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Ioannes Paulus PP. II Catechesi Tradendae IntraText CT - Texto |
38. Luego vienen la pubertad y la adolescencia, con las grandezas y los riesgos que presenta esa edad. Es el momento del descubrimiento de sí mismo y del propio mundo interior, el momento de los proyectos generosos, momento en que brota el sentimiento del amor, así como los impulsos biológicos de la sexualidad, del deseo de estar juntos; momento de una alegría particularmente intensa, relacionada con el embriagador descubrimiento de la vida. Pero también es a menudo la edad de los interrogantes más profundos, de búsquedas angustiosas, incluso frustrantes, de desconfianza de los demás y de peligrosos repliegues sobre sí mismo; a veces también la edad de los primeros fracasos y de las primeras amarguras. La catequesis no puede ignorar esos aspectos fácilmente cambiantes de un período tan delicado de la vida. Podrá ser decisiva una catequesis capaz de conducir al adolescente a una revisión de su propia vida y al diálogo, una catequesis que no ignore sus grandes temas, —la donación de sí mismo, la fe, el amor y su mediación que es la sexualidad—. La revelación de Jesucristo como amigo, como guía y como modelo, admirable y sin embargo imitable; la revelación de su mensaje que da respuesta a las cuestiones fundamentales; la revelación del Plan de amor de Cristo Salvador como encarnación del único amor verdadero y de la única posibilidad de unir a los hombres, todo eso podrá constituir la base de una auténtica educación en la fe. Y sobre todo los misterios de la pasión y de la muerte de Jesús, a los que san Pablo atribuye el mérito de su gloriosa resurrección, podrán decir muchas cosas a la conciencia y al corazón del adolescente y arrojar luz sobre sus primeros sufrimientos y los del mundo que va descubriendo.