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Ioannes Paulus PP. II
Catechesi Tradendae

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Múltiples lugares, momentos o reuniones por valorizar

47. Pienso asimismo en diversos momentos de gran importancia en que la catequesis encuentra cabalmente su puesto: por ejemplo, las peregrinaciones diocesanas, regionales o nacionales, que son más provechosas si están centradas en un tema escogido con acierto a partir de la vida de Cristo, de la Virgen y de los Santos; las misiones tradicionales, tantas veces abandonadas con excesiva prisa, y que son insustituibles para una renovación periódica y vigorosa de la vida cristiana —hay que reanudarlas y remozarlas—; los círculos bíblicos, que deben ir más allá de la exégesis para hacer vivir la Palabra de Dios; las reuniones de las comunidades eclesiales de base, en la medida en que se atengan a los criterios expuestos en la Exhortación Apostólica «Evangelii nuntiandi».(91) Quiero recordar también los grupos de jóvenes que en ciertas regiones, con denominaciones y fisonomías distintas —mas con el mismo fin de dar a conocer a Jesucristo y de vivir el Evangelio—, se multiplican y florecen como en una primavera muy reconfortante para la Iglesia: grupos de acción católica, grupos caritativos, grupos de oración, grupos de reflexión cristiana, etc. Estos grupos suscitan grandes esperanzas para la Iglesia del mañana. Pero en el nombre de Jesús conjuro a los jóvenes que los forman, a sus responsables y a los sacerdotes que les consagran lo mejor de su ministerio: no permitáis por nada del mundo que en estos grupos, ocasiones privilegiadas de encuentro, ricos en tantos valores de amistad y solidaridad juveniles, de alegría y de entusiasmo, de reflexión sobre los hechos y las cosas, falte un verdadero estudio de la doctrina cristiana. En ese caso se expondrían —y el peligro, por desgracia, se ha verificado sobradamente— a decepcionar a sus miembros y a la Iglesia misma.

El esfuerzo catequético, posible en estos lugares y en otros muchos, tiene tantas más probabilidades de ser acogido y de dar sus frutos, cuanto más se respete su naturaleza propia. Con una inserción apropiada, conseguirá esa diversidad y complementaridad de contactos que le permite desarrollar toda la riqueza de su concepto, mediante la triple dimensión de palabra, de memoria y de testimonio —de doctrina, de celebración y de compromiso en la vida— que el mensaje del Sínodo al Pueblo de Dios ha puesto en evidencia.(92)




91. Cf. n. 58: AAS 68 (1976), pp. 46-49.



92. Cf. Synodus Episcoporum: De catechesi hoc nostro tempore tradenda praesertim pueris atque iuvenibus, Ad Populum Dei Nuntius, nn. 7-10: loc. cit., pp. 9-12; cf. « L'Osservatore Romano » (30 octubre 1977), p. 3.






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