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Parte. Capítulo
1 I. Pr| ni su amigo, y tienes tu alma en tu cuerpo y tu libre 2 I. 1| y sin fruto y cuerpo sin alma. Decíase él: «Si yo, por 3 I. 8| diciendo:~ ~ -¡Oh señora de mi alma, Dulcinea, flor de la fermosura, 4 I. 11| los concetos amorosos del alma simple y sencillamente, 5 I. 11| que tienes de bronce el alma~ ~ ~ ~y el blanco pecho 6 I. 12| Digo, pues, señor mío de mi alma -dijo el cabrero - , que 7 I. 13| mirando fue depositario de un alma en quien el cielo puso infinita 8 I. 14| por mil heridas en el alma abiertas?~ ~ ~ ~¿Quién no 9 I. 14| y que es más libre el alma más rendida~ ~ ~ ~a la de 10 I. 14| siempre mía~ ~ ~ ~hermosa el alma como el cuerpo tiene,~ ~ ~ ~ 11 I. 14| ofreceré a los vientos cuerpo y alma,~ ~ ~ ~sin lauro o palma 12 I. 14| satisfagas,~ ~ ~ ~al darte de mi alma los despojos.~ ~ ~ ~Antes, 13 I. 14| virtudes son adornos del alma, sin las cuales el cuerpo, 14 I. 14| virtudes que al cuerpo y al alma más adornan y hermosean, ¿ 15 I. 14| pasos con que camina el alma a su morada primera.~ ~ 16 I. 21| digo más, que os batanee el alma.~ ~ Calló Sancho, con temor 17 I. 24| quien quieren lo que en el alma esta encerrado; que muchas 18 I. 24| enamorados versos ,donde el alma declaraba y trasladaba sus 19 I. 24| viéndome apurado, y que mi alma se consumía con el deseo 20 I. 24| que son el regalo de mi alma y el entretenimiento de 21 I. 25| mentar se me revuelve el alma, no que el estómago. Y más 22 I. 27| triste y pensativo, llena el alma de imaginaciones y sospechas, 23 I. 27| con atentísimos oídos y alma turbada me puse a escuchar 24 I. 27| tenga misericordia de mi alma; que yo no siento en mí 25 I. 28| brazos, yo tengo atada mi alma con mis buenos deseos, que 26 I. 28| Fernando me dijese con qué alma lo había hecho. Llegué en 27 I. 28| estaba más obligado a su alma que a los respetos humanos. 28 I. 28| vino, cosa que me llegó al alma, por ver cuán de caída andaba 29 I. 29| sentimiento y vergüenza del alma. En las suyas sintieron 30 I. 29| pecho, porque no tuvo el alma sufrimiento para ver tantas 31 I. 29| ellos, o algún hombre sin alma y sin conciencia, pues quiso 32 I. 29| hecho por donde se pierda su alma y no se gane su cuerpo.~ ~ 33 I. 30| suyas, que luego me dio el alma que era el mesmo que venía 34 I. 30| se le iban los ojos y el alma, apenas hubo visto al hombre, 35 I. 31| millones de gracias del alma! Pero no me negarás, Sancho, 36 I. 31| de lo que me huelgo en el alma, porque será testigo que 37 I. 34| dádivas de Lotario toda su alma, viendo en ella y en sus 38 I. 34| parecer, torcido, aunque con alma risueña. Duró este engaño 39 I. 35| aposento, que nadando vea yo el alma en los infiernos de quien 40 I. 36| uno dellos quiere dar el alma. Y no es de maravillar que 41 I. 36| pies la que yo tengo en mi alma; y si hasta aquí no he dado 42 I. 37| de perder el crédito y el alma; y, finalmente, cuantos 43 I. 37| estaba, me regocijo en el alma, porque me va mi parte, 44 I. 37| en el cuerpo; pero en el alma es muy grande cristiana, 45 I. 38| estoy por decir que en el alma me pesa de haber tomado 46 I. 41| ella, arrancándosele el alma al parecer, se fué con su 47 I. 41| mayor y la mejor parte de mi alma.~ ~ En diciendo esto, comenzó 48 I. 41| la priesa que me daba mi alma a poner por obra ésta que 49 I. 41| diciéndole:~ ~ - Sobrino de mi alma y de mi vida, ya te conozco, 50 I. 42| hallarse al renacer de tu alma, y a las bodas, que tanto 51 I. 43| navego confuso,~ ~ ~ ~El alma a mirarla atenta,~ ~ ~ ~ 52 I. 43| dijo:~ ~ -¡Ay, señora de mi alma y de mi vida! ¿Para qué 53 I. 43| y el que le tiene en mi alma con tanta seguridad, que 54 I. 43| decidme qué es lo que decís de alma y de lugares, y deste músico, 55 I. 43| trujera tan retratado en mi alma, fuera imposible conocelle. 