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Ioannes Paulus PP. II Ecclesia in Africa IntraText CT - Texto |
68. El desarrollo humano integral —desarrollo de todo hombre y de todo el hombre, especialmente de quien es más pobre y marginado en la comunidad— constituye el centro mismo de la evangelización. « Entre evangelización y promoción humana —desarrollo, liberación— existen efectivamente lazos muy fuertes. Vínculos de orden antropológico, porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos. Lazos de orden teológico, ya que no se puede disociar el plan de la creación del plan de la Redención que llega hasta situaciones muy concretas de injusticia, a la que hay que combatir y de justicia que hay que restaurar. Vínculos de orden eminentemente evangélico como es el de la caridad: en efecto, cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre? ».117
De ese modo, el Señor Jesús, cuando inauguró su ministerio público en la sinagoga de Nazaret, eligió para ilustrar su misión el texto mesiánico del Libro de Isaías: « El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto que me ha ungido el Señor. A anunciar la Buena Nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar un año de gracia del Señor » (Lc 4, 18-19; cf. Is, 61 1-2).
El Señor se considera, pues, como enviado para aliviar la miseria de los hombres y combatir toda forma de marginación. Ha venido a liberar al hombre; ha venido a tomar nuestras flaquezas y a cargar con nuestras enfermedades: « De hecho todo el ministerio de Jesús está orientado a atender a cuantos, entorno a Él, estaban marcados por el sufrimiento: personas que sufrían, paralíticos, leprosos, ciegos, sordos, mudos (cf. Mt 8, 17) ».118 « No es posible aceptar que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan debatidas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo »:119 la liberación que la evangelización anuncia « no puede reducirse a la simple y estrecha dimensión económica, política, social o cultural, sino que debe abarcar al hombre entero, en todas sus dimensiones, incluida su apertura al Absoluto, que es Dios ».120
Afirma justamente el Concilio Vaticano II: « La Iglesia, al buscar su propio fin salvífico, no sólo comunica al hombre la vida divina, sino que también derrama su luz reflejada en cierto modo sobre todo el mundo, especialmente en cuanto que sana y eleva la dignidad de la persona humana, e impregna de un sentido y una significación más profunda la actividad cotidiana de los hombres. La Iglesia cree que de esta manera, por medio de cada uno de sus miembros y de toda su comunidad, puede contribuir mucho a humanizar más la familia de los hombres y la historia ».121 La Iglesia anuncia y comienza a realizar el Reino de Dios siguiendo las huellas de Jesús, porque « la naturaleza del Reino es la comunión de todos los seres humanos entre sí y con Dios ».122 Así « el Reino es fuente de plena liberación y de salvación total para los hombres: con éstos, pues, la Iglesia camina y vive, realmente y enteramente solidaria con su historia ».123