Extracto de la bula del soberano Pontífice, Clemente VIII, en que aprueba y
protege con su autoridad apostólica la obra de Jerónimo Natalis, y con
particularidad las láminas que forman parte de ella.
CLEMENS PAPA VIII,
Ad futuram rei memoriam. Cum, sicut accepimus, dilectus filius M. N., typ.
antverp., ad publicam omnium fidelium utilitatem opus quondam Hieronimi
Natalis, dum in humanis ageret Societatis Jesu theologi, adnotationum... in
Evangelia... typis dare intendat; et tam in eo opere, quam in alterius insignis
ejus partis, imaginum scilicet centum quinquaginta trium sculptura, quibus
praedictus Hieronimus, totius operis author, historiam vitae Christi Jesu
Domini nostri, juxta quatuor Evangelistarum veritatem ac plenitudinem
expressit, magna pecuniae summa exposita jam sit, et adhuc ulterior sit
exponenda: Nos, tanti operis excellentiam plurimum in Domino commendantes,
eorumque indemnitati, qui ad operis hujus editionem pecunias conquisitas
impenderunt, prospicere cupientes..., praedicto M... auctoritate apostolica
tenore praesentium concedimus et elargimur, ne quis... per decem annos a data
praesentium computandos, imagenes supradictas... absque expressa... ipsius M.
licentia imprimere seu in quovis loco vendere... quovis modo praesumat... in
hac quidem urbe nostra, et in toto statu ecclesiastico, sub mille ducatorum
auri...; extra vero Urbem ipsam, ac ditionem ecclesiasticam, ubique locorum,
Excomunicationis latae sententiae, a qua nullus praeter Romanum Pontificem
absolvere possit, poenis toties, quoties contraventum fuerit incurrendis,
districtus inhibemus...
Datum Romae, apud sanctum Marcum, sub annulo Piscatoris, die XIV augusti,
MDXCIII;
M. Vestrius Barbianus
Habiendo enviado en una edición pequeña, el texto entero de esta obra a un
crecido número de Arzobispos y Obispos, y habiendo recibido respuestas
favorables de estos ilustres prelados, con permiso para publicarlas,
transcribimos aquí algunas de ellas por orden de fechas:
"Saint-Germain-en Laye 20 de agosto de 1851.
Señor Abate:
"Me felicito de haber acogido con un vivo interés, desde el primer
momento en que usted me lo participó, su pensamiento de publicar una Vida de Nuestro
Señor Jesucristo, escrita por los cuatro Evangelistas, coordinada, explicada
y desenvuelta por los Santos Padres, los Doctores y los Oradores más célebres
desde los tiempos apostólicos hasta nuestros días.
Los capítulos que he visto confirman mi esperanza, de que esta hermosa obra
debe producir los mejores resultados.
Como usted mismo lo dice, en un siglo como el nuestro en que tantos
espíritus y corazones extraviados por los malos sistemas de una falsa
filosofía, fluctúan de doctrina en doctrina buscando un punto de apoyo, nada es
más propio en efecto, para curarles y para que puedan obtener un poco de paz y
de ventura, que mostrarles, en el espejo de las divinas Escrituras, al Autor
y al Consumador de nuestra fe, a Aquel que ilumina todo hombre cuando viene al
mundo, a Aquel que es para todas las almas el Camino, la Verdad y la Vida.
Esto es lo que usted ha hecho en su libro con una perseverancia,
inteligencia y celo superior a todas las alabanzas. Ha reunido usted todos los
rasgos del Libertador celestial, esparcidos en sus cuatro inspirados
historiadores, y con ella ha compuesto usted un cuadro completo, acompañándolo
con notas indispensables para comprender su espíritu, y encerrándolo en cierto
modo, en los más hermosos comentarios que sobre ello se han hecho.
Por esto no puedo dudar de su buen éxito y de su buena influencia, y de
antemano bendigo a Dios de todo mi corazón por semejante idea, etc.
+ M. D. Augusto, Arzobispo de Paris.
Nevers 25 de octubre de 1851
He visto con un vivo interés la obra que usted se ha servido enviarme. La
idea de haber acompañado al texto de la Vida de Nuestro Señor hermosos pasajes
sacados de los Santos Padres y de los más eminentes escritores, me parece
sumamente acertada. Este conjunto de comentarios presenta menos unidad que si
perteneciese a un solo autor, pero en cambio es mucho más rico y precioso.
La división por versículos, no era a mi juicio necesaria, o en este caso,
considero que no habrían debido omitirse las citas de los Evangelistas; pero
esto no disminuye en nada el mérito notable de esta obra que, por mi parte, no
titubeo en recomendar a los fieles.
+ Dom. A., Obispo de Nevers
.
Sens 19 de noviembre 1851.
Acabo de recorrer la obra intitulada: La Vida de Nuestro Señor Jesucristo, y
debo felicitar a usted tanto por el concienzudo trabajo que ha emprendido, como
por la acertada elección que ha sabido hacer para los comentarios, quedando en
la firme persuasión de que este libro puede ser utilísimo a muchas personas, en
cuyo concepto le recomiendo a todas las familias de mi diócesis.
