Artículo 1
LA LEY MORAL
1950. La
ley moral es obra de la Sabiduría divina. Se la puede definir, en el sentido
bíblico, como una instrucción paternal, una pedagogía de Dios. Prescribe al hombre los caminos, las reglas de
conducta que llevan a la bienaventuranza prometida; proscribe los caminos del
mal que apartan de Dios y de su amor. Es a la vez firme en sus preceptos y
amable en sus promesas.
1951 La ley
es una regla de conducta proclamada por la autoridad competente para el bien
común. La ley moral supone el orden racional establecido entre las criaturas,
para su bien y con miras a su fin, por el poder, la sabiduría y la bondad del
Creador. Toda ley tiene en la ley eterna su verdad primera y última. La ley es
declarada y establecida por la razón como una participación en la providencia
del Dios vivo, Creador y Redentor de todos. ‘Esta ordenación de la razón es lo
que se llama la ley’ (León XIII, enc. "Libertas praestantissimum";
citando a S. Tomás de Aquino, s. th. 1-2, 90, 1):
El hombre es el único entre todos
los seres animados que puede gloriarse de haber sido digno de recibir de Dios
una ley: animal dotado de razón, capaz de comprender y de discernir, regular su
conducta disponiendo de su libertad y de su razón, en la sumisión al que le ha
entregado todo. (Tertuliano, Marc. 2, 4).
1952 Las expresiones de la ley moral son
diversas, y todas están coordinadas entre sí: la ley eterna, fuente en Dios de
todas las leyes; la ley natural; la ley revelada, que comprende la Ley antigua
y la Ley nueva o evangélica; finalmente, las leyes civiles y eclesiásticas.
1953 La ley
moral tiene en Cristo su plenitud y su unidad. Jesucristo es en persona el
camino de la perfección. Es el fin
de la Ley, porque sólo El enseña y da la justicia de Dios: ‘Porque el fin de la
ley es Cristo para justificación de todo creyente’ (Rm 10, 4).
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