Parte. Capítulo

 1      I.     2|     dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que,
 2      I.     2|         enano hacía señal de su venida, y así, con extraño contento
 3      I.     8|         muy regocijadamente, la venida del nuevo día saludaban.
 4      I.    16|     para él fue menguada) de la venida de la asturiana, la cual,
 5      I.    21|       ha de parecer en farseto. Venida la noche, cenará con el
 6      I.    28|         bastaba perderle con mi venida, sino añadir el con quién,
 7      I.    29|   cabeza, él diera al diablo la venida por don Quijote. Con todo
 8      I.    41|        mí una deidad del cielo, venida a la tierra para mi gusto
 9      I.    41|      sabían la nueva de nuestra venida. No se admiraban de ver
10      I.    44|        dijo lo que pasaba de la venida a buscarle los criados de
11      I.    44|         parte y le preguntó qué venida había sido aquélla. Y en
12      I.    44|    preguntándole la causa de su venida a pie y de tan vil traje
13      I.    52|  puertas.~ ~ A las nuevas desta venida de don Quijote, acudió la
14     II.    14| enriquecíanse los prados con su venida. Mas apenas dio lugar la
15     II.    18|     mesas se ponían; que por la venida de tan noble huésped, quería
16     II.    21| temiendo algún mal suceso de su venida en sazón semejante.~ ~ Llegó,
17     II.    34|        Y por no ser para más mi venida, no ha de ser más mi estada:
18     II.    35|   autores,~ ~ ~ ~Y a esto es mi venida, mis señores.~ ~ -¡Voto
19     II.    41|            Capítulo XLI.~ De la venida de Clavileño, con el fin
20     II.    45|   alegra o se entristece con su venida.~ ~ En tanto que el mayordomo
21     II.    55|         tener ellos aviso de su venida. Finalmente, como dicen,
22     II.    63|      estaba avisado de su buena venida, por ver a los dos tan famosos
23     II.    73|        llegado las nuevas de su venida. Ni más ni menos se las