“AMEN”
1061 El Credo, como el último libro de la
Sagrada Escritura (cf Ap 22, 21), se termina con la palabra hebrea Amen. Se
encuentra también frecuentemente al final de las oraciones del Nuevo
Testamento. Igualmente, la Iglesia termina sus oraciones con un
"Amén".
1062 En hebreo, "Amen" pertenece a la
misma raíz que la palabra "creer". Esta raíz expresa la solidez, la
fiabilidad, la fidelidad. Así se comprende por qué el "Amén" puede
expresar tanto la fidelidad de Dios hacia nosotros como nuestra confianza en
El.
1063 En el profeta Isaías se encuentra la
expresión "Dios de verdad", literalmente "Dios del Amén",
es decir, el Dios fiel a sus promesas: "Quien desee ser bendecido en la
tierra, deseará serlo en el Dios del Amén" (Is 65, 16). Nuestro Señor
emplea con frecuencia el término "Amén" (cf Mt 6, 2.5.16), a veces en
forma duplicada (cf Jn 5, 19), para subrayar la fiabilidad de su enseñanza, su
Autoridad fundada en la Verdad de Dios.
1064 Así pues, el "Amén" final del
Credo recoge y confirma su primera palabra: "Creo". Creer es decir
"Amén" a las palabras, a las promesas, a los mandamientos de Dios, es
fiarse totalmente de El que es el Amén de amor infinito y de perfecta
fidelidad. La vida cristiana de cada día será también el "Amén" al
"Creo" de la Profesión de fe de nuestro Bautismo:
Que tu símbolo sea para ti como un
espejo. Mírate en él: para ver si crees todo lo que declaras creer. Y
regocíjate todos los días en tu fe (San Agustín, serm. 58, 11, 13: PL 38, 399).
1065 Jesucristo mismo es el "Amén" (Ap
3, 14). Es el "Amén" definitivo del amor del Padre hacia nosotros;
asume y completa nuestro "Amén" al Padre: "Todas las promesas
hechas por Dios han tenido su 'sí' en él; y por eso decimos por él 'Amén' a la
gloria de Dios" (2 Co 1, 20):
Por El, con El y en El,
A ti, Dios Padre omnipotente
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria,
por los siglos de los siglos.
AMEN
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