II El respeto de las personas y sus bienes
2407 En materia económica el respeto de la
dignidad humana exige la práctica de la virtud de la templanza, para
moderar el apego a los bienes de este mundo; de la justicia, para
preservar los derechos del prójimo y darle lo que le es debido; y de la solidaridad,
siguiendo la regla de oro y según la generosidad del Señor, que ‘siendo rico,
por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza’ (2 Co
8, 9).
2408 El séptimo
mandamiento prohíbe el robo, es decir, la usurpación del bien ajeno contra la
voluntad razonable de su dueño. No hay robo si el consentimiento puede ser
presumido o si el rechazo es contrario a la razón y al destino universal de los
bienes. Es el caso de la necesidad urgente y evidente en que el único medio de
remediar las necesidades inmediatas y esenciales (alimento, vivienda,
vestido...) es disponer y usar de los bienes ajenos (cf GS 69, 1).
2409 Toda
forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las
disposiciones de la ley civil, es contraria al séptimo mandamiento. Así,
retener deliberadamente bienes prestados u objetos perdidos, defraudar en el
ejercicio del comercio (cf Dt 25, 13-16), pagar salarios injustos (cf
Dt 24,14-15; St 5,4), elevar los precios especulando con la ignorancia o
la necesidad ajenas (cf Am 8, 4-6).
Son también moralmente ilícitos, la especulación mediante la cual se
pretende hacer variar artificialmente la valoración de los bienes con el fin de
obtener un beneficio en detrimento ajeno; la corrupción mediante la cual se
vicia el juicio de los que deben tomar decisiones conforme a derecho; la
apropiación y el uso privados de los bienes sociales de una empresa; los
trabajos mal hechos, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas,
los gastos excesivos, el despilfarro. Infligir voluntariamente un daño a las
propiedades privadas o públicas es contrario a la ley moral y exige reparación.
2410 Las promesas
deben ser cumplidas, y los contratos rigurosamente observados en la
medida en que el compromiso adquirido es moralmente justo. Una parte notable de
la vida económica y social depende del valor de los contratos entre personas
físicas o morales. Así, los contratos comerciales de venta o compra, los
contratos de arriendo o de trabajo. Todo contrato debe ser hecho y ejecutado de
buena fe.
2411 Los
contratos están sometidos a la justicia conmutativa, que regula los
intercambios entre las personas en el respeto exacto de sus derechos. La justicia conmutativa obliga
estrictamente; exige la salvaguardia de los derechos de propiedad, el pago de
las deudas y el cumplimiento de obligaciones libremente contraídas. Sin
justicia conmutativa no es posible ninguna otra forma de justicia.
La justicia conmutativa se distingue de la justicia legal, que
se refiere a lo que el ciudadano debe equitativamente a la comunidad, y de la
justicia distributiva que regula lo que la comunidad debe a los
ciudadanos en proporción a sus contribuciones y a sus necesidades.
2412 En
virtud de la justicia conmutativa, la reparación de la injusticia
cometida exige la restitución del bien robado a su propietario:
Jesús bendijo a Zaqueo por su resolución: ‘Si en algo defraudé a alguien, le
devolveré el cuádruplo’ (Lc 19, 8). Los que, de manera directa o indirecta, se
han apoderado de un bien ajeno, están obligados a restituirlo o a devolver el
equivalente en naturaleza o en especie si la cosa ha desaparecido, así como los
frutos y beneficios que su propietario hubiera obtenido legítimamente de ese
bien. Están igualmente obligados a restituir, en proporción a su
responsabilidad y al beneficio obtenido, todos los que han participado de
alguna manera en el robo, o que se han aprovechado de él a sabiendas; por
ejemplo, quienes lo hayan ordenado o ayudado o encubierto.
2413 Los juegos de azar (de cartas, etc.) o
las apuestas no son en sí mismos contrarios a la justicia. No obstante,
resultan moralmente inaceptables cuando privan a la persona de lo que le es
necesario para atender a sus necesidades o las de los demás. La pasión del
juego corre peligro de convertirse en una grave servidumbre. Apostar
injustamente o hacer trampas en los juegos constituye una materia grave, a no
ser que el daño infligido sea tan leve que quien lo padece no pueda
razonablemente considerarlo significativo.
2414 El
séptimo mandamiento proscribe los actos o empresas que, por una u otra razón,
egoísta o ideológica, mercantil o totalitaria, conducen a esclavizar seres
humanos, a menospreciar su dignidad personal, a comprarlos, a venderlos y a
cambiarlos como mercancía. Es un pecado contra la dignidad de las personas y
sus derechos fundamentales reducirlos por la violencia a la condición de objeto
de consumo o a una fuente de beneficio. San Pablo ordenaba a un amo cristiano
que tratase a su esclavo cristiano ‘no como esclavo, sino... como un hermano...
en el Señor’ (Flm 16).
El respeto de la integridad de la creación
2415 El
séptimo mandamiento exige el respeto de la integridad de la creación. Los animales, como las plantas y los seres
inanimados, están naturalmente destinados al bien común de la humanidad pasada,
presente y futura (cf Gn 1, 28-31). El uso de los recursos minerales, vegetales
y animales del universo no puede ser separado del respeto a las exigencias
morales. El dominio concedido por el Creador al hombre sobre los seres
inanimados y los seres vivos no es absoluto; está regulado por el cuidado de la
calidad de la vida del prójimo incluyendo la de las generaciones venideras;
exige un respeto religioso de la integridad de la creación (cf CA 37-38).
2416 Los animales son criaturas de
Dios, que los rodea de su solicitud providencial (cf Mt 6, 16). Por su simple
existencia, lo bendicen y le dan gloria (cf Dn 3, 57-58). También los hombres
les deben aprecio. Recuérdese con qué delicadeza trataban a los animales
san Francisco de Asís o san Felipe Neri.
2417 Dios
confió los animales a la administración del que fue creado por él a su imagen
(cf Gn 2, 19-20; 9, 1-4). Por tanto,
es legítimo servirse de los animales para el alimento y la confección de
vestidos. Se los puede domesticar para que ayuden al hombre en sus trabajos y
en sus ocios. Los experimentos médicos y científicos en animales, si se
mantienen en límites razonables, son prácticas moralmente aceptables, pues
contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas.
2418 Es contrario a la dignidad humana hacer
sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas. Es
también indigno invertir en ellos sumas que deberían remediar más bien la
miseria de los hombres. Se puede amar a los animales; pero no se puede
desviar hacia ellos el afecto debido únicamente a los seres humanos.
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