+ M. J., Arzobispo de Sens
.
Troyes, 31 de marzo de 1852.
En cuanto vi esta obra, aplaudí muchísimo semejante pensamiento: es un
trabajo tan hermoso como noble, donde todo es grande, santo y poderoso, y donde
todo eleva el alma uniéndola íntimamente con N. S. Jesucristo. Usted ha sabido
poner en relación con sumo acierto, los diversos rasgos de este Pontífice
supremo, diseminados en el Evangelio, resultando de ello un cuadro grande y
armonioso que facilita la contemplación de esa cabeza divina en toda su
majestad.
Así presentaban también la Religión los Padres de la Iglesia; y el siglo de
Luis XIV abrazó también este golpe de vista, cuando nuestra Francia, con sus
inmortales genios, se prosternaba a los pies de los altares.
Jesucristo es el centro de todo: es el manantial donde se apaga la sed de
justicia y de verdad, donde se encuentra una savia divina, firme y vigorosa que
penetra al hombre en todo su ser, que sostiene su vida moral, y que le infunde
la alta sabiduría y las grandes virtudes. Es muy importante conducir allí sin
cesar la religión de los pueblos para el fomento de la piedad de los fieles,
porque no en otra parte podrán aprender a sentir las verdaderas magnificencias
del cristianismo, hallando al mismo tiempo un remedio soberano para el
desaliento de la época.
La lectura de esta obra es recomendable por mil motivos, y deseo
ardientemente que se propague y difunda en toda mi diócesis.
+ P. L., Obispo de Troyes.
Poitiers 30 de abril de 1852.
del Salvador de los hombres, resultado de la coordinación de los cuatro
Evangelios, con las notas que usted ha añadido, me parece la obra más propia
para satisfacer las necesidades de tantos hombres del siglo, que no conocen ya
a N. S. Jesucristo, y que en ninguna otra parte pueden aprender a conocerle
mejor que en el relato evangélico que usted les presenta.
+ L. E., Obispo de Poitiers.
Vistas las primeras entregas de la traducción española de esta obra, el
Excmo. e Illmo. obispo de la diócesis de Puerto Rico, ha tenido a bien decir
entre otras cosas lo siguiente:
"Nos han sido presentadas en solicitud de su aprobación, las entregas
de la obra titulada: La Vida de Nuestro Señor Jesucristo, escrita por los
cuatro Evangelistas, coordinada, explicada y desarrollada por los Santos
Padres, los Doctores, etc.
Aunque el sagrado texto de los Evangelistas traducido en nuestro idioma y
anotado por Doctores católicos se halla con frecuencia en manos de los fieles,
esta nueva edición ofrece la conocida ventaja de presentar los hechos de
Nuestro Divino Redentor, formando de los cuatro Evangelistas un solo cuerpo de
historia con aquel orden cronológico que probablemente tendrían. Este loable
trabajo interesa la atención del lector, fija los hechos en su memoria, porque
están encadenados con toda naturalidad, y contribuye en gran manera a la mejor
inteligencia de la historia Evangélica.
Hemos leído gran parte del texto sagrado con sus correspondientes notas, y
son dignos de nuestra aprobación e igualmente los grabados que les acompañan.
Estas notas y explicaciones tomadas de los Santos Padres y Doctores de la
Iglesia, derraman copiosas luces sobre los lugares oscuros que por necesidad
ofrecen los Libros Santos, y explican su sentido con toda claridad, y según la
mente de la Iglesia Católica.
Los fieles se penetrarán del mérito intrínseco de esta obra cuando recuerden
que si Dios habló a los hebreos de muchos modos por medio de los Profetas, a
nosotros nos habla en el Evangelio por medio de su mismo Hijo; y lo que para
ellos eran anuncios, promesas y figuras, lo vemos nosotros cumplido y
demostrado en este libro divino.
De aquí fácilmente podrán inferir que esta obra en su sustancia no necesita
la recomendación de los hombres, y sólo declaramos que la parte que hemos
examinado, tanto de la traducción del texto como de las notas, merece nuestra
aprobación, y recomendamos a los fieles su lectura, esperando en el Señor que
acompañada de humildad y devoción, ha de producir abundantes frutos de fe y de
satisfacción".
Aprobación del Excmo. e Illmo. señor obispo de la Habana:
"Revisadas por un censor a quien el Excmo. e Illmo. señor obispo
diocesano tuvo a bien cometer el examen de las entregas presentadas de la obra
titulada Vida de Nuestro Señor Jesucristo por el abate Brispot, y
traducida al castellano por D. M. Urrabieta y D. V. G. de la Llana; y
habiendo hallado que nada contiene opuesto al dogma y a la moral cristiana, ni
a la disciplina de la Iglesia, y que además es en un todo conforme al Sagrado
texto, tiene la convicción de que su lectura puede ser de utilidad y provecho
al común de los fieles, a los predicadores y a todas las clases del pueblo
cristiano".
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