56 I. 43| cada uno se le arrancaba el alma. Y asimesmo oyeron que decía 57 I. 43| hizo señora absoluta de su alma. Perdonadme, buena señora, 58 I. 44| iba la vida, la honra y el alma. Apretáronle entonces los 59 I. 46| conociera el regocijo de su alma. Zoraida, aunque no entendía 60 I. 46| ojos y traía colgada el alma. El ventero, a quien no 61 I. 47| que el deleite que en el alma se concibe ha de ser de 62 I. 49| yo deseaba saber, como al alma y como a la vida. Venga 63 I. 50| sabría regirle; que tanta alma tengo yo como otro, y tanto 64 I. 50| y sólo me falta dar al alma su refacción, como se la 65 II. 4| los que tienen sobre el alma cuatro dedos de enjundia 66 II. 7| se le quiere arrancar el alma?~ ~ -No es nada, señor Sansón 67 II. 7| camino, porque no padezca el alma del señor Sansón, que dice 68 II. 9| hablado a la señora de mi alma has tú de decir también 69 II. 10| allá en lo interior del alma pasa. Ve, amigo, y guíete 70 II. 10| hago la humildad con que mi alma te adora.~ ~ -¡Tomá que 71 II. 10| encalabrinó y atosigó el alma.~ ~ -¡Oh canalla! -gritó 72 II. 12| que decís; y aunque en mi alma tienen su propio asiento 73 II. 13| bellaco, antes tiene una alma como un cántaro: no sabe 74 II. 14| uno; que no sabe nadie el alma de nadie, y tal suele venir 75 II. 16| la pluma es lengua del alma: cuales fueren los conceptos 76 II. 20| discretos,~ ~ ~ ~Señora, el alma te envía~ ~ ~ ~Envuelta 77 II. 21| atendiese a la salud del alma, antes que a los gustos 78 II. 21| mano de esposa, porque su alma no se perdiese, partiendo 79 II. 21| porque tenía Basilio ya el alma en los dientes, y no daba 80 II. 21| desmayo se había de llevar el alma consigo. Quiteria, toda 81 II. 21| requiebros y que atienda a su alma, que, a mi parecer, más 82 II. 21| cielo diese buen poso al alma del nuevo desposado; el 83 II. 21| Sancho se le escureció el alma, por verse imposibilitado 84 II. 21| aunque las llevaba en el alma; cuya ya casi consumida 85 II. 23| por más señas, primo de mi alma, en el primero lugar que 86 II. 23| señora que a mí me pesa en el alma de sus trabajos, y que quisiera 87 II. 25| que esté rico le dará su alma, que es lo que este universal 88 II. 30| Sancho, a quien llegaba al alma llegar al caudal del dinero, 89 II. 30| que tiene por señora de su alma a una tal Dulcinea del Toboso?~ ~ - 90 II. 31| Quijote, le dijo:~ ~ -Y a vos, alma de cántaro, ¿quién os ha 91 II. 32| usanza no le contenta, su alma en su palma; cuanto más 92 II. 33| brincando un escrúpulo en el alma, y un cierto susurro llega 93 II. 34| de monte, y pesóle en el alma; que pensó que tenía en 94 II. 35| Dite,~ ~ ~ ~Donde estaba mi alma entretenida~ ~ ~ ~En formar 95 II. 35| palabra, que os arrancaré el alma.~ ~ Oyendo lo cual Merlín, 96 II. 35| a cada paso mi vida, mi alma, sustento y arrimo suyo, 97 II. 35| malaventurado escudero, alma de cántaro, corazón de alcornoque, 98 II. 35| de quien estoy viendo el alma, que la tiene atravesada 99 II. 35| verdad: que aquí tengo el alma atravesada en la garganta, 100 II. 35| carnes a azotes, y llámame alma de cántaro y bestión indómito, 101 II. 35| mucho provecho, así para el alma como para el cuerpo: para 102 II. 35| para el cuerpo: para el alma, por la caridad con que 103 II. 38| con bigotes tenga yo mi