- TERCERA PARTE. MISIÓN DE LA FAMILIA CRISTIANA
- III - PARTICIPACIÓN EN EL DESARROLLO DE LA SOCIEDAD
Anterior - Siguiente
Pulse aquí para desactivar los vínculos a las concordancias
Carta
de los derechos de la familia
46. El ideal de
una recíproca acción de apoyo y desarrollo entre la familia y la sociedad
choca a menudo, y en medida bastante grave, con la realidad de su
separación e incluso de su contraposición.
En efecto, como
el Sínodo ha denunciado continuamente, la situación que muchas
familias encuentran en diversos países es muy problemática, si no
incluso claramente negativa: instituciones y leyes desconocen injustamente los
derechos inviolables de la familia y de la misma persona humana, y la sociedad,
en vez de ponerse al servicio de la familia, la ataca con violencia en sus
valores y en sus exigencias fundamentales. De este modo la familia, que,
según los planes de Dios, es célula básica de la sociedad,
sujeto de derechos y deberes antes que el Estado y cualquier otra comunidad, es
víctima de la sociedad, de los retrasos y lentitudes de sus
intervenciones y más aún de sus injusticias notorias.
Por esto la
Iglesia defiende abierta y vigorosamente los derechos de la familia contra las
usurpaciones intolerables de la sociedad y del Estado. En concreto, los Padres
Sinodales han recordado, entre otros, los siguientes derechos de la familia:
a existir y progresar como
familia, es decir, el derecho de todo hombre, especialmente aun siendo
pobre, a fundar una familia, y a tener los recursos apropiados para
mantenerla;
a ejercer su
responsabilidad en el campo de la transmisión de la vida y a educar
a los hijos;
a la intimidad de la vida
conyugal y familiar;
a la estabilidad del
vínculo y de la institución matrimonial;
a creer y profesar su
propia fe, y a difundirla;
a educar a sus hijos de
acuerdo con las propias tradiciones y valores religiosos y culturales, con
los instrumentos, medios e instituciones necesarias;
a obtener la seguridad
física, social, política y económica, especialmente
de los pobres y enfermos;
el derecho a una vivienda
adecuada, para una vida familiar digna;
el derecho de
expresión y de representación ante las autoridades
públicas, económicas, sociales, culturales y ante las
inferiores, tanto por sí misma como por medio de asociaciones;
a crear asociaciones con
otras familias e instituciones, para cumplir adecuada y esmeradamente su
misión;
a proteger a los menores,
mediante instituciones y leyes apropiadas, contra los medicamentos
perjudiciales, la pornografía, el alcoholismo, etc.;
el derecho a un justo
tiempo libre que favorezca, a la vez, los valores de la familia;
el derecho de los ancianos
a una vida y a una muerte dignas;
el derecho a emigrar como
familia, para buscar mejores condiciones de vida.(112)
La Santa Sede, acogiendo la petición
explícita del Sínodo, se encargará de estudiar
detenidamente estas sugerencias, elaborando una «Carta de los derechos de la
familia», para presentarla a los ambientes y autoridades interesadas.
112. Cfr. Propositio 42.
Anterior - Siguiente
Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL