en los abismos" (Flp 2, 10).
Un gran silencio reina hoy en la tierra, un gran silencio y una gran
soledad. Un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra ha temblado y se ha
calmado porque Dios se ha dormido en la carne y ha ido a despertar a los que
dormían desde hacía siglos ... Va a buscar a Adán, nuestro primer Padre, la
oveja perdida. Quiere ir a visitar a
todos los que se encuentran en las tinieblas y a la sombra de la muerte. Va
para liberar de sus dolores a Adán encadenado y a Eva, cautiva con él, El que
es al mismo tiempo su Dios y su Hijo...'Yo soy tu Dios y por tu causa he sido
hecho tu Hijo. Levántate, tú que dormías porque no te he creado para que
permanezcas aquí encadenado en el infierno. Levántate de entre los muertos, yo
soy la vida de los muertos (Antigua homilía para el Sábado Santo).
RESUMEN
636 En la expresión "Jesús descendió a los
infiernos", el símbolo confiesa que Jesús murió realmente, y que, por su
muerte en favor nuestro, ha vencido a la muerte y al Diablo "Señor de la
muerte" (Hb 2, 14).
637 Cristo
muerto, en su alma unida a su persona divina, descendió a la morada de los
muertos. Abrió las puertas del cielo a los justos que le habían precedido.
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