alma cuando desta vida vaya, 104 II. 38| nace un mal que al alma hiere,~ ~ ~ ~y, por más 105 II. 38| espinas os atraviesan el alma, y como rayos os hieren 106 II. 42| le pese en la mitad del alma del tiempo que hubiere dejado 107 II. 42| documentos que han de adornar tu alma; escucha ahora los que han 108 II. 43| solo negro de la uña de mi alma, que a todo mi cuerpo; y 109 II. 44| espinas que me puncen el alma. Así entraran ellas en mi 110 II. 44| corazón y el despertador de tu alma; porque ahora sentí que 111 II. 44| Se siente abrasar el alma.~ ~ ~ ~Tú buscas tus aventuras,~ ~ ~ ~ 112 II. 44| corazón y entregarle mi alma. Mirad, caterva enamorada, 113 II. 46| Bien impresas en el alma.~ ~ ~ ~Pintura sobre pintura,~ ~ ~ ~ 114 II. 46| Dulcinea del Toboso~ ~ ~ ~Del alma en la tabla rasa~ ~ ~ ~Tengo 115 II. 47| paje - , porque parece una alma de cántaro, y yo sé poco, 116 II. 47| ver que era bueno y buena alma. Lo primero que dijo fue:~ ~ -¿ 117 II. 48| que de mí quieres. Si eres alma en pena, dímelo; que yo 118 II. 48| fantasma, ni visión, ni alma de purgatorio, como vuesa 119 II. 48| niñerías, pues, Dios loado, mi alma me tengo en las carnes, 120 II. 49| Habíase sentado en el alma del maestresala la belleza 121 II. 51| ello, con harto dolor de su alma y fatiga de su estómago, 122 II. 51| Digo esto, señor mío de mi alma, porque vuesa merced no 123 II. 52| Yo, señora de mi alma, estoy determinada, con 124 II. 52| recibí, Sancho mío de mi alma, y yo te prometo y juro 125 II. 53| se me han entrado por el alma dentro mil miserias, mil 126 II. 55| que estaba allí penando su alma; y llevado desta imaginación, 127 II. 55| digas quién eres; y si eres alma en pena, dime qué quieres 128 II. 55| dijo que le pesaba en el alma de que hubiese dejado tan 129 II. 56| ofreció de triunfar de una alma lacayuna y ponerla en la 130 II. 58| toma entera posesión de una alma, lo primero que hace es 131 II. 58| entrañas de bronce y qué alma de argamasa! Pero no puedo 132 II. 58| maneras de hermosura: una del alma y otra del cuerpo; la del 133 II. 58| otra del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el 134 II. 58| como tengas los dotes del alma que te he dicho.~ ~ En estas 135 II. 58| nombre.~ ~ -¡Ay, amiga de mi alma -dijo entonces la otra zagala - , 136 II. 58| un lado a la señora de mi alma Dulcinea del Toboso. Por 137 II. 60| tan peligroso así para el alma como para el cuerpo; pero, 138 II. 62| que se intitulaba Luz del alma; y, en viéndole, dijo:~ ~ - 139 II. 63| que le había de sacar el alma a puntillazos; y diciendo 140 II. 63| vivir sin ti, que eres mi alma.~ ~ A cuyas palabras abrió 141 II. 64| hacienda y a la salvación de tu alma; y si tú me vencieres, quedará 142 II. 67| el bachiller tenerla, su alma en su palma.~ ~ -¡Válame 143 II. 68| al de mis carnes.~ ~ -¡Oh alma endurecida! ¡Oh escudero 144 II. 69| ti debida.~ ~ ~ ~Libre mi alma de su estrecha roca,~ ~ ~ ~ 145 II. 70| serlo tanto, reventó mi alma por mi silencio y perdí 146 II. 70| ocupar el lugar que en mi alma tiene es pensar lo imposible. 147 II. 70| el Señor, don bacallao, alma de almirez, cuesco de dátil, 148 II. 70| pues las has habido con una alma de esparto y con un corazón 149 II. 71| dellos se le arrancaba el alma. Tierna la de don Quijote, 150 II. 74| atendiese a la salud de su alma, porque la del cuerpo corría 151 II. 74| leyendo otros que sean luz del alma. Yo me siento, Sobrina, 152 II. 74| burlar el hombre con el alma; y así, suplico que, en 153 II. 74| testamento y ordenado su alma don Quijote, con todas aquellas