Parte. Capítulo

 1      I.    13|    sabidora aquella tan honrada dueña Quintañona, de donde nació
 2      I.    21|  pequeño enano, con una fermosa dueña, que, entre dos gigantes,
 3      I.    32|   caballero, y que les está una dueña haciéndoles la guarda, muerta
 4      I.    43|       qué ha menester, discreta dueña, vuestra señora? -respondió
 5      I.    49|    acuerdan de haber visto a la dueña Quintañona, que fue la mejor
 6      I.    49|       padre, cuando veía alguna dueña con tocas reverendas: «Aquélla,
 7      I.    49|  Aquélla, nieto, se parece a la dueña Quintañona». De donde arguyo
 8     II.    23|      vuestro escudero, y con la dueña Ruidera y sus siete hijas
 9     II.    23|         a la reina Ginebra y su dueña Quintañona, escanciando
10     II.    31|        se llegó a una reverenda dueña, que con otras a recebir
11     II.    31| Grijalba me llamo -respondió la dueña - . ¿Qué es lo que mandáis,
12     II.    31|      como el mozo -respondió la dueña - , ¡medradas estamos! Andad,
13     II.    31|         sois juglar -replicó la dueña - , guardad vuestras gracias
14     II.    31|           Hijo de puta -dijo la dueña, toda ya encendida en cólera - ,
15     II.    31|         volviendo y viendo a la dueña tan alborotada y tan encarnizados
16     II.    31|       Aquí las he -respondió la dueña - con este buen hombre,
17     II.    31|      deshonrar y afrentar a una dueña tan veneranda y tan digna
18     II.    33|         sazón doña Rodríguez la dueña, que era una de las escuchantes - :
19     II.    33|     oyendo la simplicidad de su dueña, ni dejó de admirarse en
20     II.    33|       el rucio; y a esta señora dueña le rogué, cuando entré en
21     II.    33|         dijo doña Rodríguez, la dueña - ; que si él fuera hidalgo
22     II.    36|        imaginada aventura de la dueña dolorida, alias de la Condesa
23     II.    36|      por otro nombre llamada la Dueña Dolorida, de parte de la
24     II.    36| encantadores la hacen llamar la Dueña Dolorida; bien podéis, estupendo
25     II.    36|     pueda sucederme. Venga esta dueña, y pida lo que quisiere;
26     II.    37|        la famosa aventura de la dueña Dolorida~ ~ En extremo se
27     II.    37|      querría yo que esta señora dueña pusiese algún tropiezo a
28     II.    37|            que pues esta señora dueña de tan lueñes tierras viene
29     II.    37|         la ventaja que hace una dueña doncella a una dueña viuda;
30     II.    37|        una dueña doncella a una dueña viuda; y quien a nosotras
31     II.    37|       que no se encierre en una dueña.~ ~ -Yo creo -dijo la Duquesa -
32     II.    37|        donde entendieron que la Dueña Dolorida entraba. Preguntó
33     II.    37|       recebirla: pero por lo de dueña, soy de parecer que no se
34     II.    38|       dio de su mala andanza la Dueña Dolorida~ ~ Detrás de los
35     II.    38|       había de romper, y fue la Dueña Dolorida, con estas palabras:~ ~ -
36     II.    38|       sus razones a la Dolorida Dueña, dijo:~ ~ -Si vuestras cuitas,
37     II.    38|      Oyendo lo cual la Dolorida Dueña hizo señal de querer arrojarse
38     II.    38|      antigua y la más principal dueña de su madre. Sucedió, pues,
39     II.    38|          y si yo fuera la buena dueña que debía, no me habían
40     II.    39|        que ¿adónde podrá ir una dueña con barbas? ¿Qué padre o
41     II.    40|       primero a ser monja que a dueña. ¡Desdichadas de nosotras
42     II.    41|      por otro nombre llamada la dueña Dolorida, y compañía, con
43     II.    41|        fin de la aventura de la Dueña Dolorida, que dio que reír
44     II.    45|       en el camino a esta buena dueña, y el diablo, que todo lo
45     II.    48|  Quijote con doña Rodríguez, la dueña de la Duquesa, con otros
46     II.    48|      entrar a una reverendísima dueña con unas tocas blancas repulgadas
47     II.    48|         extiende.~ ~ La brumada dueña, que oyó conjurarse, por
48     II.    48|         sino doña Rodríguez, la dueña de honor de mi señora la
49     II.    48|        señor mío? -respondió la dueña - . Mal me conoce vuesa
50     II.    48|         engañarme agora con una dueña, lo que no ha podido con
51     II.    48|       que no es posible que una dueña toquiblanca, larga y antojuna
52     II.    48|         mundo. ¿Por ventura hay dueña en la tierra que tenga buenas
53     II.    48|         carnes? Por ventura hay dueña en el orbe que deje de ser
54     II.    48|        seguridad? -respondió la dueña.~ ~ -A vos y de vos la pido -
55     II.    48|        lo creo yo -respondió la dueña - ; que de la gentil y agradable
56     II.    48|       de Aragón, y en hábito de dueña aniquilada y asendereada,
57     II.    48|       ese conjuro -respondió la dueña - , no puedo dejar de responder
58     II.    48|  decirse. Luego sintió la pobre dueña que la asían de la garganta
59     II.    48|   porque en dejando molida a la dueña los callados verdugos (la
60     II.    50|      verdugos que azotaron a la dueña y pellizcaron y arañaron
61     II.    50|   estancia de don Quijote, otra dueña que con ella dormía lo sintió,
62     II.    50|      echó de ver; y así como la dueña la vio entrar en la estancia
63     II.    50|   viniesen a ver lo que aquella dueña quería con don Quijote;
64     II.    50|        Quijote y vapularon a la dueña del modo que queda contado;
65     II.    52|       la aventura de la segunda dueña dolorida, o angustiada,
66     II.    52|    rostro de doña Rodríguez, la dueña de casa, y la otra enlutada
67     II.    52|        y prosopopeya:~ ~ -Buena dueña, templad vuestras lágrimas,
68     II.    52|     rústico de quien esta buena dueña se queja, ni es menester
69     II.    52|         menester que esta buena dueña y esta mala doncella pongan
70     II.    52|       Yo sí pongo -respondió la dueña.~ ~ -Y yo también -añadió
71     II.    56|        defensa de la hija de la dueña doña Rodríguez~ ~ No quedaron
72     II.    60|     pequeña, una doncella y una dueña, son las que van en el coche;
73     II.    69|   cortesía; menos mudas, señora dueña -dijo Sancho - ; que por
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